El proyecto de ley entró al Senado. Se espera un trámite veloz que termine jueves o viernes. La mayoría se conformará (valga la expresión) con aporte mayoritario de Juntos por el Cambio (JxC). El Frente de Todos (FdT) seguirá dividido.
La redacción final pactada con la oposición desnaturaliza la ley 27.612 promovida por el propio presidente para llevar al Congreso todo los acuerdos con el Fondo Monetario Internacional (FMI). Configura un simulacro: incumple las pretensiones originarias de la norma.
Los cambiemitas se fortalecieron, allende algunas rebeldías menores de figuras de reparto (por ejemplo, los diputados Fernando Iglesias y Ricardo López Murphy). El Ejecutivo tendrá la ley, ganará tiempo, oxígeno en una atmósfera tóxica.
Mañana empieza el desfile de funcionarios por la Cámara Alta. Trago especialmente amargo para el ministro de Economía Martín Guzmán. Tendrá que hacer lo debido apelando a elocuencia y gambetas. Bancar la redacción que criticó desde el vamos, agradeciendo cada pregunta y argumentando con solvencia o hasta con elegancia. Pero en las tratativas acabaron puenteándolo. El presidente de la Cámara de Diputados Sergio Massa, facultado por AF, cobró protagonismo y cerró tratos con los contrincantes; estuvo en su salsa.
Tras haber conversado con el presidente, Guzmán reconocerá y ponderará (palabra más o menos) las facultades del Poder legislativo. Muchos problemas lo esperarán al salir: la inflación seguirá estando ahí. La de febrero, próxima a anunciarse, será elevada. La de marzo, ay, también.
El domingo próximo, calculan en la Casa Rosada, se inaugura otro escenario. El Acuerdo permite ganar tiempo, pasar años sin realizar pagos al Fondo. Acumular divisas, entonces. Fortalecer la gobernabilidad. Condiciones necesarias, no suficientes, para cumplir con la deuda social. Una fracción minoritaria aunque relevante del FdT considera ruinoso y contradictorio al Acuerdo. La coalición oficialista atraviesa su peor momento. La unidad está en riesgo y debería reconstruirse.
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Operaciones y festejos: Los otros también juegan. El establishment celebra Expoagro que –coincidencias te da la vida– ocurrió justo ahora. Cuesta exagerar los ditirambos volcados en Clarín y La Nación. El diario de los Mitre le dedica su clásico editorial latoso sin privarse de señalar que el expresidente Mauricio Macri fue ovacionado. La Tribuna de doctrina, su canal de cable (aseguran) conservan sus primitivos dueños pero a menudo parecen una propaladora de Macri.
El columnista especializado de Clarín, Héctor Huergo, se deshace en alabanzas: “La mejor Expoagro de la historia” (…) demostración conmovedora (…) impresionante por donde se la mire. (…) un clima de negocios excepcional” en las primeras diez líneas. Las crónicas hegemónicas cotidianas reflejan (quieras que no) un marco de opulencia exótico para la mayoría de los argentinos. Record de ventas, créditos bancarios que se expenden como sánguches de chorizo a tasas asombrosas… 24 por ciento anual, a veces cero por ciento. Los productores compran maquinaria agrícola como reserva de valor, aduce alguien. Sin ser experto uno piensa que nadie adquiere esos bienes para guardarlos debajo del colchón, los usarán en buena hora.
El autorretrato muestra a un sector privilegiado que contrasta con la malaria general. Las operaciones político mediáticas llegan en combo. «Ni se les ocurra aumentar las alícuotas de las retenciones» proclaman a coro los periodistas, los dirigentes agropecuarios, los de Juntos por el Cambio. El Jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta se entusiasma, hace demagogia para pocos: propone rebajarlas en medio de la crisis, con las arcas estatales desfondadas.
El principal operador económico de Clarín, Marcelo Bonelli, menciona posibles reemplazantes de Guzmán, recorre un elenco de economistas afines al Gobierno. Cuela (recomienda) por su cuenta, a Martín Redrado. Hernán Martín Pérez Redrado es, para el establishment nativo como el colombiano Juanfer Quintero en River: el 10 que está en el banco, el primer relevo que la tribuna (o los palcos VIP) espera, reclama con cánticos. Y celebrará si el crack entra a la cancha.
Bonelli “revela” un paper secreto del Instituto Patria para duplicar las retenciones. Los dueños de la tierra alzan la guardia, ya se dijo. En el equipo económico niegan que exista ese proyecto, que el desacople entre los precios internos y los internacionales del trigo se busca mediante el Fideicomiso que diseñó y propugna el Secretario de Comercio Interior Roberto Feletti.
Sin bola de cristal aunque con experiencia costumbrista, el firmante de esta nota estima que es factible el reclamo por suba de retenciones proveniente de algún espacio o dirigente peronista, en días venideros.
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Mutis provincial, desafíos al Gobierno: El Gobierno necesita mejorar la vida de los argentinos en un lapso breve, en este año pongalé, y sin plata no hay paraíso ni despegue a la vista. Semanas atrás, el oficialismo nacional sugirió a los gobernadores que mejoraran su recaudación aumentando Ingresos brutos, explorando la posibilidad de legislar impuestos a la herencia. La propuesta careció de eco, dicho con un eufemismo. Crear nuevos impuestos nacionales asoma imposible con la actual correlación de fuerzas en el Congreso. La clave, entonces, pasará por ingresos de divisas y por mejoras en la administración tributaria. Recaudar más y mejor, con mayor progresividad. La nota de Raúl Dellatorre en esta misma edición describe algunas medidas bien rumbeadas en ese sentido. Le cabe a la AFIP sostener la recaudación que creció por encima de la inflación durante el año 2021. Un mérito de la reparticiòn y de su tituar Mercedes Marcó del Pont.
