Desde Brasilia

Desde inicios de la década del 70 el dictador brasileño Emilio Garrastazú Médici – alabado a menudo por Jair Bolsonaro – contó con la complicidad de régimen militar argentino para llevar adelante la cacería silenciosa de exiliados que actuaban en la resistencia democrática.

Una de las primeras acciones coordinadas ocurrió en el invierno de 1971 cuando elementos de la policía federal raptaron en el aeropuerto de Ezeiza a Edmur Pericles Camargo, un militante brasileño al cual le seguían los pasos los servicios de varios países. Desde entonces continúa desaparecido.

Transcurridos cincuenta años de este delito de lesa humanidad, este jueves Jair Krischke, el máximo investigador del Plan Cóndor en Brasil, y el premio Nobel Adolfo Pérez Esquivel, denunciarán el caso ante el juzgado federal de Lomas de Zamora.

«Estoy muy confiado en que nuestra querella prospere, tengo una gran expectativa en que la justicia argentina esclarezca estos delitos imprescriptibles y haga lo que no hizo la justicia de mi país que no ha procesado penalmente a ningún represor de la dictadura», dice el infatigable Krischke, luego de haber librado batallas en tribunales de su país y el exterior.

«Brasil sufrió una dictadura terrible, larguísima, de 21 años, que encima de seguir impune hasta hoy es tomada como modelo por Bolsonaro y los militares que lo rodean», sostiene Krischke en esta entrevista con PáginaI12.

Ezeiza

«El 16 de junio de 1971 Edmur (Pericles Camargo) estaba dentro de un avión de Lan Chile, era el vuelo 317 que venía de Santiago.

En esa época Lan Chile era una línea aérea del estado. Eran más o menos las cuatro de la tarde cuando polícías argentinos entraron al avión y reconocieron a Edmur que estaba sentado. La visión de Edmur no era muy buena, cuando estuvo preso fue brutalmente torturado y perdió prácticamente toda la vista en un ojo».

«Los policías lo detuvieron sin orden judicial y lo sacaron del avión a la fuerza» relata Krischke, titular del Movimiento de Justicia y Derechos Humanos (MJDH) de su país.

«Lo metieron en un vehículo y se lo llevaron hasta Aeroparque adonde ese 16 de junio llegó un avión de la Fuerza Aérea Brasileña que el 17 de junio muy temprano, antes de las seis de la mañana, lo trasladó clandestinamente hasta la base aérea militar del Galeao, en Río de Janeiro».

«Todo lo que estamos contando aquí está muy bien documentado», garantiza Krischke.

En la denuncia judicial prevista para este jueves se adjuntarán papeles secretos obtenidos en Brasil por el MJDH y en Argentina por la Comisión Provincial por la Memoria, presidida por Pérez Esquivel y cuyo secretario es Roberto Cipriano, que también firma como querellante.

Cartas a Goulart

«A Edmur lo llamaban ´Gauchao´, lo conocí personalmente en los años 60, era un hombre robusto, un tipo muy buen humor y de acción, fue deportado en enero de 1971 de Brasil a Chile donde ya gobernaba Salvador Allende, que había dado acogida a muchos otros perseguidos que corrían el riesgo de ser eliminados en Brasil», recuerda Krischke.

«Los militares no tuvieron más remedio que enviarlo a Chile junto a otros 69 presos políticos en trueque por la liberación del embajador suizo en Brasil, Giovanni Enrico Bucher, secuestrado por un grupo guerrillero al mando del ex capitán del ejército Carlos Lamarca».

La captura del diplomático suizo en Río de Janeiro en diciembre de 1970 tuvo sabor a humillación para el general-presidente Garrastazú Médici.

Fue el cautiverio más prolongado de una personalidad secuestrada durante la dictadura y el responsable de la acción fue un militar disidente, Lamarca, que luego sería asesinado.

Con el golpe de 1964 se había consolidado en el ejército el ala conservadora pro estadounidense frente a una corriente minoritaria, aunque importante, de oficiales y suboficiales nacionalistas defensores del presidente Joao Goulart.

