«Cambió todo. Lo que este tipo mandó es inaguantable, parece armado para que no sea aprobado». La frase del dirigente de Unión por la Patria retumbó en el tercer piso del Congreso de la Nación, el campo de batalla en donde se definirá la validez o no del decretazo desregulador de Javier Milei. Atrás quedó, para varios peronistas, la mayoría circunstancial que La Libertad Avanza había logrado tejer en el último par de semanas con radicales, macristas, ex PRO, lilitos y fuerzas provinciales: las quejas de figuras como Martín Lousteau, Miguel Ángel Pichetto y Horacio Rodríguez Larreta habían comenzado a pintar otro panorama. La prueba de fuego, sin embargo, será la Comisión Bicameral de Trámite Legislativo, en donde deberá ponerse a consideración el mega DNU tarde o temprano (LLA prefiere lo primero, UxP lo segundo). Allí, la mayoría había quedado en manos de la alianza construida por el oficialismo, pero, en las últimas horas, sus socios comenzaron a mostrar los dientes.
Las luces del Palacio Legislativo estuvieron prendidas hasta las 3 de la madrugada y, luego, desde bien temprano de la mañana del jueves. Se sucedían reuniones frenéticas en distintos despachos, todas abocadas a dilucidar las 83 páginas de 366 artículos que componía el DNU firmado por Milei. La mayoría no había llegado a leer el detalle de todas las leyes que se estaban modificando y derogando, aunque sí la mayoría, y casi todos coincidían en algo: nunca antes en la historia se había borrado de un plumazo 100 años de trabajo legislativo como hizo ahora el Presidente. Las discusiones de forma se cruzaban con las de contenido y a las protestas por la violación de la división de poderes se sumaban las críticas, concretas, a la limitación del derecho a huelga, la liberalización del mercado de alquileres, la eliminación de los regímenes de promoción industrial y el aumento de las prepagas.
Los primeros en sentar posición, envalentonados por los cacerolazos de la noche anterior, fueron los diputados de Unión por la Patria, que se reunieron durante horas con los referentes de la CGT y las dos CTA. El objetivo era coordinar una estrategia común entre «el Palacio y la calle» y, luego de que Héctor Daer, Carlos Acuña y el resto de los sindicalistas partieran a debatir internamente sus medidas, la bancada que lidera Germán Martínez emitió un comunicado. «Nuestro bloque va a articular todas las acciones necesarias para que el Congreso rechace el DNU», advirtieron, oficialmente, desde el bloque. En sintonía, del otro lado de Pasos Perdidos, el titular de la bancada en el Senado, Jose Mayans, también sumaría presión: «Estamos en marcha para poder parar esto».
El principal objetivo, ahora, será la pelea en la Bicameral de Trámite Legislativo, una comisión integrada por ocho diputados y ocho senadores que tiene la función de expedirse sobre la validez de los DNUs. Una vez que dictamina, el DNU se lleva al recinto y solo si las dos cámaras lo rechazan el decreto se cae, si no se mantiene vigente: un detalle introducido por el kirchnerismo en 2006 que llevó a que, al día de hoy, varios se estén agarrando la cabeza. Es por ello que nunca en la historia argentina el Congreso bochó un DNU presidencial: la legislación está hecha a medida de los Ejecutivos. UxP, sin embargo, busca modificar el rumbo de esta larga tradición, aunque no puede hacerlo solo.
Los poroteos
Un lamento recorre los pasillos del Congreso y es el lamento de haberle dejado al oficialismo la presidencia de ambas cámaras. Y es que en ambas cámaras, el peronismo, a pesar de ser la primera minoría -101 diputados, 33 senadores- salió perdiendo. En el Senado fue como resultado de la mayoría que Victoria Villarruel había logrado construir con lo que fue Juntos por el Cambio y los bloques provinciales, imponiendo la presidencia provisional de Bartolomé Abdala y un mecanismo de conformación de comisiones que perjudicaba a UxP. Bajo este mecanismo, UxP -que tenía el 45 por ciento de las bancas- se terminó quedando con tres de los cinco lugares de la Bicameral de DNUs. Las otras cinco sillas se terminaron repartiendo, en cambio, entre el PRO (Luis Juez), la UCR (Víctor Zimermann), La Libertad Avanza (Abdala o Ezequiel Atauche), Cambio Federal (el salteño Juan Carlos Romero) y Unidad Federal (el entrerriano Edgardo Kueider).
En la Cámara de Diputados, originalmente, se había dado otro acuerdo entre Martín Menem y Germán Martínez que beneficiaba al peronismo. Sin embargo, en las últimas 24 horas, Menem cambió de postura y optó por la misma distribución que el Senado: tres sillas para UxP y cinco para el resto. La distribución, sin embargo, es todavía más beneficiosa para LLA ya que Oscar Zago, su presidente de bloque, logró negociar que dos lugares fueran para ellos: una para él y la otra para Lisandro Almirón. Las otra son: una para la UCR (el catamarqueño Francisco Monti), otra para el PRO (Hernán Lombardi) y otra para una alianza (dispar) entre la Coalición Cívica, el cordobesismo y Cambia Federal, que quedará en manos de Nicolás Massot.
Con estos números, el oficialismo confiaba que tendría una mayoría asegurada, sin embargo el decretazo no cayó bien en el resto de los bloques opositores no peronistas. El radicalismo se encuentra dividido, pero el mensaje del presidente del partido, Martín Lousteau, fue elocuente: «Así no funciona la democracia plena», cuestionó, denunciando que el DNU estaba «fuera de la legalidad». «El Presidente debería reemplazar este inválido DNU por una ley espejo que se pueda votar por capítulos y convocar a extraordinarias para darle un tratamiento urgente», agregó Lousteau, oficializando así lo que sería una propuesta que, por lo bajo, varios legisladores ex PRO y radicales le estaban haciendo al ministro de Interior, Guillermo Francos.
Esa es la propuesta que, en una reunión privada a la noche, le hicieron Emilio Monzó y Miguel Ángel Pichetto, junto a Margarita Stolbizer y Massot, a Francos. «Le explicamos lo que nos había pasado a nosotros en 2018 durante el gobierno de Macri y le propusimos que la mejor solución, para evitar la inseguridad jurídica de un DNU, era era mandar los proyectos espejo de los artículos», explicó uno de los diputados de Cambia Federal que participó del encuentro. Horas antes, Pichetto había sido muy duro contra el decreto: «Esto es una República. El Presidente debe gobernar con el Congreso no contra el Congreso». Francos, sin embargo, aseguró que, de momento, no estaba en los planes del gobierno enviar las medidas del DNU al Congreso.
El PRO, mientras tanto, fue uno de los pocos partidos que se manifestaron abiertamente en favor del DNU. No todos, pero sí la mayoría: Mauricio Macri, Luciano Laspina, Diego Santilli. «Un cambio profundo, veloz y nítido. ¡Viva la libertad!», festejó Lombardi, que ocupará una de las sillas de la Bicameral.
Las objeciones, sin embargo, eran mayoría. La Coalición Cívica, Horacio Rodríguez Larreta y, a su vez, numerosos referentes provinciales, como el gobernador rionegrino Alberto Weretilneck, el legislador entrerriano Edgardo Kueider o el santacruceño José Carambia (el mismo que había encabezado el piquete en el Senado el martes). Todos cuestionaban que las iniciativas no pasaran por el Congreso, allanando el camino a una resistencia generalizada a los planes de Milei que, hasta hace 48 horas, no existía.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/697689-el-freno-del-congreso-a-la-motosierra-de-javier-milei