Este 24 de abril se conmemora el 108vo aniversario del genocidio armenio, un plan de eliminación sistemática llevado a cabo por el Imperio Otomano entre los años 1915 y 1923, que dejó como saldo más de 1.500.000 de armenios masacrados y que sigue sin ser reconocido por Turquía.
Adolf Hitler tomó en cuenta el nulo castigo para los responsables del genocidio armenio: el 22 de agosto de 1939, pocos días antes de invadir Polonia e iniciar la Segunda Guerra Mundial el líder nazi declamó «¿quién, después de todo, recuerda hoy el exterminio de los armenios?». Fue la justificación para comenzar lo que serían el holocausto judío y el genocidio gitano.
Qué significa genocidio
El término genocidio fue creado por el jurista polaco Raphael Lemkin. Lo forman las palabras, «geno» que en griego significa tribu/raza y «cidio», del latín «cide»: asesinato. Según la Convención para la Prevención y la Sanción del Delito de Genocidio firmada por la ONU en 1948, «se entiende por genocidio a todo acto con la intención de destruir, total o parcialmente, a un grupo nacional, étnico o religioso como tal».
¿Por qué se conmemora el día 24 de abril?
El 24 de abril de 1915 fue la fecha en la que cientos de líderes e intelectuales armenios fueron arrestados, deportados y posteriormente fusilados por parte del Imperio Otomano. Fue parte de la primera fase de un plan sistemático de exterminio.
Luego de las Matanzas Hamidianas (1894-1896) y la Masacre de Adaná (1909), en las que más 330.000 armenios fueron asesinados, en 1915 comienza un plan sistematizado para exterminar a la población armenia del Imperio Otomano.
Comienzo del genocidio armenio
En 1908 un grupo de oficiales del Ejército Otomano conocidos como los Jóvenes Turcos se rebelaron ante el sultán Abdul Hamid II y lo obligaron a restaurar la Constitución de 1876. La nueva monarquía constitucional respetaba las libertades individuales y los derechos étnico-nacionales. Las minorías armenias vieron con muy buenos ojos la revolución, pues vendría acompañada de políticas mucho más amenas para ellas. El partido político armenio Tashnaksutiún apoyó la rebelión y se levantó en armas.
Pero muy pronto los Jóvenes Turcos y su partido Comité de Unión y Progreso impusieron su nacionalismo de exclusión y siguieron con la segregación a las minorías. Su objetivo era crear un Estado turco moderno homogéneo, no religioso como el del sultán, para lo que la heterogeneidad cultural del Imperio era un impedimento. En 1909, casi en simultáneo con la sofocada contrarrevolución de Abdul Hamid II, se llevó a cabo la Masacre de Adaná, en donde 30.000 armenios fueron brutalmente asesinados.
“El discurso democratizante permitía aunar adhesiones para deshacerse del viejo poder otomano», sostiene Daniel Feierstein, expresidente de la Asociación Internacional de Investigadores sobre Genocidio y quien ha escrito libros como «Introducción a los estudios sobre genocidios» y «El genocidio como práctica social», entre otros. De todas maneras, con respecto al contraste entre lo que pregonaban inicialmente y lo que luego hicieron los Jóvenes Turcos, advierte que «es difícil sostener que esas promesas eran parte del plan de exterminio».
En las conferencias del partido Unión y Progreso durante el 1910 se tomó la decisión de ejecutar el genocidio. El desmembramiento del Imperio comenzado en el siglo XIX no cesaba. Mientras tanto, en 1911 Italia anexiona Trípoli. Serbia, Bulgaria y Grecia, junto a Montenegro y Macedonia dan inicio en 1912 a las primeras guerras balcánicas contra el Imperio Otomano, que desgastado por el conflicto con Italia renuncia a Albania y Macedonia. En 1913 cede la isla de Creta a Grecia. Para ese entonces, los otomanos prácticamente habían perdido todos sus territorios en Europa, y los armenios eran de los pocos cristianos que quedaban dentro del Imperio.
