El video divulgado por el presidente Alberto Fernández dura poco menos de ocho minutos. La renuncia del expresidente Mauricio Macri anda por ahí, en registro parecido. El Jefe de Gobierno porteño Horacio Rodríguez Larreta confeccionó cuatro spots, desechó tres, quedó uno de similar extensión. Formas de transmitir en la era de las pasiones tristes. Mensajes cortos que la mayoría de los ciudadanos escucha a medias.

La circulación se intensifica en audiencias politizadas, periodistas, dirigentes, comunicadores. Minorías no intensas, variantes de “circuitos cerrados”.

El Presidente se despide, se auto elogia, se muestra de espaldas, se explaya. Pocos compañeros lamentan “el paso al costado”, nadie le pide que revise lo resuelto. No tiene chances, ni adhesiones, atraviesa una faceta nostálgica de la soledad del poder.

El Consejo del Partido Justicialista (PJ) sesiona en poco más de un cuarto de hora. Pudo ser más corto pero mediaron dos mociones de sendas dirigentes provinciales. No se trataron. Se convocó al Congreso partidario para el 16 de mayo.

La semana estuvo signada por las subas imparables del dólar blue, las internas dentro del gabinete nacional. La inflación no se detiene, la mención a un índice con “3 adelante” huele rancio o suena a burla.

La comunicación oficial sintoniza con su accionar político. Funciona mal, disociada de las dificultades cotidianas. La portavoz Gabriela Cerruti se dirige a la gente común. “Te queremos explicar”. Chimenta cómo hace sus compras, cuanto gasta. Da consejos. En una de esas las personas de a pie anhelan soluciones y no explicaciones o sugerencias para la economía familiar.

La retirada de AF despeja una incógnita, aclara el horizonte. Los dirigentes se reacomodan, empiezan a conversar sobre si habrá Primarias Abiertas (PASO) con más de un aspirante. O lista de unidad. Cada quien atiende su juego. Se sigue ignorando qué hará la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner.

El infatigable embajador Daniel Scioli estaba inscripto como precandidato. Se sostiene. El dirigente social Juan Grabois señala que solo se retirará si Cristina o el ministro de Interior Eduardo Wado de Pedro son precandidatos a presidente. El Jefe de Gabinete Agustín Rossi apoyaba a Alberto F y ofrecía su candidatura si éste se retiraba. Se concretó la salida, habrá que ver si hay plafón para el Chivo. El ex diputado Claudio Lozano ratifica que se presentará

La Liga de Gobernadores es un mito urbano, porteño. No existe, carece de sede social, de acuerdos firmes, de liderazgos, de debates. Periodistas y medios in the pendientes se encaprichan; les gustan las conjuras y las simplificaciones.

Se abrió el juego electoral; hay gobernadores interesados (y con derecho) a integrar fórmulas. La Liga no pide por todos porque no es un sujeto colectivo. El sanjuanino Sergio Uñac y el chaqueño Jorge Capitanich tienen interés, se muestran…. “Coqui” con más camino recorrido, experiencia en gobiernos nacionales. Cada quien atiende su juego.

Las elecciones son la prioridad. El gobernador Gildo Insfrán adelanta los comicios en Formosa. El gesto tiene sentido, cuidar el terruño. Se exagera la dimensión: en 2019 “desdoblaron” 18 provincias de las 22 que renovaban gobierno. Este año será parecido.

Quizá sea más significativo registrar cuánto se adelantan las elecciones para despejar la enojosa incidencia nacional: un montón. El domingo comenzó la maratón con dos veredictos interesantes, novedosos, en Neuquén y Río Negro. La acelerada coyuntura los deja atrás, aunque gravitarán en años venideros. No toda noticia de tapa es importante, ni todo lo relegado es nimio. Mirá vos.

En Neuquén participó un porcentaje razonable del padrón, en Río Negro la concurrencia resultó relativamente baja. Nada es sencillo ni lineal ni uniforme. Las jornadas, tranquilas… con civismo, sin estridencias ni escándalos

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La brasa, las ambiciones: Sergio Massa reclamó mucho poder para agarrar la brasa ardiente, casi todo le fue concedido por AF y por la vicepresidenta Cristina Fernández de Kirchner. En el regateo “Alberto” rehusó que el tigrense desembarcara en el Banco Central, bancó a su presidente Miguel Pesce. Cristina le negó la Agencia Federal de Ingresos Públicos (AFIP): hizo nombrar a Carlos Castagneto, uno de sus fieles. De cualquier manera Massa construyó un bastión, se erigió el recontra primus inter pares en el gabinete por decirlo con un eufemismo.

En aquel dichoso pasado, cerca de un año atrás, los tres referentes del FDT (pongalé) podían concordar en algo, no menor. Massa presidenciable no les caía mal, para nada. Plan “A” para STM, plan “B” para CFK y AF.

Massa construía su imagen, roscaba con las corporaciones, trazaba  proyecciones voluntaristas sobre las subas de precios. El viceministro Gabriel Rubinstein, un formado economista de derecha, diseñaba los programas. Massa los hacía digeribles para los compañeros peronistas. El secretario de Comercio Matías Tombolini lanzaba fuegos artificiales… fueron vistosos mientras duró.