El equipo económico respirará después del 22 de marzo cuando ingresen dólares provenientes del FMI. Los pagos de otros organismos internacionales sustentan usualmente obra pública o programas sociales, también suman. En el Banco Central y en Economía palpitan meses de relativo alivio financiero. Relativo, se subraya.
Mejorar el fondeo del Estado es esencial para comenzar a cambiar.
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Interna y tentaciones: Los diputados de La Cámpora no hablaron en la sesión para no recalentar el ambiente. El posterior documento de la agrupación justificando los votos no positivos es muy severo: le adjudica a “Guzmán y el equipo económico” haber negociado mal y haber incurrido en una serie de deslealtades internas, “secretismo” y “hermetismo” entre tantas.
Las declaraciones del ministro del Interior Eduardo de Pedro, aceptando el Acuerdo como mal menor contra una catástrofe, aportaron un matiz paliativo.
En contrapeso, un tuit publicado ayer por Andrés Larroque, ministro de Desarrollo de la comunidad bonaerense, retoma otro conflicto estallado el jueves. Es lacónico y áspero a la vez: “Aturden el silencio y la parsimonia del gobierno frente al ataque al despacho de la Vicepresidenta”.
Los sindicalistas de la bancada, con Sergio Palazzo y Hugo Yasky a la cabeza, optaron por la abstención y por exigir compromisos concretos con la gente común.
En promedio la interna arde, los estridentes comentarios off the record la acentúan… un mal de la etapa.
La coalición, como las de administraciones anteriores, no construyó espacios políticos de encuentro y diálogo interno por fuera de la gestión gubernamental. He ahí un rasgo perdurable de la cultura política argentina, una falencia endémica. Sin instancias orgánicas para intercambiar, disentir y consensuar el internismo se ahonda, las movidas sorprenden a los compañeros. Un ejemplo, no único, fue la renuncia del diputado Máximo Kirchner a la presidencia del bloque: no se discutió en el bloque ni en plenarios de la Cámpora ni en el PJ bonaerense. La ausencia de organicidad debilita, existe en las facciones más potentes del FdT.
En ese contexto, fulero, el presidente tiene que relanzar la gestión, producir medidas novedosas, conseguir un salto de calidad. En más de dos años de mandato el gobierno no concretó una ampliación perdurable o institucional de derechos laborales o sociales. Ni siquiera medidas de impacto y esfuerzo fiscal rotundos posteriores a los Anticipos al Trabajo y a la Producción (ATP) o el Ingreso Familiar de Emergencia (IFE) en el momento más crudo de la pandemia. Un gobierno peronista, por definición, adeuda nuevos derechos y conquistas.
Ronda en la Casa Rosada la tentación de replegarse al “albertismo” (existente o imaginario), hay quien la susurra en Palacio. Sería un error porque todo repliegue al “núcleo duro” aísla a cualquier Gobierno, la experiencia histórica alecciona al respecto.
Los relevos de funcionarios que no funcionan tendrían que registrar que esa categoría es transversal a las fuerzas que integran el FdT. Tan complicado como ineludible el deber de Alberto Fernández, en el marco de las pulseadas internas.
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Mirar a los otros: Terminemos por un repaso variado de la semana. Dio gusto presenciar la asunción del presidente chileno Gabriel Boric. Una victoria del campo popular que es prólogo de la trabajosa tarea de gobernar, un rayo de luz en la región.
Las movilizaciones del 8M mostraron la constancia de los feminismos, la capacidad de combinar, lucha, alegría y dolor. La presencia en el espacio público como recurso para construir poder.
La carta escrita de la joven violada por un grupo de varones denuncia y desmitifica al modo en que se informa en la Argentina. A su periodismo mainstream: discriminador, machista, violento, frívolo a más no poder.
Otros sucedidos de la semana bajonean, tonifican a la derecha local que no aprendió nada en el llano, que no olvidó ni perdona. Ensoberbecida, busca impunidad como lo probó el pedido descarado de Macri en las conversaciones entre cambiemitas.
La derecha cuestiona el Acuerdo con el Fondo por su mayor virtud que es no contener reformas regresivas: laboral, jubilatoria, achicamiento de sector público, despidos masivos.
La desigualdad trepa, las diferencias sociales y económicas se potencian. El poder económico va por más. Pide exenciones impositivas, franquicias. Minga de solidaridad en una etapa signada por las carencias, la peste, ahora la guerra en Europa.
El maestro Arturo Jauretche aconsejaba, para tiempos de confusión, observar al adversario o al enemigo. Estos días fueron gratos, hasta de jolgorio, para el establishment y sus aliados políticos. Infaustos para el movimiento popular. La soberbia de la derecha, su ambición, el modo en que avanza deberían interpelar al conjunto del oficialismo.
La unidad del FdT se concibió como un medio para mejorarle la vida a los argentinos, en especial a los más humildes. Fue clave para imponerse en las elecciones, una jugada brillante de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. Le puso una bisagra asombrosa a la historia.
La construcción flaquea ahora, el deber colectivo consiste en no engolosinarse con las diferencias, en no creerse el único sector patriótico o dueño de la verdad absoluta. Entre los rescates de Néstor Kirchner que cunden puede ser beneficioso recordar sus alusiones a la “verdad relativa”, un hallazgo de la inteligencia, un mensaje para el conjunto.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/407650-las-internas-del-gobierno-los-entusiasmos-de-la-derecha