La presentación de un libro que cuenta desde adentro el año transcurrido entre el golpe de Estado en Bolivia y el regreso de Evo Morales a su patria, una vez reestablecida la democracia, reunió ayer en la Embajada de México al presidente Alberto Fernández con el protagonista del libro, y con el expresidente de Ecuador Rafael Correa, el exvicepresidente boliviano Alvaro García Linera, el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, entre otros funcionarios y personalidades. Fue ocasión para que Fernández analizara lo ocurrido en el país vecino en clave regional, con fuertes críticas a la imposición del lawfare y al funcionamiento de la justicia, de las que no estuvo excenta la Corte Suprema local. Y también para que el líder boliviano –que venía de reunirse con Hebe de Bonafini— agradeciera a la Argentina y a México, y en particular a Alberto Fernández por lo que no deja de repetir cada vez que repasa los intensos días que vivió tras el golpe en Bolivia: que, literalmente, le salvó la vida

«Un thriller geopolítico que pone en primer plano la historia tras bambalinas», fue anunciado Evo, operación rescate, el libro de Alfredo Serrano Mancilla, publicado por Sudamericana. La historia efectivamente de película que llevó a Morales a dimitir para evitar una masacre y a pasar la noche escondido en la selva del Trópico de Cochabamba junto a García Linera, a miles de cocaleros a volcarse al aeropuerto de Chimoré para defenderlo con sus cuerpos, a los militares bolivianos a lanzar un misil sobre el avión cuando estaba despegando, a presidentes como Fernández y Manuel López Obrador a jugarse por un salvoconducto, a otros como Mauricio Macri –por entonces ya derrotado en las urnas, pero aún en ejercicio del poder– a negar ayuda, es relatada en estas páginas y fue repasada también en la presentación. 

El evento en la embajada de México –el primer país que le dio asilo a Evo– reunió también en el barrio de Belgrano a los ministros Jorge Taiana, Tristán Bauer, Elizabeth Gómez Alcorta, Santiago Cafiero, Matías Lammens, la titular de Télam, Bernarda Llorente, la del Inadi, Victoria Donda, el senador Oscar Parrilli, la diputada Gisela Marziotta, el exvicepresidente Amado Boudou, el director del Grupo Octubre, Víctor Santa María, entre otros y otras. 

La embajadora Lilia Rossbach recordó que el «rescate» de Evo se enmarcó en la tradición de asilo mexicana, de la que, por cierto, este país sabe mucho. 

Evo y el lawfare

«Para terminar con un momento de unidad del continente se usaron las peores herramientas, de la difamación, la persecución judicial, el golpe en Bolivia. Soy un hombre de derecho, siempre trato de alzar mi voz por el lastimado. Por eso lo visité a Lula estando preso, y pedí al Papa por él», expresó el Presidente. Y marcó: «Brasil tuvo la suerte que hasta aquí no hemos tenido nosotros, de contar con una Corte Suprema digna, capaz de auto revisarse y de corregir los abusos y los atropellos cometidos. Pero lo que padeció Lula no es muy distinto a lo que padecieron Cristina y Rafael (Correa)».

Felicitó luego a Morales porque fue «el único país que cambió las estructuras económicas de cuajo», y porque «se animó a nacionalizar los hidrocarburos, y es eso lo que no le perdonaron».

Sobre el golpe en Bolivia, recordó los hechos como en una película; la «Crónica de un instante», como se titula su prólogo para el libro, citando la novela del mexicano Salvador Elizondo. Repasó, por ejemplo, cuando los dos veedores argentinos de la elección fueron acusados por la OEA «de ser espías que Argentina había puesto en esa misión». «Ahí conocimos la parte más canalla de la OEA, que con sus dictámenes terminó fraguando el resultado. Es patético que quien hizo eso todavía siga siendo su secretario general», criticó el Presidente.

«A Evo no lo salvó Alberto Fernández ni Manuel López Obrazdor: nosotros fuimos instrumentos de la voluntad de un pueblo que lo cuidó. Cuando fui a la asunción de Lucho (Luis Arce), lo que más me imrpesionó fue el amor de ese pueblo. Fueron ellos los que lo salvaron, cada boliviano y cada boliviana«, expresó. Y deslizó, refiriéndose a García Linera: «Evo, tengo una sana envidia por el compañero que tenés, cuya lealtad ha sido puesta a toda prueba y jamás defeccionó».  

