El ministro de Economía Sergio Massa anunciará este lunes a sus colaboradores. El martes presentará la renuncia a la presidencia de la Cámara de Diputados y anudará la sucesión. Jurará luego, en rush veloz del Poder Legislativo al Ejecutivo. El miércoles anunciará las primeras medidas.
El poder desgasta a quien no lo tiene dijo, palabra más o menos, el político italiano Bettino Craxi. O a quien no lo ejercita a pleno como el presidente Alberto Fernández. Massa tendrá la idea entre ceja y ceja, tras lograr una cuota notable de poder político que cohabitará con el debilitamiento presidencial.
El desembarco aspira a reparar una carencia genética del Gobierno actual. O dos, pongalé. La menos seria es la multiplicación de ministerios, tendencia que cunde también en otros países. La más grave fue parcelar las reparticiones, su división vertical por pertenencias, el tabicamiento entre funcionarios de distintos orígenes internos. La gestión se resiente, el faccionalismo asfixia el desarrollo de las políticas públicas.
Massa se constituye como la figura principal del Ejecutivo, fortifica su potencial dentro del Frente de Todos (FdT). Arriesga mucho, sobran protagonistas que no se meterían el brete aquí y ahora. Se tiene fe, una autoestima sin techo, es audaz.
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El Super martes (SM) previsto: Los operadores parlamentarios oficialistas confían en que Juntos por el Cambio (JpC) no arremeterá para arrebatar la presidencia de la Cámara pasado mañana. Se atraviesa un trance difícil; las acusaciones sobre golpismo están en el orden del día. Quizá a la oposición le convenga más acompañar que ponerse hostil. por ahí le es funcional que el oficialismo corra todos los riesgos.
La diputada Cecilia Moreau se destaca como favorita para relevar a Massa. La primera mujer en ejercer dicho cargo, de origen radical. Un ex Ucedé como timonel en la crisis, una ex correligionaria militante del Frente Renovador (FR) en Diputados. El movimientismo peronista al mango. Una nueva demostración de que el poder de “Sergio” supera en mucho a las competencias de su cartera potenciada.
Tras la despedida en el recinto, Massa jurará. Será interesante relevar la lista de presencias, ausencias, el reparto de sillas, el aplausómetro. A dos días vista, esta columna opta por no anticipar pálpitos. El periodismo actual sobreabunda al respecto, da gusto diferenciarse.
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Altas y bajas: La unción de Massa cuenta con aval de la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner, hasta hoy expresado con señales y conversaciones reservadas. Cristina no le otorgó un cheque en blanco a Alberto F. … tampoco habrá librado uno a favor de Sergio M. Se reserva el derecho de veto o de crítica pública, que viene ejercitando desde 2020.
El presidente sigue siéndolo aunque devaluado en el esquema real del Gobierno, en el imaginario de la opinión pública y en la valoración de los compañeros funcionarios o gobernadores. Protagonizará junto a Massa una experiencia inédita, peliaguda por naturaleza. (Con)cedió mucho en el reformateo del elenco oficial, debió avenirse al retiro de gentes de su confianza. Resistió otros con suerte dispar.
Silvina Batakis resultó una damnificada por el modus operandi de estos días. Le propinaron un desaire similar a la que atravesó el excanciller Felipe Solá en la crisis ulterior a la derrota en las Primarias Abiertas (PASO). Merecía sin duda un trato más respetuoso después de haber tomado una brasa ardiente, sin guantes de protección.
Queda un enigma interpretativo para debatir, no saldado en el Agora: por qué no ingresó Massa directamente tras la renuncia de Martín Guzmán. Puesto de otro modo, por qué el binomio presidencial optó por el (ahora se sabe) costoso y efímero interregno de Batakis. Este cronista piensa sin plena certeza, en parte por información y en parte por análisis, que las demandas iniciáticas de Massa les resultaban excesivas a Alberto y a Cristina. Poniendo al revés una famosa frase de la película “El Padrino”: que había formulado una propuesta que no se podía aceptar. En todo caso, dos grossos pedidos no coronaron: la Agencia Federal de Ingresos Públicos (AFIP) y el Banco Central. La AFIP parece blindada a virtuales avances con el nombramiento de Carlos Castagneto, dirigente de Kolina. Un espacio nuevo para el kirchnerismo, cuyos funcionarios no fueron afectados por los cambios. Castagneto ya trabajaba en AFIP; tenía buena relación de trabajo con la ex titular Mercedes Marcó del Pont.
