19 de septiembre de 2025
La escena del mercado esta semana fue brutal: los bonos argentinos se derrumbaron y el riesgo país se disparó, enviando una señal inequívoca de que los inversores ya descuentan que el país no podrá pagar su deuda.
Los Global 2030 perforaron los USD 24 y los Bonar 2035 se hundieron a la zona de USD 21, en una venta masiva que borró de un plumazo miles de millones de valuación.
El golpe no quedó solo en las pantallas de los traders: también se hizo sentir en los balances de las Alycs. Balanz Capital reconoció ante la CNV que sus resultados “arrojan una pérdida que supera el 15% del patrimonio neto”. Napoli Inversiones informó algo similar, con un rojo de más de $9.146 millones que representa el 53% de su patrimonio.
El desplome se explica, según afirman desde las compañías, por “la tenencia tanto en títulos públicos como privados representativos de nuestra línea de inversiones”.
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Lo curioso es que detrás de la foto dramática de los estados contables, hay otra historia: la del negocio operativo, que sigue mostrando ganancias fenomenales. La utilidad bruta de Napoli Inversiones se duplicó frente al año pasado, trepando a $781.536 millones.
Ese contraste es clave para entender el momento. Los balances se ven deteriorados por el mark-to-market de las carteras de bonos, pero las Alycs siguen generando caja a través de comisiones por operaciones de contado, futuros, cauciones y el arbitraje de instrumentos en pesos. En otras palabras: las pérdidas contables no comprometen la capacidad operativa de las sociedades.
“Los clientes no corren riesgo. Esto es un ajuste de valuación, no un problema de liquidez”, insistió un ejecutivo del sector en estricto off.
Lo que sí sienten los inversores es el golpe en el valor de sus cuentas comitentes: las pérdidas contables de las Alycs son el espejo de lo que se derritió en las carteras de sus clientes.
“Los bonos están cerca de pricear un default. Porque el mercado no reacciona, el mercado anticipa”, marcó a este medio un operador curtido del MAE. La frase resume el humor de la City: el precio actual de los títulos públicos implica que los acreedores descuentan que habrá una nueva reestructuración, por más que el Gobierno insista en que las cuentas cierran.


Fuente: LaPoliticaOnLine.com