Las concesiones a las patronales, los creativos “dólares soja” y sus variantes cooperaron para zafar en repetidas crisis. Pero los aumentos de precios no cejan, el malhumor popular se palpa. Massa sostiene el timón, con voluntad y autoestima envidiables aunque los indicadores refutan sus pronósticos, dejan offside a Rubinstein y privan de encanto a Tombolini.

Con destreza política el ministro-equilibrista conserva la aprobación del Presidente y de la Vice. Da la impresión de ser irremplazable lo que cuenta como fortaleza en una contingencia complicada.

Massa niega pretensiones a candidatearse. Es hábil. Conoce el protocolo, transita un desfiladero estrecho. Pero en voz baja, en su torno, siguen confiando en que todavía hay chances para “Sergio”. Si se renegocia con el Fondo Monetario Internacional (FMI), si la inflación frena su trepada…

La retirada del Presidente cayó bien en el equipo de Massa. Ahora, explica el ministro, hay que mantener la calma dentro del FDT. Las internas pueden ser tóxicas, empiojan el frente externo. “Sergio” se enrola entre quienes piensan que es mejor una fórmula de unidad antes que una PASO a cara de perro, capaz de serruchar el espacio común. La fórmula que rechaza Grabois cae mejor en el quinto piso del Palacio de Hacienda. ¿Massa- Wado? ¿Por qué no? Habrá que ver que piensan otros aspirantes, La Cámpora, Cristina misma. Esto recién empieza.

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Si no le gustan estas encuestas… La narrativa oficial subraya el nivel de actividad, crecimiento, consumos en alza. Los encuestadores, agregamos para contribuir al optimismo, están en temporada alta. Mucha demanda, urgencia de los contratantes, avidez para consumir. Si hay novedades cada semana, se acelera la obsolescencia de los sondeos.

Hay consultoras serias, consagradas, otras que copian y pegan informes de las re-conocidas. En el borde inferior, en la “B”, las hay formateadas por el sociólogo Groucho Marx: estos son mis números, si no les gustan tengo otros.

Los sondeos, el sentido común expandido, arman una realidad virtual, creíble. Inflan profecías verosímiles o no sencillas de refutar. Entre ese punto y la famosa profecía autocumplida media un paso. Las proyecciones de votos para el diputado Javier Milei son una fe sin ateos entre dirigentes de otras pertenencias.

“Sacado” en ocasiones, más medido en recientes charlas o reportajes, Milei impone agenda. Se discute en su torno, ocupa el centro de la escena. Impresiona ver cuántos protagonistas de otras fuerzas “laburan” para él, fungen de aliados objetivos. Hasta acomodan campañas en función del “fenómeno Milei”. Un día de estos, ampliaremos.

Horacio Rodríguez Larreta, auto empoderado, lee encuestas, devoto de las “evidencias”. Según comenta a interlocutores atentos, le va ganando la interna a la exministra Patricia Bullrich. Por poquito, ojo. Pero ganando. Bullrich está de acuerdo en un aspecto: alguien gana por poquito. ¿Adivinó la diferencia, lector atento? Según Pato, va ganando ella. Y dispone bajo la manga la carta de armar alguna rosca con Milei.

En serenas charlas off the record, Larreta no disimula la mala onda con Macri, el desdén a Milei. Incluso, si los contertulios parecen progres, HRL se autodiferencia de “la derecha”.

Nada sosiega al conventillo porteño de PRO. Los radicales acechan, entreven una hendija de oportunidad para el senador Martín Lousteau. Lousteau, lustoista de la primera hora, calza la camiseta radical.

Según corren los días, a medida que se encrespa la competencia Bullrich versus Larreta parece diluirse la perspectiva de un presidenciable competitivo con boina blanca. Quedan meses, nada está clausurado.

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Potenciales: Alberto Fernández triunfó en primera vuelta en 2019, encabezando fórmula de un partido de masas, de base popular. Asombra que tras ese lapso la reelección sea inviable, emite señales acerca del desempeño del gobierno tanto como de su imagen pública.

Es también exótico que un gobierno peronista (o cualquier otro, francamente) no aplique el abecé de la política para un año electoral. Medidas económicas “pro gente”, pensadas en función del bolsillo de los trabajadores. Planes de ingresos, aumentos de suma fija como piden los sindicatos combativos y también el diputado Máximo Kirchner ayer en el mini estadio de Ferro. Contradicen, por ahí, el menú bajas calorías concebido por Massa-Rubinstein. Pero coadyuvaría a mejorar el humor colectivo. El índice del changuito tracciona más adhesiones que una colección de spots publicitarios.

Despojado de la candidatura, Fernández tendría que ser más decidido, audaz, argumentan compañeros voluntaristas. Un credo sensato aunque, ay, sin tantos fieles en Olivos.

Sin el Presidente en el escenario la dirigencia del FdT tendría que recalcular su vocación por las internas suicidas. Recapacitar. Pensar que, en el reparto de responsabilidades, esa falla es compartida. Sería exótico no hacerse cargo cuando comienza la cuenta regresiva para las elecciones. Pero no es, queda dicho, la única rareza en que incurre el oficialismo,

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Fuente: https://www.pagina12.com.ar/542951-la-vida-sigue-tras-el-paso-al-costado