La posición de Miguel Pesce, titular del Central, podría ser menos segura. AF lo reivindica. Habrá que ver cómo se va llevando con el ministro entrante; si hay roces, cómo se tramitan las discrepancias, si Massa se inclina por preservar la paz interior o se tienta con seguir avanzando. Se ahorran profecías, seguramente ni los propios protagonistas saben qué pasará en los próximos meses.
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El dinosaurio sigue allí: El vacío de poder político y la parálisis activaron a la dirigencia peronista. Reaccionar era imprescindible, el operativo clamor que inició el propio Massa caló en los compañeros. Exótico el modelo de gestión resultante pero nada se leía como peor que “seguir así”. Una vez recompuesto el esquema político queda pendiente lo esencial, la cruel realidad.
Algunos voluntaristas entienden que el descenso de la cotización del dólar ilegal (“blue”) es una respuesta de los mercados a la llegada de Massa. Este cronista sigue creyendo como hace dos semanas o diez años que ese mercado es capcioso, manejado por un puñado de especuladores. Imaginar que se rige por la mano invisible de las expectativas… too much. Si los capos de la City se movieron es en espera de una contrapartida. Los ataques devaluatorios seguirán, quizá permitiendo una pausa corta. La soja en silobolsas, bien gracias.
El ministro flamante tendrá que adoptar decisiones veloces. El naciente liderazgo en gestión constituye una condición necesaria para mejorar el desempeño cotidiano del Gobierno. No es suficiente para responder a las demandas cruzadas de una economía en crisis.
Los intereses contrapuestos, la conflictividad por la distribución del ingreso y la riqueza siguen allí como en el célebre minirrelato de Augusto Monterroso.
La inflación de julio será exorbitante, la de agosto está jugada en parte. Sin acceso a milagros Massa deberá afrontar un aumento de precios al consumidor del orden del 20 por ciento en el trimestre julio-septiembre.
El Fondo Monetario Internacional (FMI), se presume, dará por cumplidas las metas del segundo trimestre. Un legado de Martín Guzmán que nadie le reconocerá ni nombrará. Entrarán dólares frescos, aliviarán como breve maná.
El resto es consabido, la clásica triple G: gestión, gestión y gestión.
Las empresas claman y presionan por un dólar más alto. Ayer David Cufré recorrió en este diario las herramientas más posibles: devaluación o desdoblamiento cambiario. El peligro típico de la devaluación oficial es el quiero retruco de los grandes capitalistas, redoblarla. El desdoblamiento requiere, de movida, autorización del FMI.
En el otro rincón, las organizaciones populares reclaman nuevas políticas de ingresos, innovaciones institucionales, creación de derechos perdurables. El Gobierno poco produjo en ese sentido, casi siempre parches para combatir las subas de precios.
El FdT perdió feo en las elecciones de 2021. Sus chances serían nimias si las presidenciales cayeran en un par de meses. Pero resta algo más que un año. Las posibilidades dependen de mejorarle la vida a los ciudadanos-votantes. Un cometido difícil pero no imposible, en un lapso corto.
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Aportes al vocabulario: La expresión “Super ministro” se hizo tendencia en los medios, los corrillos y la corporación política. Se usó en esta columna el viernes. Se dijo que no se recordaban precedentes desde 1983 de un ministro entrante con tanto poder, eclipsando al presidente. Pedimos opinión a lectores. Con tino recordaron el ingreso de Domingo Cavallo al gobierno de Fernando de la Rúa en 2001. Uno advierte diferencias pero acepta que existen similitudes en cuanto a la potencia del ministro. Ojalá que el desenlace sea otro. Hay elementos para confiar, básicamente que la coyuntura económico social (aunque preocupante) es mucho menos afligente que la de esa etapa,
Otros ministros de economía importantes tuvieron menos poder. Hasta el propio Cavallo cuando acompañó al presidente Carlos Menem… el riojano conservó dosis colosales. Roberto Lavagna tuvo peso durante el mandato del presidente Néstor Kirchner pero no cabían dudas sobre quién mandaba.
