Natalia de la Sota buscará renovar su banca en la Cámara de Diputados. Su plan es hacerlo con «el espacio al que pertenece», Hacemos Unidos. Pero sobrevuela un plan B: liderar un espacio peronista, una suerte de nuevo Unión por Córdoba, en el que participen distintas estructuras de ADN justicialistas.

Esta última opción surgió en las últimas semanas, cuando distintas agrupaciones pusieron sobre la mesa algunos sellos que le permitirían a De la Sota conformar una alianza que podría estar integrada por el Frente Renovador, sin que éste sea la marca de la proa.

Con esas dos opciones, De la Sota comenzó a trazar su campaña. El primer paso en la superficie fue el acto del 29 de diciembre. Sin estridencias, comenzó a revincularse con Martín Llaryora y con Daniel Passerini, de quien se había distanciado en los últimos tiempos por tensiones en la conformación del gabinete del intendente capitalino.

En el Gobierno, de hecho, comenzaron a elogiarla abiertamente por haber sostenido sus críticas a Milei mientras Llaryora apoyaba al libertario en el Congreso. «Mostró carácter y convicción, y entiende al electorado peronista», admitió un ministro días atrás.

Natalia de la Sota apunta a Córdoba Capital, con el paraguas de Llaryora

Si no es candidata por Hacemos Unidos, podría conformar un espacio peronista en el que estén el Frente Renovador, Libres del Sur y sectores del kirchnerismo, pero que no usaría ninguna de esas marcas, si no una propia.

La punta de lanza serían sellos justicialistas que distintos dirigentes pusieron a disposición de la diputada. No hace falta ser Sherlock Holmes para detectar a Domingo Carbonetti, estratega de las alquimias electorales de José Manuel de la Sota.

Si De la Sota no es candidata por Hacemos Unidos, podría conformar un espacio peronista en el que estén el Frente Renovador, Libres del Sur y sectores del kirchnerismo, pero que no usaría ninguna de esas marcas, si no una propia

En su discurso, De la Sota propone recuperar el concepto de Estado presente y calificar al Gobierno de Milei como «de derecha». «Los gobiernos de derecha creen que sólo se puede combatir la inflación con ajuste, no piensan ni proponen un programa de desarrollo y de crecimiento de la economía, y menos piensan en una distribución equitativa de la riqueza», dice De la Sota.

Es un discurso que choca con el paradigma narrativo del llaryorismo, que mandó a sus ministros a hablar de gobierno, no de Estado; y que quiere borrar las líneas ideológicas al hablar de gestión: «Los cordobeses votan al peronismo cuando éste gestiona bien», dice una de las máximas electorales en el gabinete provincial. .

En lo que pareció un dardo a Llaryora, Natalia reclamó días atrás «coherencia». «Debe haber coherencia entre lo que hacemos, lo pensamos, lo que sentimos y lo decimos; la coherencia es un valor innegociable», dijo la diputada nacional. Y, en ese marco, propuso: «Es urgente comenzar a contrarrestar esta ‘batalla cultural’ que intenta llevar adelante el gobierno nacional.

«Natalia quiere representar a los cordobeses que no comulgan con Milei. No va a fingir demencia porque Milei tiene una aprobación de 60 puntos; ése no es su problema. Ella no busca votos allí, si no entre los votantes del peronismo que rechazan las políticas libertarias que abandonaron la justicia social», dicen en el nuevo delasotismo.

Fuente: LaPoliticaOnLine.com