El golpe del litio

«El golpe en Bolivia huele a litio», resumió Evo repasando los titulares de la época, o la bravuconada del multimillonario Ellon Musk reivindicando el golpe. Recordó cómo transcurrieron luego las elecciones que llevaron al MAS nuevamente al poder, las mentiras que intentaron instalar los medios, los movimientos militares que hicieron temer hasta el último momento por la asunción de Luis Arce. Y antes, el modo en que decidieron, aquí en la Argentina, que él sería el candidato. 

«Me di cuenta que el imperio no acepta que haya otro nodelo económico mejor que el implementado por el neoloberalismo sometido al capitalismo. Pero sobre todo para mí ha sido un golpe al litio: después de que nacionalizmaos, empezamos con la industrialización: instalamos 42 plantas, 15 solamente para litio, otras para subproductos, otras para insumos. Iniciamos la industria de cloruro de potasio y de inmediato empezamos a exportar a Brasil», repasó.

«Los responsables del golpe hoy dicen que están arrepentidos de no habernos matado. Y es verdad cuando les digo que Alberto y Cristina me salvaron la vida; también Manuel (López Obrador)», volvió a agradecer. «Aquí me cuidaron, me alimentaron, me dieron casa. ¡Me dieron mucho asado!«, rió. Recordó a la señora que se fue de su casa en Colegiales para que él se instalase allí por un mes; lo mismo otra familia de Liniers. 

«Yo estaba convencido de que iba a volver rápidamente, porque estaba en contacto permanente con dirigentes. Algunos han dejado mucho que desear, me ha dolido bastante, pero en tiempos de injusticias, ahí nos conocemos: los que se declaran independientes, neutrales, del medio, siempre terminan con el lado opresor, esa es mi experiencia despues de este golpe», advirtió.

De película

«Gracias Alberto porque te llamé un domingo a la noche porque Evo estaba en peligro, y desde ese instante no paraste hasta tenerlo en casa. Todavía eras presidente electo y mucha gente que hoy está acá hizo lo imposible para lograrlo. Le salvaron la vida no solo a Evo, también a mucha gente«, le dijo al Presidente el autor del libro, que lleva adelante su programa La pizarra por la AM 750. Más de cien exiliados y exiliadas bolivianas cruzaron la frontera con riesgo de vida, pasaron su exilio en la Argentina y regresaron con Evo, un año atrás. 

Con transcripciones de chats de esos días álgidos incluidos, el libro «busca contar todo lo que se teje tras bambalinas, cuán dificícil es cada cosa, cuánta letra pequeña hay. Hubo momentos surrealistas, como cuando el avión mexicano aterrizó en Perú y allí les pidieron que pagara en efectivo la carga de combustible», repasó Serrano Mancilla uno de los momentos jugosos del libro. 

«Dos semanas después del golpe, después de que tuviera que exiliarse, de que le hubieran quemado la casa a él y a su hermana, Evo nos dijo: en navidad estamos comiendo tambaquí (el pescado preferido de Evo) en Bolivia. Se equivocó por meses, pero no se equivocó en el horizonte. Ese modo de atravesar los tropiezos es una lección de vida«, concluyó. 

La maldad y la bondad

«Es un libro que sirve, porque resume un momento de maldad y un momento de bondad. Lo mucho que hicieron para matar a Evo, y todo lo que hicieron para salvarlo», resumió en su breve exposición García Linera.

«Y en medio de esa trama, el presidente Fernández, la vicepresidenta Cristina, el presidente López Obrador, los oficiales mexicanos que vinieron en el avión a salvarnos, arriesgando sus vidas. Todos los apoyos, alianzas, sacrificios, para salvar a Evo. Las llamadas de Alberto, personalmente, no por una secretaria, cuando estábamos en el monte. Una operación de internacional de fraternidad que nunca olvidaremos».

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/379852-alberto-fernandez-y-evo-morales-otro-abrazo-un-ano-despues