La historia corrió en Casa Rosada poco antes del 24 de marzo de 2004: un grupo de cadetes había secuestrado los cuadros originales de Jorge Videla y Reynaldo Bignone del Colegio Militar. Los cuadros no estaban. La versión que manejaba presidencia indicaba, además, que uno de los originales se lo había llevado una persona próxima a Videla. Hubo un sumario. Y el director del Colegio Militar, general Horacio Gallardo, estuvo a punto de perder el puesto.

Aunque sea una foto de cumpleaños, la vamos a sacardicen que dijo Nestor Kirchner cuando se enteró, según las crónicas de la época. El 24 de marzo de 2004 los cuadros estaban colgados. Y todo pasó como se recuerda. Kirchner le ordenó al Jefe del Estado Mayor del Ejército Roberto Bendini bajar los retratos de los dictadores que estaban en la galería de directores del Colegio Militar. Proceda, dijo. Y Bendini subió a una escalerita y bajó los cuadros. El gesto se convirtió en uno de los actos simbólicos del compromiso del Estado con el proceso de memoria, verdad y justicia y fue recordado el jueves pasado en la muerte de Bendini. Pero, ¿cuál es la historia atrás de los cuadros? ¿Eran copias u originales? Y además: ¿qué pasó con los cuadros descolgados? ¿Dónde están?

Un general retirado del Ejército, un académico y una exministra creen la versión de los cuadros robados. “Me confirmaron que sí: fue así –dice Sabina Frederic–: una noche antes del 24, o varias noches antes, no se sabe bien, un grupo de cadetes secuestró el cuadro original y utilizaron el archivo fotográfico que existe en el Colegio Militar para reproducir la imagen de Videla”. En los días previos al miércoles 24, dice ahora el general, tal vez durante la madrugada del lunes al martes, un grupo de cadetes que eran hijos de generales que no querían que bajaran el cuadro, entraron al Pabellón y se llevaron los cuadros. Al día siguiente, el Director del Colegio Militar, el general Gallardo salió urgente a buscar la manera de hacer copia de las fotos: “No fueron los oficiales, fue Gallardo directamente –dice– porque sino le cortaban la cabeza”.

En esos días, dice ahora el académico, hubo un revuelo entre los cadetes y los oficiales que hasta mandaron a custodiar el perímetro del predio porque corrían todo tipo de rumores: que se venía una invasión o directamente el cierre de la escuela. En ese contexto, algunos explicaron que un grupo de cadetes de cuarto año secuestró los cuadros y los guardaron en el depósito de la Compañía de Infantería o Caballería. Cuando el director del colegio y el director académico se encontraron con que no estaban los cuadros tuvieron que salir a hacerlos de nuevo.

En estas versiones los cadetes no podían hacer lo que hicieron en soledad. Los cuadros estaban colgados en una galería del segundo piso en el Pabellón de Estudios, una construcción monumental con un Patio de Honor en la planta baja y aulas. La circulación era totalmente restringida para los estudiantes que no podían pasar de un lado al otro sin autorización. Y a la noche, las galerías del segundo piso se cerraban con puertas y también con llave. “Para llegar hasta ahí, donde un cadete no puede pasar –dice el académico–, tuvieron que tener la venia de un subteniente o un subinstructor”. Tampoco pudieron haber escondido nada sin esa venia. Los depósitos de todas las compañías están juntos en el fondo del predio: todos se cierran con llave y los accesos requieren cruzar calles internas usualmente vigiladas.

Ya en abril de 2004, Nora Veiras escribió que los cuadros habían sido robados y que se había iniciado un sumario. ¿Qué pasó con eso? ¿Dónde están los cuadros? Es un misterio. Originales o copias, los cuadros que se bajaron el 24 de marzo de 2004 debieron haber sido guardados en el Colegio Militar o en el Archivo Histórico del Ejército pero aparentemente no están. A requerimiento de este diario, el área de prensa del Ejército el viernes envió tres mensajes. “No tenemos información oficial relacionada con lo que se hizo con los cuadros que fueron bajados”, decía el primero. “Han pasado muchos años y quienes estuvieron presentes ya no están”, escribieron después. “Te confirmo que no hay registro alguno de lo que se hizo con los cuadros cuando se bajaron”, dijeron al final. Tal vez era lo único que podía pasar: ¿qué cuadros podrían aparecer?

La escalerita y los generales

Los viejos habitantes de Casa Rosada dicen que de ninguna manera se descolgaron copias, pero los detalles permiten entender que podrían haberlo sido.

