La jura de la ministra de Economía, Silvina Batakis, transcurrió tranqui, breve, sin discursos. La platea presente la aplaudió con calidez, de modo sostenido. La flamante funcionaria habló dos minutos frente a los periodistas que se agolpaban. Pronunció lo básico, lo que titularían los portales en cuestión de segundos. Continuidad del “programa económico del Presidente”. “Creo en el equilibrio fiscal”.
En los agradecimientos combinó al propio Alberto Fernández, con la vicepresidenta, Daniel Scioli y el ministro Eduardo “Wado” de Pedro. Más los intendentes y gobernadores que la saludaron.
Las palabras clave de la ministra reproducían lo que había conversado con Fernández cuando aceptó el nombramiento y este lunes durante una larga charla en Olivos. También se juntó con el saliente Martín Guzmán para armar una transición ordenada y con el presidente del Banco Central, Miguel Ángel Pesce. Una agenda cantada, ineludible.
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El sábado del discurso y la renuncia simultáneos, el Presidente anticipó que sostendría el rumbo económico. Batakis lo ratificó. Lo que queda pendiente es dar respuesta a problemas irresueltos, a deudas internas pendientes.
Un objetivo primigenio de Guzmán, omnipresente en su discurso y su renuncia, fue “tranquilizar la economía”. Si se repasan los dos años y medio pasados se nota que casi nunca lo logró excepto por períodos cortitos. Los momentos de inflexión que más esperanzaron a Guzmán y a Alberto fueron las firmas de los acuerdos con los bonistas privados y con el Fondo Monetario Internacional (FMI).
Hubo fallas de cálculo respecto de la reactivación a comienzos de 2021, exceso de optimismo. La guerra en Ucrania distorsionó el escenario mundial en 2022. También hubo previsiones erradas respecto de la inflación que jamás pudieron domar.
La pregunta actual desde una perspectiva pragmática es qué se debe cambiar para mantener el “programa”. La hipótesis que aunaba a los dos ministros salientes, Guzmán y Matías Kulfas, era que los indicadores positivos sobre crecimiento, empleo, inversión, exportaciones irían contagiando (por no decir “derramando”) sobre otras variables económicas, más cercanas a la cotidianidad de la gente común: la inflación y por consiguiente el poder adquisitivo de los ingresos fijos. A esta altura, opina este cronista entre tantos, esa predicción no se está corroborando. El desafío para la nueva etapa es cambiar para sostener las promesas de campaña, el contrato electoral, las demandas sociales insatisfechas.
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Los gobernadores peronistas llevan semanas advirtiendo a la Casa Rosada que se perciben dejados de lado. La “Liga de Gobernadores” jamás fue un colectivo que tomara decisiones para todas las provincias. No tiene pinta de serlo ahora. Pero funciona como un espacio orgánico donde se reclama y se visibilizan los descontentos.
Tampoco hay que tomarse muy a pecho un sambenito de los todólogos que ignoran la historia. La supuesta “amenaza” de desdoblar las elecciones locales en 2023 es, en realidad, una práctica tradicional que se cumple desde hace años. En 2019, dieciocho de los veintidós distritos que elegían gobernador o jefe de gobierno separaron esos comicios de los nacionales. El problema, entonces, no finca ahí sino en el alejamiento de los mandatarios provinciales respecto del gobierno nacional. Y del “albertismo”, medido en términos de la interna peronista que no cesó.
Los países federales son minoría en el mundo, menos del veinte por ciento. La Argentina es uno de los Estados con más superficie del planeta. En la entrevista concedida ayer a C5N, Batakis dio pruebas de conocer a fondo esas realidades, las distintas geografías, los recursos naturales. Un desafío central para la ministra será recobrar interlocuciones, empatía, trato cotidiano. Y por cierto, atender demandas concretas porque no todo es conversación en este mundo.
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El presidente de la Cámara de Diputados, Sergio Massa, sintió y sobreactuó enojo tras la designación de Daniel Scioli como ministro. Tras la partida de Guzmán, dobló la apuesta. Promovió un cambio integral del Gabinete, con cierres y fusiones de ministerios y con un mega ministro al timón: él mismo.
La disputa entre los máximos referentes del FdT abría, según su lectura, un generoso espacio para su tercera pata. Massa confiaba en su destreza para mantener buenos vínculos con AF y con CFK a la vez. Arriesgaba mucho jugándose a tener tantas responsabilidades, botoneras y funcionarios afines… Claro que si salía bien se reposicionaba en el escenario. Un sinfín de periodistas y medios se hicieron eco de su movida. Unos cuantos la dieron por concretada. Luego se quejaron más que Massa por la frustración.
Hábil en la gambeta y en el manejo de su imagen, Massa estuvo presente en la jura de Batakis, en primera fila. Había pegado faltazos en los homenajes a Perón, de AF en la CGT, de Cristina en Ensenada. Se hizo ver en las últimas giras presidenciales por el exterior.
Se queda en la Cámara, su moción de cambio mantiene latencia (ay) si las cosas empeoran.
Funcionarios relevantes habían anunciado, sábado y domingo, que habría otros relevos, amén de Economía. La perspectiva se postergó, por ahora.
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La derecha autóctona recibió a la ministra a cara de perro rabioso. El feriado del 4 de julio en Estados Unidos no obstó a que un puñado de especuladores elevaran la cotización del dólar ilegal (alias “blue”).
Algunos sabiondos pontificaron que tener larga experiencia como funcionaria (anche como ministra en la provincia de mayor población y PBI) es un escollo para ser funcionaria. Leyó bien, si le parece ridículo no es culpa del cronista.
Clarín tituló “Cristina le impuso a Fernández una candidata para Economía”. Es opinión, no dato… cada quien titula como le place: la libertad de prensa es sagrada. Impresionó más una foto gigante de Batakis pidiendo “Libertad a Milagro”. Según el diario del multimedio, Sala está “condenada por corrupción”. El embuste fue anticipado anteayer por columnistas de Clarín y La Nación, quienes ignoran que Sala está presa desde hace seis años y medio. Que ni por asomo tiene condenas por ese lapso ni condenas firmes. La presunción de inocencia te la debo tanto como la libertad durante el proceso. La perversa e ilegal doctrina Irurzun sigue vigente en los medios hegemónicos… deja entrever qué pasaría si Juntos por el Cambio ganara las presidenciales de 2023.
La intención de asociar a la ministra no ya con la heterodoxia sino con el delito es una berretada y una desmesura, signo de los tiempos.
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Desprovisto de bola de cristal, parco para las profecías o las afirmaciones terminales, este cronista señala que al Gobierno no le sobran tiempo ni oportunidades para reconquistar legitimación popular y votos.
Los errores propios, el internismo sin conversación, los traspiés recurrentes y a veces risibles en la comunicación pública son goles en contra en un partido muy difícil en los que el adversario también juega. A menudo de mala fe. En un contorno áspero, con declive en contra, la perspectiva de repensar políticas e instrumentos, innovar y planificar es una chance «finita» pero innegable que no se debe desperdiciar.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/434478-las-primeras-definiciones-el-perfil-de-batakis