¿Cuánto tiempo puede transcurrir hasta que una verdad es revelada? Pasaron 47 años del golpe del 24 de marzo de 1976 y todavía hay hechos que recién ahora son contados en público por quienes los sufrieron, datos que recién ahora completan historias. Algo de esto sucedió en la audiencia del Juicio “Brigadas”, cuando una sobreviviente del Pozo de Quilmes denunció por primera vez que allí fue torturada y violada “varias veces” por el represor Jorge Bergés y una banda de genocidas que la tenían cautiva, algo que ni sus hijos sabían hasta el momento. También, cuando una hija de desaparecides tradujo en testimonio la ausencia “que se siente toda la vida” así como el “shock impactante” que sintió cuando supo, hace poco más de un año, que su mamá estaba embarazada al momento de su secuestro y que es posible que su hermane haya sido apropiade.
La audiencia 108º del juicio que se lleva a cabo en La Plata sobre violaciones a los derechos humanos que tuvieron lugar en las Brigadas de Investigaciones de la Policía bonaerense en Banfield, Quilmes, Lanús y San Justo ofreció este martes otra jornada de testimonios crudos y reveladores, pero sobre todo importantes a la hora de confirmar la relevancia de los juicios de lesa humanidad como vías de reparación para sobrevivientes y familiares de víctimas, así como proveedores de información nueva para seguir reconstruyendo las historias diezmadas por el genocidio. Y, además, para reforzar y ampliar el proceso de juzgamiento de aquellos crímenes.
El testimonio de Lara
“Era muy importante que Laura declare. Su testimonio es representativo del daño extendido que generó el terrorismo de Estado”, postuló la abogada querellante de Abuelas de Plaza de Mayo Colleen Torre, quien lideró el cuestionario a esta mujer de 48 años que por primera vez contó ante un tribunal su historia.
Laura Garack es hija de Carlos Eduardo Garack y Beatriz Alicia Lenain. Se hace llamar “Lara”. Supo con los años que ése era el nombre que su mamá y su papá hubieran querido ponerle de haberlo permitido el Registro Civil. Tenía un año y 8 meses cuando, el 5 de febrero de 1977, “El Largo”, como le decían a su papá, y “Beli”, como la llamaban a su mamá, fueron secuestrades en un operativo en la casa donde vivían. La patota la dejó a ella en lo de unes vecines con un papelito en el que estaba el teléfono de la casa de sus abueles maternes, una familia encabezada por el coronel Jorge Lenain, que estaban de vacaciones. Les vecinos la cuidaron unos días hasta que la familia paterna logró contactarla.
Su infancia y su adolescencia fueron un tiempo “muy difícil”, describió, transcurridas en “una casa llena de tristeza». Ella y sus abueles almorzaban mirando a la calle, esperando el regreso de Beatriz y Carlos, vivían en «la espera eterna». Ella tenía “la fantasía” de que su mamá y su papá la «estaban espiando, agazapados, con miedo a regresar por la situación que todavía vivía el país». «Me miraba en el espejo, me arreglaba y me preguntaba ¿les gustaré?».
Cuando creció supo que aquella esperanza estaba mal, que debía “matar” a sus padres para avanzar. A la par comenzó a querer reconstruir la historia. Le costó, pues en las familias el tema estaba «negado». Supo que “Beli” militaba en la JUP y Carlos en Montoneros, que se conocieron en el Ministerio de Transporte, donde también trabajaba María Elena Rosas, la mejor amiga de su mamá, quien declaró detrás suyo en la audiencia, y Chela, una tía de su papá.
A los 18 años conoció a María Elena, y entonces todo cambió. “Yo estaba enojada con mis padres porque habían elegido a la política por encima de mí. Pude contextualizar sus ideales, la clase de personas que eran, la conciencia social y las buenas intenciones. Entendí, me amigué con ellos y su memoria», aseguró. Juntas acudieron al Equipo Argentino de Antropología Forense para que “Lara” dejara muestras de sangre. Allí supo que Carlos y Beli habían sido vistos en el Pozo de Quilmes. “Después, el testimonio reciente de Fernando García los describe con la certeza de que eran ellos”, contó.
