En una jugada de alto impacto, Martín Llaryora intentará quedarse con Fadea, la fábrica militar de aviones a la que el Gobierno de Javier Milei le puso un cartel de venta; una empresa que es un emblema del proceso industrialista de Córdoba y una bandera del peronismo, todo con el propósito de montar un polo aeropartista y de producción de insumos de seguridad.

El plan, que fue blanqueado por el jefe de Gabinete, Guillermo Francos, tiene varios meses de elaboración, casi en paralelo al tratamiento de la primera Ley Bases, aquella que naufragó en febrero. Para entonces, Llaryora tenía una pata en Fadea a través de Fernando Sibilla, el actual presidente de la empresa.

Sibilla tiene en su CV haber ocupado con Juan Schiaretti la Agencia de Promoción de las Exportaciones de Córdoba. El presidente de Fadea es cercano a Schiaretti, no a Llaryora. Antes, durante el Gobierno de Mauricio Macri, ocupó la vicepresidencia de Fadea. Es, en todo caso, una pieza del cordobesismo, al que le sirve sostener las banderas de la industria nacional y los acuerdos entre el Estado y el sector privado, ejes de la narrativa del «modelo Córdoba».

El esquema sería un acuerdo público privado: la empresa hizo una fuerte reestructuración de personal, aunque actualmente mantiene un esquema de suspensiones y un rojo de 16 millones de dólares, más la baja de contratos con Defensa. Con gerenciamiento, la apuesta es apuntalar cuatro segmentos de negocios: mantenimiento de aviones comerciales, mantenimiento militar, ingeniería y fabricación. La ampliación podría llegar con la confección de elementos de seguridad, como por ejemplo chalecos anti bala.

«Es una oportunidad inédita que se da en el marco de un Gobierno nacional que quiere desprenderse de la empresa. El gran desafío es gestionarla bien. Con un horizonte claro, management privado y con un concepto claro de su valor estratégico, esta fábrica tiene capacidad de sobra para sostener los sistemas militares y buscar oportunidades de negocios en el mercado aerocomercial, no se le puede errar «, dicen entusiasmados en el Gobierno provincial.

Llaryora estaría dispuesto a avanzar siempre que Milei no pretenda que el pase de Fadea a Córdoba sea parte de la negociación por la deuda previsional

La transición, en caso que finalmente la operación se concrete, será «dura, difícil, como en cualquier industria que esté en el estado que Fadea está», aclaran los impulsores de la «provincialización». Habrá al menos dos años y medio de déficit que deben ser «acompañados». Es un tema central, porque Llaryora estaría dispuesto a avanzar siempre que Milei no pretenda que el pase de Fadea a Córdoba sea parte de la negociación por la deuda previsional.

En «la idea es sumar nuevas unidades de negocios» aparece la posibilidad de elementos para las fuerzas de seguridad, en particular chalecos antibala, pero también drones. El abanico es amplio. «Tener a la Provincia como socio es clave porque se trata de un accionista próximo, dispuesto a desarrollar una estrategia comercial articulada con el sector privado», afirman las fuentes consultadas.

En lo político, las posibilidades de ganancias son claras: el proyecto tiene el aval de la Unión Industrial Córdoba, de donde Sibila es escuchado. Y también fortalece el discurso de «tanto Estado como sea necesario y tanto mercado como sea posible» con el que machaca Schiaretti en su gira nacional.

Fuente: LaPoliticaOnLine.com