Perry Anderson en su ensayo sobre la construcción de la Unión Europea “Nuevo viejo mundo”, reflexionaba a propósito de las transformaciones en la cultura mediática europea durante los años ochenta. Poniendo como ejemplo Italia, el marxista británico, admirador de la vieja cultura comunista italiana, se refería a la falta de preparación del Partido Comunista Italiano frente a la irrupción de la cultura de masas, comercial y americanizada, que no solo presentaba nuevos códigos de consumo, sino también de comportamiento político y electoral. Esos nuevos códigos culturales y políticos, propios de sociedades postindustriales y mediatizadas, tenían poco que ver con el universo social y político de Togliatti o Gramsci.

Contrarrevolución cultural

Anderson, aficionado al cine y admirador de las grandes obras del séptimo arte en Italia, se lamentaba también de la falta de relevo para una una generación de cineastas italianos como Rossellini, Antonioni o Visconti. Ello habría desembocado, a su juicio, en un desajuste entre la sensibilidad culta y la sensibilidad popular en Italia. A partir de los años ochenta, el campo cultural popular italiano habría sido el pasto del que se alimentó la contrarrevolución cultural del imperio televisivo de Berlusconi. Sin saber como encarar esos cambios, los comunistas italianos habrían opuesto el ascetismo moral de su último líder, Enrico Berlinguer, como una suerte de representante ético del desprecio austero de los excesos y el infantilismo propios de nuevo universo del consumo mediático y material. Esa izquierda quizá siga siendo hoy una referencia moral para muchos, pero en Italia se transformó por voluntad propia en algo muy diferente ¿Excepción o anticipación italiana?

Italia siempre es casi siempre el futuro anterior de algo. Italia casi siempre lo anticipa todo. Aquí va otro ejemplo menos sofisticado pero quizá más eficaz. Mi amigo el periodista Miguel Mora cuenta que, cuando trabajaba en Roma como corresponsal de El País, supo de un eurodiputado italiano del partido de Andreotti que, enfadado por los abucheos que recibía en la eurocámara, se dirigió como buen democristiano a un eurodiputado alemán que le había criticado, de esta forma tan explícita: “Cuando vosotros estabais todavía subidos en los árboles, nosotros ya éramos maricones”. Sobran ulteriores comentarios a las formas. Hoy, con Berlusconi alimentando la voracidad de los gusanos, podemos confirmar que tanto Anderson como el eurodiputado de Andreotti tenían, a su manera, razón: Italia nunca ha sido excepción sino anticipación.

Ola reaccionaria

Hoy los sistemas políticos europeos padecen una ola epocal reaccionaria en la que la que cada vez vemos con más nitidez cómo los estilos y formas trumpistas se van imponiendo, bien fascistizando a las derechas, bien moderando hasta el ridículo a los socialdemócratas o bien reduciendo a su mínima expresión a las izquierdas que aún sobreviven en Europa. Pero lo que llamamos trumpismo (cuyos caracteres fundamentales de nuevo fascismo hemos encontrado también en algunos países de América Latina como Bolsonaro en Brasil o más recientemente como Milei en Argentina que se sitúa a día de hoy como el candidato con más posibilidades de ser presidente) tiene en Italia un precedente ineludible.

Una de las claves para entender los nuevos terrenos políticos en los que se degrada la democracia liberal que padecemos, es simplemente reconocer que que vivimos en sociedades mediatizadas. Un último ejemplo para concluir: el cerdo de Black Mirror. Si han visto ustedes esta maravillosa serie, seguramente recuenden el primer episodio de la primera temporada que se estrenó allá por diciembre de 2001. Se titula “El himno nacional”.

El cerdo de Black Mirror

El capítulo nos presenta a un primer ministro británico que, tras ser informado del secuestro por un terrorista de la princesa Susannah (adorada según los estudios de opinión por los electores ingleses) se ve obligado a ceder a las exigencias del secuestrador para que la princesa no sea asesinada ¿Y qué es lo que el secuestrador le pide? ¿Acaso una liberación de presos como hicieran los brigadistas de Mario Moretti con Aldo Moro? No, el terrorista de Black Mirror exige al primer ministro que fornique con un cerdo frente a millones de espectadores. Y al primer ministro no le queda más remedio que hacerlo. Ese primer capítulo sintetiza muchas claves de la política actual que horrorizaría a Togliatti y a Berlinguer y que permite comprender a personajes como Berlusconi o Trump ¿Habrían fornicado con el cerdo Berlusconi o Trump? Si lo asumimos como una degradación moral necesaria para el éxito mediático ya tenemos la respuesta. Y este es uno de los problemas que padecemos en Europa; que la distopía postliberal ya está aquí. 

Profesor de ciencia política en la Universidad Complutense y director de Canalred.tv.  Exvicepresidente del gobierno español y exsecretario general de Podemos.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/588851-de-berlusconi-a-milei

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