Nacionalismo panturco
Estas pérdidas territoriales son vitales al explicar el genocidio armenio. El Imperio sufría una paranoia de derrumbe que se acrecentaba con el pasar de los años. El Estado apoyó e hizo de las minorías no turcas, sobre todo las musulmanas, una pieza clave para el genocidio. Estos grupos étnicos habían sido expulsados de los territorios donde los diferentes Estados cristianos habían declarado su independencia y traían consigo un enorme odio que los otomanos fogonearon.
«El nacionalismo panturco permitió un proyecto de homogeneización nacional sobre la base del ‘peligro de las minorías’ que implicó una articulación de un discurso militarista con formas de utilización política del odio”, define Feierstein.
Tártaros, circasianos y kurdos, cómplices y autores materiales del genocidio
Tártaros, circasianos y kurdos también participaron de las masacres. El gobierno no solo les hizo creer que los armenios eran traidores que ponían en riesgo el Imperio y una amenaza para sus étnias, sino que les prometía quedarse con las tierras de aquellos que asesinaran para allí crear su propio Estado autónomo. Incluso se liberaron y armaron presos con la condición de que se unieran a la cacería de armenios.
En 1913 los oficiales Mehmed Talaat, Ismail Enver y Ahmed Djemal tomaron el poder bajo el lema «Turquía para los turcos». Atrás quedaron las promesas iniciales del respeto a la diversidad. «La idea de los Jóvenes Turcos era eliminar el sistema imperial y uno de sus planes era homogeneizar al Estado. Ellos ya traían ese plan de exterminio desde un comienzo«, sostiene el doctor en Antropología Carlos Antaramian, descendiente de armenios y autor de varios textos relacionados al genocidio, en diálogo con Página|12.
Los armenios, al igual que otras tantas minorías, vivían en barrios cerrados y mantenían su propia religión y cultura e incluso cierta autonomía política —siempre respondiendo al sultán en última instancia— , aunque eran considerados ciudadanos de segunda y no tenían los mismos derechos que los musulmanes: no se podían casar con una musulmana, testificar en una corte contra un musulmán o tener caballo o armas, entre otros impedimentos. Los Jóvenes Turcos querían un Estado centralizado sin ninguna otra organización de minorías que tuviera interfiriera.
El triunvirato buscaba unir a todos los pueblos turcos en una nueva y moderna nación homogénea, para lo cual sería necesaria una enorme expansión territorial y una profunda limpieza étnica. Fue el reemplazo del otomanisno por el panturquismo. «Los Jóvenes Turcos no eran religiosos, pero para homogeneizar Turquía sabían que debían apelar a la religión, pues gran parte de la población era radicalmente musulmana», explica Antaramian.
A comienzos de agosto de 1914 estalló la Primera Guerra Mundial, que fue vista por los Jóvenes Turcos como una oportunidad para cumplir con su plan sin preocuparse por las presiones de las potencias occidentales. A mediados de 1915 y con la excusa de la Guerra, los Jóvenes Turcos disolvieron el Congreso.
Los 10 puntos del plan del exterminio armenio ideado por el Imperio Otomano
El plan de exterminio fue pensado y redactado en un documento conocido como “Los diez mandamientos del Comité Unión y Progreso”, que constaba de 10 artículos y cuya fecha es de entre finales de 1914 y comienzos de 1915.
En este documento, que se hizo público luego de que el Alto comisionado británico en Constantinopla se lo enviara al Ministerio de Relaciones Exteriores Británico a principios de 1919, se explicaba paso a paso el plan de exterminio.
Los 10 artículos del genocidio armenio
- Art 1: Se deben cerrar todas las asociaciones de armenios basándose en los artículos 3 y 4 de la Ley de Asociaciones: arrestar a los miembros ejecutivos que se oponen al gobierno del CUP, deportarlos a ciertas provincias como Mosul y Bagdad y matarlos durante la ruta de deportación o una vez que lleguen al destino final.
- Art 2: Recolectar todas las armas que sean propiedad de los armenios.