En 1964, a poco de ser derrocado Joao «Jango» Goulart se estableció en Montevideo donde moraba una legión de exiliados como el coronel democrático Jefferson Cardim Osorio, secuestrado en 1970 en Buenos Aires en otro operativo argentino-brasileño, con apoyo uruguayo.

En torno del mandatario derrocado orbitaban demócratas más o menos moderados junto a grupos de izquierda e incluso miembros de la resistencia armada, como el propio Edmur Pericles Camargo.

Para esas facciones, entre las que no faltaban diferencias, Goulart era una figura con peso suficiente para conducir un proceso de reconstrucción democrática fraguado en lo que se dio en llamar un «Frente Amplio».

Ese Frente, armado en Montevideo, llegó a contar en el apoyo de políticos derechistas arrepentidos de haber apoyado el golpe.

«Cuando Edmur (Pericles Camargo) fue secuestrado en Buenos Aires, él estaba haciendo solo una escala porque iba a seguir viaje hasta Montevideo para entregar tres cartas a Goulart enviadas por opositores a la dictadura que se encontraban en Chile, que querían estar articulados con lo que pasaba en Uruguay», precisa Krischke.

Tirar del hilo

Jair Krischke plantea que si la justicia argentina logra esclarecer el crimen contra Camargo se dará un paso hacia la deconstrucción de la madeja de complicidades entre militares, servicios de inteligencia y diplomáticos participantes en el aparato de represión sudamericano surgido en aquellos años y que «cuenta con cómplices que quieren mantener todo en lo oscuro hasta en la actualidad».

Es posible que surjan elementos que permitan develar «lo mucho que todavía falta por saberse del Plan Cóndor, porque después de estar investigando el tema durante muchos años estoy convencido de que el Cóndor fue una idea surgida en Brasil, pero como nada se investigó en mi país, el Cóndor brasileño es Cóndor menos conocido».

«El Cóndor surgió formalmente en 1975 en Chile pero tenemos este caso de Edmur en 1971 y otros más o menos contemporáneos que nos muestran que la red ya estaba funcionando desde antes».

El Cóndor no era sólo represión

Al Cóndor se lo suele reducir a su aspecto represivo, siendo que que esa faceta se completa con su función como instrumento al servicio de la estrategia brasileña de desestabilizar gobiernos democráticos y alentar la implantación de dictaduras inspiradas en la doctrina de la seguridad nacional.

Desde que llegaron al Planalto en 1964, los generales brasileños aportaron dinero, información y técnicas represivas a los militares sediciosos que luego tomarían el poder en Uruguay, Chile y Bolivia, según está probado en cientos de materiales desclasificados.

Bolsonaro

Krischke entiende que el proceso judicial en Argentina podrá tener repercusión en su país y afectar la imagen de Bolsonaro, cuya biografía está atada a la dictadura.

«Creo que este juicio puede ser una mala noticia para Bolsonaro y para su política de falsear la historia haciendo creer que la dictadura fue una época de calma y de prosperidad, que en Brasil crecía la economía y se vivía en el mejor de los mundos».

Krischke confía en que se pueda hacer un «trabajo de esclarecimiento afuera hacia adentro de Brasil», y trae como ejemplo el proceso sobre el Plan Cóndor realizado en la justicia italiana, con la cual él colaboró, y donde hubo varios represores brasileños procesados. Pese a que ninguno fue condenado.

«Si la causa avanza en el juzgado de Lomas de Zamora en Brasil algunos se van a plantear por qué todavía no se derogó la ley de amnistía de los militares».

Consultado sobre la posibilidad de que el caso sea judicializado en Brasil, Krischke responde: «no creo que pase eso en Brasil , pero esto puede ir a parar a la Corte Interamericana de Derechos Humanos, o a otros foros internacionales donde la imagen de Brasil y de Bolsonaro son bastante malas, recuerde que Bolsonaro ya tiene varias presentaciones ante la Comisión Interamericana de Derechos Humanos y que fue denunciado ante Tribunal Penal Internacional».

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/383077-plan-condor-presentaran-una-querella-en-argentina-por-la-des

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