En la noche del 14 de diciembre de 1977, un avión Skyvan despegó desde el Aeroparque sin destino conocido. Llevaba una carga macabra: doce militantes que habían sido secuestrados días antes, trasladados a la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), torturados y ahora sedados para ser arrojados vivos al mar. Entre los secuestrados estaban las Madres de Plaza de Mayo Azucena Villaflor, Esther Ballestrino de Careaga y María Eugenia Ponce de Bianco y las monjas francesas Alice Domon y Leonie Duquet. El avión –prueba material de la última fase del exterminio llevado adelante por la dictadura argentina– será repatriado en las próximas semanas desde Estados Unidos por decisión del gobierno argentino para ser parte del espacio de memoria que funciona en lo que fue el campo de concentración de la Marina. “Desde 1977 venimos queriendo saber qué pasó con nuestras madres. Nos enteramos, tuvimos la recuperación de los cuerpos en 2005 y recién ahora podemos encontrar el avión y esperemos que el 24 de marzo esté en la exESMA, lugar donde debe estar para formar parte de la historia argentina”, le dice a Página/12 Cecilia De Vincenti, hija de Azucena que motorizó junto con Mabel Careaga el pedido para que el Skyvan vuelva a aterrizar en territorio argentino.

Mucho tiempo atrás, Cecilia y Mabel empezaron a caminar con una idea: si el avión todavía existía, tenía que estar en Argentina. Cuando les confirmaron que el Estado argentino finalmente cumpliría con su pedido, otro interrogante empezó a rondarlas: ¿De dónde sacarán valor para mirar a esa nave que transportó a sus madres hacia la muerte? “Es muy emocionante para nosotras haber tenido este logro, que es de tristeza, de dolor, pero también de reconstrucción histórica”, dice Cecilia.

“Es un proceso que culmina ahora con la llegada del avión, pero es un proceso que comienza en 2003”, apunta Mabel. “Es, en realidad, un proceso que se inicia con la denuncia de las Madres– resalta–. Esto tiene que ver con que nosotros no olvidamos, no perdonamos y que siempre vamos a querer la justicia. Además, en un momento en el que hay tanto negacionismo que pone en duda lo que pasó en el terrorismo de Estado o se hace apología de la desaparición y de la muerte, este avión representa lo salvaje que fue la represión: tirar personas vivas al mar. Este avión da cuenta de lo que eran capaces de hacer”, remarca Careaga.

Taty Almeida, referente de Madres de Plaza de Mayo-Línea Fundadora, las acompañó en el reclamo y fue a golpear puertas con ellas. Todavía se estremece al pensar que el avión volverá a la Argentina. “Estoy conmovida –como todas las personas de bien–. Entre todos lo logramos”, celebra una nueva victoria de quienes caminan por la verdad y la justicia.

Los secuestros de la Santa Cruz

Durante la dictadura, la Iglesia de la Santa Cruz, ubicada en la calle Estados Unidos, abrió sus puertas a los familiares que buscaban saber qué había pasado con los suyos. En una sala empezaron a hacerse reuniones para discutir cómo continuar con la búsqueda. A algunas de esas reuniones acudía un muchacho rubio, con estilo atlético, que se presentaba como Gustavo Niño. Decía tener un hermano desaparecido. Con el tiempo se supo que, en realidad, se trataba del marino Alfredo Astiz.

Para diciembre de 1977, las Madres de Plaza de Mayo estaban dedicadas a reunir firmas y dinero para publicar una solicitada en el diario La Nación. En eso estaban el 8 de diciembre cuando la cacería comenzó en la Iglesia de la Santa Cruz. De la parroquia, un grupo de tareas se llevó a Esther Ballestrino de Careaga y a María Eugenia Ponce de Bianco junto con otros militantes que participaban de las actividades. De allí también secuestraron a Alice Domon, una de las monjas francesas. Hubo también un operativo en el atelier del pintor Remo Berardo y otro en el bar Comet.

La solicitada se publicó el 10 de diciembre de 1977. Ese mismo día, secuestraron a Azucena Villaflor de De Vincenti cuando salió a hacer las compras en Sarandí, donde vivía. A Leonie Duquet fueron a buscarla a Ramos Mejía.

El grupo de la Santa Cruz fue torturado en la Escuela de Mecánica de la Armada (ESMA), como relataron los sobrevivientes. Los doce de la Santa Cruz fueron “trasladados” el 14 de diciembre de 1977 en un vuelo de la muerte. Gracias a los esfuerzos del Equipo Argentino de Antropología Forense (EAAF) se hallaron –entre 2004 y 2005– los restos de las tres Madres, Duquet y Ángela Auad.

El vuelo

El Skyvan PA-51, de la Prefectura Naval Argentina, despegó del Aeroparque Jorge Newbery a las 21.30 del 14 de diciembre de 1977. Lo piloteaba Enrique José de Saint Georges. De copilotos estaban Mario Daniel Arru y Alejandro Domingo D’Agostino. El mecánico era David Fernández. Nunca especificaron cuál era el destino de la aeronave.