- Art 3: Se debe preparar a la opinión pública musulmana a través de los medios apropiados, por lo cual se deben organizar algunos incidentes planeados –como Rusia hizo en Bakú- en ciudades como Van, Erzurum y Adaná, donde los armenios por sus propias acciones se han ganado el odio de los musulmanes.
- Art 4: Dejar la total implementación de las acciones a la población general en provincias como Erzurum, Van, Mamuret-ul aziz y Bitlis, y usar las tropas y fuerzas militares en lugares como Adaná, Sivas, Bursa, Izmit e Izmir.
- Art 5: Aplicar (medidas) de aniquilación a los maestros de las escuelas y especialmente a los hombres menores de 50 años. (Dejar vivos a las mujeres y niños para que sean convertidos al Islam).
- Art 6: Organizar a las familias de aquellos miembros que han escapado y tomar las medidas para cortar completamente los lazos que los unen con sus hogares.
- Art 7: Licenciar a todos los oficiales armenios de los puestos gubernamentales y demás rubros bajo la acusación de espionaje.
- Art 8: Aniquilar a los hombres en servicio en el ejército bajo una manera apropiada.
- Art 9: Iniciar todas las medidas al mismo tiempo para no dar la oportunidad de que preparen medios para su defensa.
- Art 10: Mantener esta Carta de Instrucción en la más completa privacidad.
Las etapas del genocidio armenio
La primera etapa del genocidio fue el secuestro, deportación y asesinato de líderes políticos, eclesiásticos e intelectuales el 24 de abril de 1915. Lo que se buscaba era dejar sin representación a los armenios. Se impulsó una fuerte propaganda para hacer ver a los armenios como traidores y conspiradores, pues el apoyo de la población musulmana era vital para el plan.
La segunda etapa fue la eliminación de los hombres aptos para combatir, o sea aquellos de entre 18 y 40 años. Más de 60 mil hombres armenios fueron reclutados al ejército otomano y luego asesinados. Se los hacía cavar sus tumbas antes de ser fusilados. Algunos encarcelamientos y la formación de campos de concentración se habían producido también a comienzos de ese año.
La tercera etapa fue el comienzo de las deportaciones masivas de armenios hacia los desiertos de Siria, como Deir ez-Zor, y la Mesopotamia. La mayoría eran mujeres, ancianos y niños, sometidos a torturas extremas. Las mujeres eran raptadas, violadas y convertidas al Islam por la fuerza, para en algunos casos ser las esposas de musulmanes. Quienes no morían en el tortuoso camino eran ejecutados al llegar a destino.
Las deportaciones y las masacres se organizaban desde el gobierno central, más específicamente desde el Ministerio del Interior. Desde allí se instruía a los gobernadores, a las policías provinciales y a los grupos paraestatales armados. Los funcionarios que no cumplieran las órdenes del gobierno eran removidos e incluso asesinados.
Qué hicieron las potencias, los armenios asesinados y el negacionismo turco-azerí
En mayo de 1915, Francia, Gran Bretaña y Rusia emitieron un comunicado conjunto en el que advertían de estas matanzas y usaban por primera vez el término «crímenes contra la humanidad». El Senado de Estados Unidos se manifestó en febrero de 1916.
De los 2.100.000 armenios que habitaban el Imperio Otomano, más de 1.500.000 fueron masacrados. Algunos lograron escapar a otras zonas del Imperio o fuera del mismo, incluso con ayuda de turcos y/o musulmanes que no compartían las matanzas. En su plan de formar un Estado turco homogéneo, el Imperio asesinó también a más de 250.000 griegos —existen fuentes que triplican ese número— y un número similar de asirios.
Hasta el día de hoy es que Turquía mantiene un férreo negacionismo, a pesar de la enorme documentación que respalda la definición de los hechos como genocidio. Se sigue recordando a las cabezas del genocidio como héroes, bajo la justificación de que todo ocurrió en un contexto de guerra y hambruna, y el Estado turco financia y apoya económica y militarmente a Azerbaiyán para que continúe con lo que comenzó a principios del siglo XX.
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Fuente: https://www.pagina12.com.ar/417275-la-historia-del-genocidio-armenio