Quizás sea inútil, y pérdida de tiempo, sumarse a los muchos análisis circulantes sobre el Gritón Despeinado que recibió más votos en las recientes PASO. El análisis, en todo caso, esta columna cree que es mejor orientarlo hacia otros aspectos más o menos obvios: 1) Que la ciudadanía fue acumulando enojos al voleo, en la medida en que desde todas las dirigencias y todos los ángulos y perspectivas le llovían hipocresía, cinismo y promesas falsas; 2) Que la ciudadanía ya venía desilusionada y el desasosiego se completó con el sainete que colocó como príncipe heredero al menos peronista del FdeT devenido UxP, y quien generó primero desconcierto y luego un resentimiento profundo y rencoroso, no por el sujeto mismo sino por ser producto de promesas incumplidas, imposiciones a dedo, personajes Cero Encanto y encima con la Jefa enmudecida. 3) Todo eso se expresó de mil o más maneras el domingo 13, cuando el tercer puesto ensombreció el cielo peronista y alguna parte del pueblo peronista quizás celebró de pura bronca, íntimamente.
Es claro que nadie puede saber si el voto al incalificable GD fue un castigo (¿y a quién?) o sólo una revancha popular momentánea frente a dirigencias necias y sobradas de soberbia, tanto en el oficialismo como en la oposición. Consideraciones, se admite, que también son etéreas e imprecisables, razones por las cuales nadie puede saber si la dispersión se convierte en unidad, y de qué tendencia. Ni si la tendencia se mantendrá en octubre o si todo habrá sido etéreo e indistinguible como flato en salón, cuando para disimular sólo cabe mirar a los demás con cara de foca.
Por eso no hay apuesta de este columnista, quien sinceramente no cree que tan estentóreo, grosero y ordinario sujeto –que desde todo punto de vista racional es un dirigente fallido o fallado, especie de Adolf Hitler en absurda mixtura con Cantinflas, o si se prefiere con Minguito Tinguitella– tenga realmente capacidad dirigencial. Aunque, claro está, tampoco se apuesta aquí a triunfo o fracaso algunos. Nomás se apuesta a un voto en paz y, si acaso, a que de esta experiencia resulte que el pueblo argentino se dé un nuevo y mejor sistema electoral nacional, menos atrabiliario y tramposo, federal en serio y sobre todo democrático y transparente de una buena vez.
Lo que viene ahora, en todo caso, desde luego que es imposible, e inútil, predecirlo. Ni siquiera se habrá apostado a ganador, gane quien gane, se diría en plan de sinceridad absoluta. Porque nadie sabe si el GD repetirá o no la performance de Agosto 13, donde por sorpresa cachó a todo el país desprevenido. No obstante lo cual este columnista piensa, convencido y con toda franqueza, que no. Que no va a repetir. Lo que tampoco haría aconsejable festejar nada, que nadie tiene derecho ni razones para festejos, y ése es el plato verdaderamente amargo.
Salvo que uno sea del Círculo coloreado, claro está. O habitué de «laembajada«. O agrodizquexportador, o latifundista extranjero o cipayo, que son lo mismo, o primo del Mr Lewis, o amigo de los qataríes que están llegando a la Patagonia en malón. Otra que «fiesta de la democracia» si ganan la ex-guerrillera o el hombre de la embajada que ahora la va de peronista, y a quien para colmo tantos peronistas lo ven como peronista. Prueba, una vez más, de que cuando hay un deseo muy muy fuerte y uno cierra los ojos y los puños con toda su fuerza, capaz que todo puede suceder.
Lo cierto es que cada uno/una de los/las tres ya anda mintiendo «soluciones» que, sin embargo y bien leídas, sólo prometen sangre, sudor y lágrimas al pueblo de la Patria. Ni mejor ni peor que el GD, que completa el trío de cipayos, cada uno de los tres en su estilo y posibilidades, parecen estar en las gateras, prontos y listos para terminar de arruinarle la vida a 47 millones de compatriotas que quién sabe cómo y por qué siguen bancando lo imbancable.
Y es que sucede como con los sustos: no siempre el protagonista muere, y menos si el protagonista es el pueblo. Que sí muchas veces muere. La Historia Universal está llena de ejemplos. Por eso mismo uno espera que no. Que nadie muera, como piensa y ruega quien escribe estas reflexiones –ciertamente desesperanzadas– no para tener razón en debates teóricos sino para contribuir a que en octubre el dolor argentino no sea desproporcionadamente enorme.
Todo dicho, lo anterior, bajo el convencimiento de que será imposible elegir por voto positivo. De hecho «la caballada está flaca», como se decía en México en vísperas electorales cuando las pocas candidaturas quedaban en manos de unos pocos mediocres millonarios, acomodados, cipayos y pronorteamericanos, y el ausentismo era entonces el enorme triunfante electoral.
En nuestro caso, y a conciencia de que es inútil sumar adjetivos para condenar a un desorbitado al que esta columna no ha nombrado jamás, para así mantener limpia y serena toda conjetura y análisis, también cabe reconocer que mejor no mencionar su nombre por pura e irracional cábala. Cábala, precisamente, que este columnista no tuvo en su intento electoral, el que fue abortado la última semana, el lunes 7 de agosto, cuando la jueza máxima electoral decidió que por un detalle nimio (boletas insuficientes) no podría ser votado en la CABA. Decisión que ser extendió durante toda la semana al natal Chaco y a 14 provincias, de Salta a Tierra del Fuego. Y lo cual también merece conocer la ciudadanía.
También desde este ángulo resulta imposible no analizar objetivamente a un personaje tan absolutamente antidemocrático, exótico y falaz, que no ve más allá de su fanatismo infantil y la precaria racionalidad que lo caracterizan. Y cuya visión de mundo es grotesca, acaso por pura ignorancia, pobre. Como ha de ser la de la Dra.XX y los sucesivos pares de provincias, que mandaron retiraron tempranamente –el domingo 13– todas las boletas de una Coalición suciamente marginada.
También este episodio, que no deja de ser una íntima frustración autorial, apunta a llamar la atención acerca del asombroso crecimiento de la construcción política que hizo el GD, basado fundamentalmente en gritos y amenazas, y en los errores y miserias de las restantes principales fuerzas del país que perdieron rumbos, chuparon medias demasiado grotescamente y ahora, claro, cuando deberían recoger el guante y ser autocríticos, todo lo que sienten es pánico porque saben que si el GD alcanza la Presidencia estarán fritos. Aunque no todos, porque ya veremos, en tal caso, el desfile grotesco de chupamedias y amorales todo servicio que se pasarán velozmente de filas peronistas a la nueva y grosera depredación moral de este país maravilloso que alguna vez pareció bendecido.
Como sea, la perspectiva es gris oscura, casi negra, porque al balotaje sólo van a llegar dos de tres opciones: el falso libertariaje del GDV, el falso peronismo de Unión por la Patria, el falso control social a palos que promete JxC. Igualados todos en una especie de torneo de cipayos, todo sea dicho.
Como esta columna ha postulado, e intentado hacer docencia durante años, el Pueblo Argentino, que ya otras veces se ha disparado balazos en los pies, se encuentra frente a una inminente nueva versión de su tragedia. Penosa, dolorosamente.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/582697-el-voto-el-griton-y-la-esperanza