Mientras el Gritón Despeinado prepara su segura asistencia al acto convocado por su candidata a vicepresidenta –Victoria Villarruel– para reivindicar al genocida Miguel Etchecolatz y a otros monstruos condenados en Democracia, es inevitable calificar al panorama político nacional como, por decirlo suave, algo patético.

Muchas personas de buena fe, en todos los ámbitos y muros de opinión, protestan e increpan a siniestra más que a diestra, por confusiones propias o ajenas, y todas fogoneadas desde cuevas de trolles y otros basureros. Y seguramente para paliar dudas, desconciertos y temores –comprensibles, obviamente– también propios. Que la democracia es también esto, y enhorabuena.

Los análisis y evaluaciones pululan y algunos son brillantes y originales. Esta columna no reprime la tentación de citar la muy optimista hipótesis del director de Radio Caput, Juan Martín Ramos Padilla, quien en su portal virtual «Infosiberia» editorializó esta semana la importancia de «romper esa sensación de desesperanza tan reproducida en estos días respecto del panorama electoral». Allí analiza números del escrutinio definitivo conocidos el viernes y sostiene que «las chances de UxP de ganar las elecciones son muy superiores a lo que el clima imperante en estos días propone».

Con atractivo optimismo, JMRP cuestiona ideas circulantes como “Milei arrasó” o “la sociedad se derechizó” o “no hay nada que se pueda hacer”. Postula que «frente a una situación irreversible no hay más que resignarse, pero si se parte de una base equivocada, y si las premisas son erradas, la conclusión también lo es».

Y es que él cuestiona la difundida idea de que “Milei fue votado por uno de cada tres argentinos». Esto no es así, sostiene: «Sobre 35.394.425 personas empadronadas, Milei obtuvo 7.352.244 votos. Lo que no representa un 30, sino apenas un 20,77 por ciento. Es decir que Milei no fue votado por uno de cada tres argentinos, sino por uno de cada cinco«.

De todos modos, admite que «es esperable que todas las personas que votaron por Milei vuelvan a hacerlo y que incluso sume algunos votos de Larreta e incluso de la propia Bullrich. Y también es esperable que se coma los 50.842 votos de Biondini». Sin embargo, asegura, no es esperable que su crecimiento «alcance para ganar en primera vuelta. Para eso debería conseguir más de 3 millones de nuevos votos de acá a octubre. Ni siquiera llevándose todos los votos de Larreta y de todas las fuerzas que no superaron las PASO le alcanzaría para lograr ese objetivo». Por lo tanto, concluye, «es altamente esperable que la elección no se defina en octubre y sí haya un ballottage entre Milei y Massa».

Comicios en los cuales, predice, «la totalidad de las personas que votaron a Grabois votarán por Massa. También quienes votaron a Moreno, a Libres del Sur o a Mempo, que suman 349.213 votos». Seguramente, arriesga, votarán por UxP, con lo que «el piso de Massa para octubre» sería del 19.96 % del padrón. Esto es sólo 283.989 votos menos de los que obtuvo Milei en agosto.

Acaso exagerado en su optimismo, Ramos Padilla considera también, y respecto de los votantes de Schiaretti y el FIT, que «es posible que la mayoría de ellos repita su voto y esos frentes mantengan su caudal electoral en octubre, lo que no debe ser visto como dato preocupante». Ambos frentes contienen a potenciales votantes de UxP en el ballottage de noviembre, por lo que «será recomendable evitar confrontar con ellos. Si repetimos como loros consignas como ´los troskos le hacen el juego a la derecha´ obturaremos todo acercamiento a ellos».

Y concluye: «La elección está más que abierta y la sociedad no se derechizó, porque se puede «asegurar que, hasta ahora, 8 de cada 10 personas no votaron a Milei«. Ese optimismo, además, se basa en que «en todos los casos, desde la vuelta de la democracia, la participación en las presidenciales superó a las legislativas inmediatas anteriores».