Kirchner decidió bajar el cuadro de Videla a pedido del Cels. El organismo defensor de derechos humanos ya se lo había pedido a Ricardo López Murphy y a Horacio Jaunarena, ministros de Defensa en 1999 y 2001. No quisieron. El 24 de marzo  2004 caía miércoles. El domingo previo, 21 de marzo, Página12 adelantó cómo serían las conmemoraciones: recuperación de la ESMA y descuelgue de los cuadros con todos los detalles. ¿Los cadetes lo supieron en ese momento? ¿Cuándo lo supo Bendini? El jefe del Ejército no mostraba entusiasmo, decían las crónicas. Había dicho que aún no era tiempo; propuso bajar todos los cuadros de los directores que era otro modo de resistencia y finalmente sugirió sacarlos de manera sigilosa pero el Gobierno no aceptó. Llegó el miércoles 24. Bendini reunió temprano a la plana mayor de 26 generales en el Colegio Militar para discutir quién bajaría el cuadro. Kirchner le había pedido que fuera un oficial. Los generales no querían. Bendini no lograba convencerlos hasta que llegó José Pampuro, los convenció de bajar al Patio de Honor y acordó que un ordenanza iba a subirse a la escalerita para bajarlo. Al final, todo cambió: llegó Kirchner e insistió que fuera un oficial.

“No volaba ni una mosca”, dice Oscar Parrilli. Ese día estuvo con Alberto Fernández, Julio De Vido, Ginés González García y, entre otros, Carlos Tomada. “El aire podía cortarse con las manos. Estaban todos los milicos. No era un ambiente muy proclive hacia nosotros. Y Nestor, serio, dijo: proceda. Ellos pensaban que él iba a bajar el cuadro, nadie quería hacerlo. Y Nestor le dio la orden a Bendini porque tenía que ser el mismo Ejército el que lo sacara”. ¿Qué pasó con Bendini? ¿Dudó? «Había un silencio sepulcral. Imaginate ese edificio inmenso. Grande. Amplio. Era una galería donde estaban todos los cuadros, fuimos caminando hasta subir hasta el segundo piso. Todos muy compenetrados y, además, sentíamos, no sé si la presión, pero sentíamos el ambiente: no nos estaban aplaudiendo precisamente. Nestor le había dicho a Bendini lo que iba a hacer, pero que lo haga él se lo dijo en ese mismo momento. Bendini pensaba que iba a descolgarlos Nestor o el ministro». 

El clima con el frente militar no era de parabienes. El Congreso había anulado las leyes de impunidad, se reiniciaban los juicios y Parrilli venía de discutir en la ESMA con los marinos que aparecieron con un grupo de padres que se quejaba del traslado de la escuela a otro predio. “Nos habían hecho una emboscada –dice–. Estaba el jefe de la ESMA vestido con traje de gala y otros marinos. Yo los eché. Estaba Ibarra, fue unos días antes del 24, durante la recorrida con sobrevivientes. Tuve que llamarlo a Pampuro para que les diga que nos dejaran solos porque era una provocación”. Después llegó el 24. El cuadro. Parrilli está convencido que el robo no es cierto. “Bajamos el cuadro de Videla. No hay duda. Después dijeron que el cuadro había desaparecido. Generaron cualquier cantidad de cosas falsas, se prendieron los milicos, la derecha y Clarín, La Nación e Infobae. El objetivo era decir que protegíamos a Videla porque no habíamos bajado el cuadro verdadero. Yo no sé qué se hizo con el cuadro. Dónde quedó. Lo que digo es que generaron noticias falsas y algunos decían: ya lo vamos a volver a poner”.

Julio de Vido estuvo en el Colegio Militar y años después habló con Bendini. “El ambiente se cortaba con cuchillo”, dice. “Había algunos gestos que no llegaban a ser gritos, pero era una queja media sorda. La oficialidad se resistía, operada por los generales y los coroneles”. En marzo de 2020 antes del confinamiento de la pandemia vio a Bendini por última vez. Y hablaron del cuadro. “Me contó el tema con lujo de detalles, la cosa fue así –dice–: Nestor generalmente tomaba la decisión de algo, pero hacía como que te preguntaba antes y después hacía lo que quería. Vos nunca podías dejar de reconocer que te lo había preguntado. En el caso del Colegio Militar, le dijo a Bendini: Vamos a sacar los cuadros de Videla y Bignone, como que iba a sacarlo pero no en un acto. Le dijo: ´Yo voy a ir y quiero que usted lo baje ante un requerimiento mío´. A Bendini lo puso en una situación muy tensa, de estrés, está claro que no había puesto esos cuadros, pero en ese momento Bendini, le dijo:

–Los vamos a sacar nosotros.

–No –dijo Nestor–. Si los vamos a sacar, yo quiero estar.

Nestor siempre se te ponía a la izquierda, y algo así ocurrió. A Pampuro teníamos que estar dándole coramina, eso que te daban cuando tenías problemas de corazón. Hoy los dos están muertos, sino les preguntaba. Pero lo que sé es que Nestor redobló la apuesta y terminaron haciendo un acto público de la bajada de los cuadros que ha tenido una resonancia hasta hoy”.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/415654-el-dia-que-robaron-el-cuadro-de-videla