Entrado el país entero en la recta electoral final, la política parece estar a prueba quizás como nunca antes. Conmovida la sociedad argentina por las incesantes guerrillas informativas del último mes –y arduamente sorteadas las zancadillas interpuestas al siempre necesario fortalecimiento de la democracia– aún sin garantías de mejor resolución parece oportuno celebrar el inminente fin de la película de terror que condicionó la peligrosa inestabilidad emocional de 47 millones de argentin@s que, pareciera, no tuvimos mejores sueños ni afanes que alcanzar el más digno resultado electoral posible el próximo domingo 19. Y que no es poca cosa, por supuesto, pero a menos de 100 horas del comicio la verdad es que todavía nada está garantizado.
Claro que por lo menos desde el domingo anterior, y un poquitín más acá, pareció resurgir una esperanza superadora de meras expresiones de deseo. A sabiendas de que nada es seguro (esto es la Argentina, lo sabemos) y siendo obvio que el único resultado aliviador será el que se anuncie oficialmente el próximo domingo por la noche, es válido y oportuno dejar sentado que la inmejorable síntesis de la competencia electoral la brindará la alegría del pueblo argentino emergiendo de la incalculable hojarasca de mentiras, tretas, engaños, trampas y falaces propagandas (eso que ahora se llaman colonizadamente «fake-news»).
Claro está que también, y al menos para esta columna, la sociedad ha tenido oportunidad de considerar y apreciar algunos buenos antídotos, el más contundente de los cuales quizás haya sido la profusa circulación de esa doble fotografía apaisada que devino sutil pedagogía: de un lado Raúl Alfonsín en 1983 y debajo la pregunta: «¿A quién votaría Alfonsín hoy?» Y al otro lado el dictador y genocida Jorge Rafael Videla, y debajo la pregunta: «¿A quién votaría Videla hoy?»
Opción imperativa y de fácil respuesta para peronistas, radicales, socialistas y demócratas en general, o sea la inmensa mayoría del pueblo argentino.
Como sea, en las 96 horas que restan para el final de este extraordinario y esencial proceso democrático, es todavía posible que esta República y este Pueblo deban enfrentar situaciones inesperadas, peligrosas e incluso de alto riesgo para la democracia tan arduamente recuperada aquel diciembre del ´83. Y es que todo puede suceder cuando siguen operando y a todo trapo las parvadas de cipayos y traidores, de enanos fascistas y de estúpidos en patota.
Pero es por eso mismo que corresponde decir –decirnos– que del aluvión de propuestas, propagandas, insultos, promesas, mentiras y engaños de todo tipo que propagandiza la prensa canalla, y sobre todo la telebasura de 24 horas cada día, parecería que lo que más llamó la atención esta semana fue ese brevísimo y contundente mensaje de guatsap comparativo de un demócrata y un dictador. Y comparación que tiene su correlato en estos días, y en este balotaje.
Lo cierto es que a mitad de la última semana antes de la votación, todo tipo de vientos y movimientos, inesperados e imprevistos, y sobre todo cargados de mala leche, impiden alivios y distracciones.
Tanto y tan importante es lo que se juega en la arena comicial, que varios seguidores del Gritón Despeinado renuncian a seguirlo, e incluso hay muchos legisladores ya electos que ahora huyen como de una peste, y eso mientras a la vez sucede que innumerables afiliados y simpatizantes de la centenaria Unión Cívica Radical apoyan al candidato Sergio Massa, quien por lo menos –y no es poco– atrae en lugar de espantar votantes.
Todos esos migrantes llevan consigo –como es lógico– honestas decepciones bien diferenciadas de los espurios intereses de los necios olfateadores de supuestas posiciones futuras obtenidas lamiéndole los botines al GD.
Y a todo esto sobresalió en la última semana la presencia y protagonismo –en cierto sentido impactante– del Sr. Mauricio Macri, quien de una hora para la otra se convirtió en mago de operaciones, demostrando su sigilosa habilidad de jugador de bridge deseoso de hacer un Grand Slam que le restituya no sólo algún protagonismo sino también cierta onanista sensación de poder.
Quedará para un improbable futuro especular por qué Macri presionó y apuró tanto a Milei. Pero lo cierto es que éste empezó a verse –justo la ultima semana precomicial– más tambaleante de lo esperado, y encima aceptando, aunque a regañadientes, algo que la Historia quizás no establezca en el futuro: si fue él quien corrió a buscar a Macri, o si fue éste el superastuto que le dio cobijo y lo condenó a ser su lacayo para todo uso.
Como fuere, el pacto inter-pares que parece asociarlos, también parece mostrar que el calabrés volador ha impuesto condiciones a la ambición del hombre de la motosierra. Todo puede ser, cree esta columna, ya que nada es seguro a menos de 100 horas de los recuentos dominicales del próximo 19 de Noviembre a la noche. Que no es fecha sin relieve, cabe subrayarlo, ya que, por caso, desde 1992 es el Día Mundial de la Prevención del Abuso Sexual de Niños, Niñas y Adolescentes. Como también fue el día de 1882 en que Dardo Rocha fundó la ciudad de La Plata, y el día de 1969 en que en el estadio Maracaná Pelé anotó el gol número 1000 de su carrera futbolística. Y en 1972 y en el bonaerense Vicente López tuvo lugar el histórico abrazo de Juan Domingo Perón con Ricardo Balbín.
Claro que, y por si fuera poco, según las efemérides recopiladas por el diario La Nación en 2022, el 19 de Noviembre es también «el Día del Retrete». Quién sabe por qué. @
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/616757-final-de-juego-con-esperanza