Es
cierto, de todos modos, que en las últimas horas del reciente
escrutinio hubo avivadas. Por caso, se instaló –en mentimedios y
telebasura– que los
candidatos a votar en el próximo ballottage del 22 de octubre son
sólo 3, lo cual no es verdad. Son 5,
ya que a los 3 ultra promocionados deben sumarse los casi no
mencionados Juan
Schiaretti («Hacemos por
Nuestro País», acompañado por Florencio Randazzo) y Miryam
Bregman
(«Frente de Izquierda y los Trabajadores»,
con
Nicolás del Caño).

Por
razones como éstas hay compatriotas que se preparan para lo que
llaman «voto protesta». Diferente
del «voto bronca», que es más irracional más allá de que
ambas opciones pueden ser cuestionadas por inconducentes.
Pero
lo
que flota en el aire es un evidente disgusto por el caprichoso
sistema electoral vigente, que
desde hace décadas se promete cambiar. Así, el 13 de agosto pasado
se prohibió autoritariamente, en las últimas horas y por decisión
de una jueza federal, la participación de la Coalición Paz,
Democracia y Soberanía, la
mayor parte de cuyas boletas
se retiraron de miles de urnas en todo el país. Y también fue
fenomenal el ninguneo de la fórmula encabezada por la Sra. Bregman,
acaso por su filiación trotskista y por ser mujer y democrática.

No fue casual, entonces, que todo se redujo en los mentimedios y en la telebasura a informar (y en algunos casos chupar medias, por si las moscas) acerca de sólo tres candidatos: el oficialista Massa, el GD y la amenazante Bullrich. No casualmente los tres absolutamente desinteresados de toda cuestión de soberanía y en particular la entrega del Río Paraná y la cancelación del Canal Magdalena. Notable que esas tres candidaturas hayan sido las más bendecidas por todos los pools y grupos empresariales, cámaras, bancos y asociaciones de exportadores.

La sucesión de devaluaciones que impone el FMI, así como las políticas anti autonómicas de los grandes bancos internacionales, más la incalificable política monetaria de un Banco Central que lo que menos hace es defender nuestra moneda nacional, debilitan, incluso, al candidato supuestamente oficial. Acaso por eso Massa fluctúa entre promesas y discursos «buenistas», que han de celebrar tanto «la embajada» como los casi 300 grupos empresariales que conforman el verdadero poder imperante en esta república. Y que son tan poderosos que ni Bullrich logra ilusionarlos, aun anunciando que el Señor Melconian será su ministro de economía.

Lo que sí parece estar algo más claro es lo que significaría, en los hechos, un triunfo del GD y lo que algunos llaman «su programa anarco-capitalista», que hoy parece ir a contramano de la tendencia latinoamericana. Mientras Lula impulsa un impuesto de alrededor del 20% a los réditos que obtienen los fondos de inversión, en los Estados Unidos, es casi seguro que Biden empiece a exigir a las compañías que cotizan en bolsa que informen qué impuestos pagan en terceros países, lo que complicaría las contabilidades offshore. Y por si fuera poco, circula la inesperada noticia de la posible sindicalización de vastos sectores de la clase media norteamericana. De eso, aquí, ni ilusiones.

En ese contexto no sorprende –y en cambio alucina– que la salud y la educación sean los primeros campos atacados por el furibundo GD que promete eliminar además el Conicet y las Universidades Nacionales en las que estudian, gratuitamente, más de 2 millones de jóvenes argentin@s. Y eso mientras la posible primera dama celebra a Etchecolatz y a Videla, mancillando Memoria, Verdad y Justicia.

Está está claro que el FMI no quiere que la Argentina rompa la dependencia. Ha de ser por eso que el Gritón Despeinado ya anunció que de ser presidente venderá YPF para recaudar 20.000 millones de dólares, los cuales se fugarán tras el levantamiento del cepo que él mismo propone. Ya se verá cómo continúan estas películas.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/584692-pantallazos-pre-electorales