En el avión estaban los doce de la Santa Cruz: Esther, Mary, Azucena, Alice, Leonie, Ángela, Remo, Patricia Oviedo, Raquel Bulit, Julio Fondovila, Eduardo Gabriel Horane y Horacio Elbert. El vuelo duró un poco más de tres horas. A las 00.40 el Skyvan PA-51 estaba de regreso en Aeroparque.

El Skyvan

La Prefectura tuvo cinco Skyvan, que son aeronaves utilitarias que permiten transportar pasajeros y lanzar carga en vuelo. Dos de ellos fueron destruidos en la guerra de Malvinas. Los otros tres fueron vendidos en 1994 a CAE Aviation Srl, que tenía sede en Luxemburgo. Tras ellos fueron la periodista Miriam Lewin –que, además, es sobreviviente de la ESMA– y el fotógrafo italiano Giancarlo Ceraudo.

En 2010, Lewin y Ceraudo encontraron el PA-51 en Estados Unidos, más precisamente en Fort Lauderdale, Florida. Para entonces estaba matriculado como N80GB y estaba en poder de la empresa GB Airlink Inc. Al hallar la aeronave también dieron con las planillas de vuelo, que permitieron entender que ése era el avión de la Prefectura que se había usado para arrojar con vida al mar a las Madres, las monjas francesas y a los otros siete militantes que solían reunirse en la Iglesia de la Santa Cruz. El piloto Enrique Piñeyro fue quien revisó las planillas para llegar a esa conclusión.

“En el cielo también existieron las zonas liberadas, donde las fuerzas armadas lograron completar su plan criminal, usando el método de asesinato mas aberrante conocido, los llamados vuelos de la muerte”, dice Mercedes Soiza Reilly, quien representó a la fiscalía en el juicio de la ESMA Unificada.

“En este esquema, unos pocos documentos fueron de carga obligatoria, las llamadas planillas de vuelo. A lo largo de las investigaciones, en estas planillas se detectaron vuelos anómalos e irregulares que se emparentaron inmediatamente con los vuelos de la muerte. Las planillas vincularon las aberraciones practicadas por los pilotos y los tripulantes de vuelo. El hallazgo del avión y su recuperación es la marca del legado que ha dejado la lucha de los movimientos de derechos humanos en los procesos judiciales”, añade Soiza Reilly.

El hallazgo no solo aportó a la verdad, sino fundamentalmente a la justicia. Esa información fue clave para que la justicia argentina reconociera, por primera vez, la mecánica de los vuelos de la muerte. En noviembre de 2017, el Tribunal Oral Federal (TOF) 5 –integrado por Daniel Obligado, Leopoldo Bruglia y Adriana Palliotti– condenó a prisión perpetua, entre otros, a los pilotos Arru y D’Agostino. Saint Georges había muerto tiempo antes.

El Skyvan todavía está activo. Hace dos semanas hizo un un vuelo. Actualmente tiene la matrícula N190WW y es propiedad de Win Win Aviation. Según la página web Flight Aware, está estacionado desde el 13 de enero. Gran parte de esta reconstrucción la hicieron desde los equipos de relevamiento del Ministerio de Defensa, destacan Careaga y Devincenti. La tarea fue fundamental para confirmar que efectivamente se trataba del avión que encontraron Lewin y Ceraudo, y para que se recorriera el camino para repatriarlo.

El pedido para que vuelva

Hace casi tres años que Cecilia, Mabel, Héctor Francisetti –marido de Mabel– y Taty empezaron a tener reuniones para pedir que el Skyvan vuelva al país. Se entrevistaron con el presidente Alberto Fernández; fueron al Ministerio de Defensa y al Ministerio de Justicia. Taty sugirió verlo al ministro de Economía, Sergio Massa, para que dispusiera de los fondos para recomprar el avión. En simultáneo le llevaron la documentación al senador Oscar Parrilli y él a la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, quien pidió que se avanzara con la repatriación.

“No hacemos más que agradecerle a Sergio Massa porque dijo ‘lo hacemos’ y lo hizo. Fue una decisión histórica que se tomó con la anuencia del gobierno”, remarca Taty, que intercambió abrazos con Cecilia y con Mabel después de la noticia.

“Yo no hago más que agradecerle a Dios poder vivir esto: que este avión esté acá y que vaya al museo de la ESMA”, dice la integrante de Madres de Plaza de Mayo–Línea Fundadora. “Esto es memoria, es la prueba evidente de lo que los genocidas hicieron con nuestras queridas Madres y con nuestros hijos. Es hacer justicia, también, porque es una prueba más para los negacionistas de que todo lo que decimos es verdad”, dice.

La noticia corrió más rápido de lo que hubieran querido. Antes querían comunicárselo a sus compañeros y compañeras de lucha de tantos años. Aun no se sabe cuál sería el día de la llegada del Skyvan, pero para Mabel y para Cecilia hay una certeza: «Queremos compartirlo con el resto de los familiares».

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/519367-repatrian-uno-de-los-aviones-de-la-muerte-de-la-esma