Desde San Pablo
La elección del presidente del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) que tendrá lugar este domingo en Washington originó una batalla entre Luiz Inácio Lula da Silva y Jair Bolsonaro. En esta disputa política, no sólo económica, se ve a las claras como el mandatario saliente y su ministro de Economía Paulo Guedes, buscaron propinarle una derrota ejemplificadora a Lula, contando con el respaldo de banqueros locales y la probable colaboración de la nomenclatura del BID.
El presidente electo y líder del Partido de los Trabajadores (PT) propuso postergar los comicios del BID hasta su toma de posesión el primero de enero próximo, planteo que encontró una recia oposición: desde Washington a través del ministro Guedes – un sujeto de estilo autoritario que fue funcionario del dictador chileno Augusto Pinochet– y en Nueva York por boca de representantes de los mayores bancos privados brasileños reunidos en un seminario junto al titular del Banco Central, Roberto Campos Neto. Todos ellos neoliberales de cuerpo entero.
Aliándose al gobierno saliente y al establishment bancario brasileño, las autoridades del BID rechazaron casi de inmediato y sin brindar mayores explicaciones la postergación planteada por Lula da Silva, abriendo camino a la candidatura de Ilan Goldfajn, respaldado por Bolsonaro.
Guido Mantega, desarrollista
Quien presentó públicamente la idea de atrasar la elección en el BID fue Guido Mantega, economista del PT que estuvo al frente del ministerio de Planificación durante parte de la administración lulista (2003-2010) y luego comandó la cartera de Hacienda en los primeros años de la presidencia de Dilma Rousseff (2011-2016).
Para Mantega aguardar la llegada de Lula a la jefatura de Estado de Brasil, la segunda economía más fuerte del continente, sería una forma de dar más legitimidad al pleito del cual surgirá el responsable del principal banco de inversión hemisférico que en su último ejercicio anual liberó unos 27 mil millones de dólares.
El exministro alega que mientras Bolsonaro impulsa a Ilan Goldfajn, un ortodoxo que actualmente se desempeña en el Fondo Monetario Internacional y antes lo hizo en el Banco Itaú, es preferible que el BID sea gerenciado con una óptica más desarrollista.
Por esa razón defiende que el banco impulse una plan de inversiones orientado a la construcción de obras de infraestructura para afianzar la «integración» física regional «tomando como ejemplo lo que hacen China e India», dos miembros del BRICS junto a Brasil, Rusia y Africa del Sur.
Bolsonaro, trumpista
El brasileño Ilan Goldfajn tendrá como primer pasivo ser el candidato a la presidencia del BID apadrinado por una administración que además de estar a punto de extinguirse pasó cuatro años despreciando las relaciones con los países vecinos en aras de un vínculo preferencial con Donald Trump (2017-2021).
Algunos gobiernos latinoamericanos «no gustan de Bolsonaro ni de su forma de conducirse, él presentó a Goldfajn de repente con la intención de dar un golpe sin consultar a Argentina, Perú, Colombia y Ururuay», señaló Mantega.
Hace dos años, en la anterior elección del BID el presidente brasileño votó al estadounidense Mauricio Claver-Carone, patrocinado por Trump. Al escoger a Claver-Carone , eyectado del cargo hace dos meses a raíz de un escándadalo, Bolsonaro contribuyó a romper una tradición no escrita, de casi sesenta años, según la cual nunca se había elegido a un representante de Estados Unidos, país que detenta el treinta por ciento de los sufragios, lo que le otorga más peso electoral que Brasil y México sumados.
Brasil y México
El economista mexicano Mario Campa analiza los «juegos de poder» que precedieron a los comicios de este domingo y señala la presión ejercida por el BID y grupos de interés estadounidenses sobre los gobiernos latinoamericanos. Plantea que al rechazar la postergación sugerida por Lula el organismo favoreció «implícitamente» las aspiraciones del «candidato de Bolsonaro».
En entrevista con Página/12, Campa, consultor de la Organización Internacional del Trabajo y posgraduado en la Univiersidad de Columbia, se refiere a cómo quedó fuera de carrera Alicia Barcena, la candidata preferida del presidente mexicano Andrés Manuel López obrador.
Ex titular de la Comisión Económica para América Latina (Cepal) Barcena tiene una «respetable trayectoria con méritos suficientes» para estar al frente del BID, sostiene Campa. Sin embargo, de buenas a primeras la escogida por López Obrador, un líder de centroizquierda con alta aprobación popular, desistió de competir por el cargo alegando razones personales.
«Se dice que la licenciada Barcena fue vetada en los círculos de Washington. Las razones verdaderas de su renuncia las desconozco pero es probable que sea por presiones estrictamente ideológicas, porque ella no tiene credenciales de economista ortodoxa que esos círculos consideran imprescindibles para estar al frente del BID. Puede ser que desde allí la vean como socialista o comunista, que la impugnen con etiquetas usadas por los republicanos para denostar a quienes tienen una orientación más social, esto es lo que se rumorea».
En sentido contrario en el BID y los «círculos de Washington» hubo una recepción positiva a las posiciones manifestadas por Goldfjan, quien cuenta con «buenas posibilidades» de ser electo, aunque no se pueda ser etiquetado como «el gran favorito», observa Campa.
Los candidatos
Junto al brasileño Goldfjan los otros aspirantes a conducir el BID son la argentina Cecilia Todesca, el mexicano Gerardo Esquivel, el represente de Chile Nicolás Eyzaguirre y el de Trinidad y Tobago, Gerard Johnson.
La secretaria de Relaciones Económicas Internacionales de la Cancillería argentina, Todesca, declaró al diario Folha de San Pablo que la intención del presidente Alberto Fernández era presentar una candidatura consensuada, algo que de haberse logrado plasmaría la sintonía existente entre los gobiernos progresistas cuya hegemonía regional quedó confirmada tras la victoria de Lula sobre el ultraderechista Bolsonaro.
La falta de acuerdo entre Brasil, México y Argentina para presentar un candidato común de las tres principales economías de la región es comprensible dado que ni López Obrador ni Fernández parecen dispuestos a dar su aval al régimen de Bolsonaro ni a su candidato Goldfjan, que en mayo de 2016 asumió como presidente del Banco Central del gobierno de Michel Temer, surgido tras el golpe contra Dilma Rousseff.
«La vocación por la integración latinoamericana sigue en pie a pesar de la votación en el BID, el presidente López Obrador tiene una muy buena relación y proximidad política con Fernández y Lula da Silva», plantea Campa en contacto telefónico desde México.
Ocurre, continúa el economista, que la «voluntad política» de los presidentes a menudo debe enfrentar resistencias desde «dentro y fuera» de sus países para dar pasos efectivos hacia la integración política y económica.
En el caso de México, esto se oberva en las presiones para profundizar el Tratado de Libre Comercio con Estados Unidos y Canadá, anteponiéndolo al acercamiento con América Latina y en el caso brasileño con la defensa de la candidatura neoliberal de Goldfjan para presidir el BID, los cuestionamientos al Mercosur ( el ministro Guedes lo suele llamar un «lastre») y los ataques a la recreación de la Unasur.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/499376-jair-bolsonaro-juega-a-fondo-en-la-eleccion-del-presidente-d