La historia indica que es difícil el tránsito de ministros de Economía a cargos electivos descollantes. Mingo Cavallo fue candidato a Jefe de Gobierno y a presidente. No le fue mal pero perdió lejos en ambas competencias. Lavagna, un buen ministro de Economía, fue goleado por Cristina en las presidenciales de 2007.
El más exitoso en el cuarto oscuro hasta ahora fue el gobernador bonaerense Axel Kicillof. Ministro en un momento complicado, construyó una victoria épica en las urnas. En la oposición, desde el llano y a pura militancia.
Como fuera, Massa se reposicionó como virtual candidato a presidente, una carrera que parecía cerrada para él hace un mes.
La expresión “bala de plata” como metáfora del momento también engrosa el vocabulario político de esta semana imborrable. Designa los condicionantes, la cuenta regresiva. Los márgenes estrechos. Nada es sencillo en estas horas, se equivoca quien afirma lo contrario.
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Puertas giratorias: Los relevos se consumaron a alta velocidad acompañada de comunicación rústica. El atolondramiento redundó en malos tratos. Ya se mencionó a Batakis pero también cayeron en la volteada Daniel Scioli, Eduardo Hecker, Julián Domínguez. Se sucedieron escenas paródicas, risueñas para los cínicos, inmerecidas más allá del juicio de valor que merezca cada figura.
Ciertos compañeros se solidarizaron públicamente con Batakis. El ministro Gabriel Katopodis, mediante un tuit. El exintendente Francisco Durañona y Vedia quien también incluyó a Scioli,
A título de opinión: la remoción más injusta es la de Mercedes Marcó del Pont en la AFIP. Mejoró las cifras reales de recaudación mes a mes. Ya de salida, concibió un adelanto de impuesto a las ganancias para grandes contribuyentes. La cosecha por el aporte solidario (apodado “impuesto a las grandes fortunas”), tan resistido por los magnates, se cuenta entre sus logros.
En el otro extremo, el Secretario de Asuntos Estratégicos Gustavo Beliz. Endiosado por Alberto Fernández a quien “empaquetó” con una reforma del Estado; filigrana jamás concretada. Se manejó en las sombras, pisándole los pies a sus compañeros de equipo, una eminencia gris. El Consejo Económico Social fue fantaseado como una institución conformada por ley, un ámbito de debate público, regulado y visible. Promesa incumplida. Bajo la órbita de Beliz se transmutò en un simulacro ineficaz. Reuniones esporádicas, con asistentes cambiantes, enmudecido por el cono de silencio.
Beliz se alejó enfrentado a quienes lo designaron, auto elogiándose, sin agradecimiento. Como con Menem y con Néstor Kirchner quien lo despidió por exceso en la represión de una protesta en la Legislatura. Escribió la dimisión a mano alzada, sin saludar respetuosamente al presidente que tanto le permitió-toleró. Cerró con “Dios les guarde”. En fin. Se recomienda el artículo publicado anteayer por Alejandra Dandan en Página/12.
Lunes, martes y miércoles, quedó dicho, se abre una nueva etapa. Ojalá se enderece el rumbo. Lo merece la clase trabajadora empobrecida; garante de la paz social y la gobernabilidad en años de pandemia, de guerra internacional y de malaria doméstica.
La gente común, en general, observa con desinterés o mala onda las movidas políticas. Necesita resultados concretos, perceptibles en la vida cotidiana. El desafío para el oficialismo es que la reconstitución del Gobierno se traduzca en logros palpables para la mayoría de los argentinos.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/441367-por-que-llego-sergio-massa-y-como-podra-mantenerse