García declaró como testigo en este mismo juicio en febrero de 2022. Y no solo confirmó que compartió cautiverio con el “Largo” y su compañera, sino que también dijo que ella estaba embarazada, dato que “Lara” supo hace “muy poquito”. «Fue tremendo, un shock enorme” enterarse, remarcó. Con la posible existencia de un hermane, sus padres “revivieron”, dijo. «¿Qué habrá pasado? ¿habrá nacido? ¿habrá sufrido? Si vive, ¿sabe? Una noticia impactante, triste y a la vez alegre», reconoció. El caso no estaba registrado en Abuelas de Plaza de Mayo ni en la Conadi. Laura Garack ya dejo su muestra de ADN en el Banco Nacional de Datos Genéticos.
“Si hay algo que surgió mucho en este juicio es la identificación constante de nuevas víctimas, la narración constante de nuevos hechos, como el embarazo de la mamá de ‘Lara’, todo esto 47 años después”, subrayó Torre. “La reconstrucción del rompecabezas que la dictadura quiso destruir es un proceso que no termina nunca”, añadió.
El testimonio de Mabel
La reflexión de la abogada se confirma en el testimonio de Mabel García, la primera testigo de la jornada. «Estuve muchos años esperando esto», introdujo antes de comenzar a responder las preguntas de Ana Oberlin, auxiliar fiscal en el debate. La mujer, que tenía 26 años cuando fue secuestrada, torturada y abusada en el Pozo de Quilmes, algo que la transformó en otra persona para siempre, contó recién en 2021, en el marco de la instrucción de la causa, todo lo que sufrió en dictadura. “Quiero tomarme un tiempo para poder contar cómo era mi vida antes», apuntó.
García proviene de una familia peronista. Su tío materno, Roberto Morguen, fue un reconocido dirigente del partido de Quilmes. Habló de “vocación” en algún momento de su testimonio para referise al trabajo político que desarrolló desde principios de los 70 en una unidad básica de su barrio. Para las elecciones de 1973 integró la lista del Frejuli como consejera escolar, que terminó presidiendo. Desarrolló a la par trabajo social en el barrio de emergencia Los Eucaliptos. Sin embargo, aclaró, “nunca” integró “ninguna organización revolucionaria. Siempre milité en esa unidad básica».
Pero entonces llegó el 24 de marzo de 1976 y tanto él como su esposo, Raúl Juan –personal administrativo de la UTN– quedaron sin trabajo. Una noche de julio de 1977 que estaba sola en la casa con sus dos hijos –una nena de 6 y un nene de 4–, una patota derribó la puerta a golpes. Le pedían armas, le preguntaban por gente «que no conocía, en mi vida toqué un arma». Se la llevaron a la rastra. Cuando su hijito quiso agarrarla, le pegaron en la cabeza, «lo dejan tirado en el piso, ensangrentado». La subieron en el asiento de atrás de lo que cree era un Torino. Trayecto corto. La bajaron en la Brigada de Investigaciones de la Bonaerense local. El Pozo de Quilmes, lo reconoció muchos años después.
Allí, Mabel fue torturada y violada. Varias veces por varias personas. Entre ellas, reconoció a Jorge Bergés, uno de los acusados en el debate: «Lo pudo reconocer porque era quien controlaba que nosotros pudiéramos soportar las torturas. Un hombre cruel, sádico. Nos hacía todas las prácticas sexuales que se le antojaban», denunció. A Mabel le costó «mucho» contar estas vejaciones. «Mis hijos se están enterando en este momento», dijo. «Durante mucho tiempo la Justicia no tuvo una escucha habilitante para esta clase de relatos. Esa es la razón por la que muchas mujeres ni siquiera se animaron a contar lo que vivieron. Cuando esto cambia, cuando la Justicia genera un contexto para que estos relatos afloren, lo hacen, como el caso de Mabel», apuntó Oberlin.
Tras varios días en el Pozo de Quilmes, Mabel fue trasladada a la comisaría 1ª. El sargento Montero la recibió: «Tranquila, me dijo, y bienvenida a la vida», recordó. En cautiverio, pero legalizada se reencontró con sus hijos. Al tiempo fue trasladada a la Unidad 8 de Olmos, donde estuvo diez meses. La liberaron en Solano. «Después de esto nunca más pisé una unidad básica, nunca más quise hablar de política. Me ultrajaron, se llevaron todas las cosas que encontraron cada vez que fueron a mi casa, mi vocación, se llevaron a Mabel«, concluyó. Sobre Bergés, postuló: «Lo único que pido a este tribunal es que este hombre termine en la cárcel».
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/558062-la-verdad-que-sigue-aflorando-en-los-juicios-por-crimenes-de