El pasado jueves esta columna anticipó la posibilidad de que, al publicarse el artículo titulado «Pájaro inglés volando alto en Patagonia», pudieran eliminarse posteos tomados de internet acerca de las posesiones del ciudadano inglés Joe Lewis. Y en efecto, el artículo del diario Río Negro del 19 de Marzo de 2008 fue borrado antes de que pasaran 24 horas.
Pero lo asombroso y grave no es que este columnista acierte o yerre. Como sí lo es el silencio oficial ante temas decisivos para esta Nación. Y es que más allá de la densidad temática que ofrece un país como la Argentina, cuando un gobierno calla, un parlamento hace silencio y las dirigencias parecen estar «en otra» –y a la vez los medios concentrados distraen con estupideces y mentiras– la verdad es que es muy difícil toda batalla de ideas. Y más aún, sorprendentemente, si se trata de la soberanía.
Claro que lo cierto es lo que es y no lo que se desea. Y así ante asuntos decisivos como el Paraná, el Canal Magdalena, la inocultable ocupación británica de territorio argentino (no sólo en Malvinas sino también en la Patagonia), es casi escandaloso el silencio de funcionarios que no dicen nada. Sea porque no saben-no contestan, sea porque les ordenaron silencio, sea porque algunos son, nomás, burros y cipayos. Como fuere, más allá de conjeturas, nada se denuncia ni se deroga un decreto infame. Pero sí se distrae y confunde a la población con mil asuntos irresueltos que desesperan a una sociedad quebrada como la nuestra. Con lo que, obviamente, «avanza el enemigo, a paso redoblado».
Y así nos está yendo si se le hace creer a la población que la pérdida de soberanía y los desguaces, entregas y distracciones, y las malas decisiones e inacciones del Gobierno son inevitables, lo que no es verdad. Pero todo se monta, se diluye y se dizque «comunica» como para que lo trascendente se ignore y la culpa del malestar sea de todos, o sea de nadie.
Por eso en una crisis como la actual, que hace rato dejó chiquita a la de 2001, las vocaciones y misiones patrióticas vuelven a tener sentido. Y en este punto cabe llamar la atención sobre el rol confuso, por lo menos, o en algún caso reprochable, de ciertas estructuras de las hasta ahora siempre respetadas Universidades Nacionales. Hoy en entredicho por ciertos roles por lo menos confusos en relación a la entrega del Río Paraná a consorcios y multinacionales que se aprovechan de la escandalosa pérdida de soberanía tolerada por sucesivos gobiernos, y que ya son de gravedad extrema.
No son pocas las dudas respecto del rol de las universidades del Litoral y de Rosario, hoy inconvenientemente vinculadas a intereses extrauniversitarios relacionados con la navegabilidad y dragados del río Paraná. Bueno sería que las autoridades de esas casas de estudios lo desmintieran o aclararan, con fundamentos y lenguaje claros. Como también sería saludable que lo hiciera la Unsam, uno de cuyos institutos se presenta en la web como especializado «en la formación de recursos humanos para el sector transporte y en el desarrollo de capacidades y actividades de transferencia e innovación de servicios en los ámbitos público y privado«. El interesante texto se titula «Los retos de las vías navegables», está fechado en julio de 2021, y con logotipo de esa universidad y a lo largo de 27 páginas con gráficos diversos, y dirigido por el hasta hace poco decano, ingeniero José A. Barbero, el texto termina con estas ideas:
«La concesión del dragado y balizamiento a una firma privada no presenta riesgos de soberanía: el Estado retiene el control y puede rescindir el contrato» (el subrayado es del original). Y también sostiene que «aeropuertos, terminales portuarias y carreteras están concesionadas por la Nación y por provincias, sin riesgo de soberanía». Y como «reflexión final» postula que: «El concesionamiento ha sido una buena experiencia, que puede mejorarse»; y que «las decisiones de política pública deben sustentarse en estudios técnicos, económicos y ambientales, no en declamaciones». Y concluye: «El mejor camino es la concesión a un operador privado» (subrayado en el original).
Todas estas universidades, junto con varias más, han organizado la IV Conferencia Hemisférica sobre Hidrovías, Puertos Interiores y de Cruceros, a realizarse entre el 7 y el 9 de junio –o sea esta semana– en el Centro Cultural Kirchner, de la Ciudad de Buenos Aires.
Patrocinada por la Administracion General de Puertos (AGP) y la Organización de Estados Americanos (OEA), ha sido multipublicitada por la Bolsa de Comercio de Santa Fe y la empresa webpicking.com que se presenta como «portal líder en Latinoamérica, especializado en logística, distribución, transporte, comercio exterior» y tiene por socios fundadores a los señores Rodolfo Fiadone y Fabio Contino, el primero docente en la UTN, el Instituto del Transporte de la Unsam, el Instituto Tecnológico de Buenos Aires (ITBA) y la Facultad de Ingeniería de la UBA. Y el segundo, licenciado por la Universidad de Belgrano y con posgrado en Gestión de Logística Integrada por la Universidad del Salvador, maestría de Transporte de la Escuela Superior Técnica del Ejército Argentino y también docente del ITBA en «Logística Sustentable».
Por cierto, en internet es posible encontrar que muchas otras universidades marchan ahora por sendas similares. Por caso la UNER (Entre Ríos), la Universidad de la Patagonia San Juan Bosco y la UNAJ (Arturo Jauretche), todas vinculadas a una Red de Carreras en Ingeniería en Transporte. De donde resulta sorprendente el desarrollo que tienen estas disciplinas empresariales en universidades públicas, y que esta columna se permite pensar que acaso el sistema político argentino ignora por completo.
Si bien esos estudios han de ser importantes –para empresas y corporaciones– el hecho es que todas esas universidades –nacionales las más grandes– en general promocionan, y más o menos a coro, a la Ingeniería en Transporte como una disciplina fundamental para el desarrollo innovador y sustentable de las sociedades del siglo XXI. Lo que no está mal, pero llama la atención que en ningún caso se menciona al río Paraná, al que siguen llamando por el nombre de lo que no es: «Hidrovía». Concepto inexistente en la lengua castellana y que ha sido el truco por el cual se despersonalizó nuestro río para que 12 o más millones de compatriotas ribereños del Paraná no se dieran cuenta, distraídos porque el río sí les importa, pero una «hidrovía» no en absoluto.
Tan evidente es lo que se podría estar disimulando que hasta en Uruguay han empezado los reclamos de soberanía, también arrebatada allá por multinacionales inglesas favorecidas por el presidente Lacalle Pou. La semana pasada Alejandra Koch, directora de la Administración de Puertos por el Frente Amplio, protestó luego de que el gobierno entregara el monopolio de la operación de contenedores en el Puerto de Montevideo a la trasnacional belga Katoen Natie, diciendo: «Una empresa privada queda con las llaves de nuestro país en el negocio de contenedores, por 60 años».
Cabe recordar que en nuestro país el cuestionado y desde hace dos años resistido decreto 949/20 postula un modelo colonial perfecto, que sólo un Estado idiota puede permitir. Y que deberá ser reemplazado por un Estado inteligente y a cargo de honestos y alertas patriotas. Que es la misión de la lucha por recuperar soberanía. Sobre el Paraná, el Plata y el Canal Magdalena; y sobre todos y cada uno de los bienes naturales que la Argentina tiene, como pocos países en el planeta, y que pierde escandalosamente día a día y hora a hora.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/426999-soberania-universidades-y-empresas