Desde Córdoba

En lo que es la elección más reñida desde 2007, cuando la gobernación se definió por un punto y medio, Córdoba esperaba anoche conocer al sucesor de Juan Schiaretti. Tras una larga jornada, cargada de tensión, operaciones cruzadas en torno a la difusión de bocas de urna, al cierre de esta edición, Martín Llaryora (Hacemos Unidos por Córdoba) se imponía por poco más de 25.000 votos, relegando al senador de Juntos por el Cambio, Luis Juez. Con el 80% de las mesas escrutadas, el actual intendente de la capital se mostraba arriba en los guarismos con el 42,58%, unos 701.627 votos, contra el 40,08%, uno 660,132 sufragios, de la oposición.

En el marco de una polarización extrema, el más que simbólico tercer lugar fue para el voto en blanco, con 68.715, un 4,7%. Si a eso se le suman los 43.370 votos nulos, hubo más de 100.000 personas que no se sintieron contenidas por la oferta electoral. Paralelamente, el ausentismo se acercaba al 30%, en línea con lo mostrado en 2019.

El otro protagonista fue el sistema de recuento de votos, cuya carga fue criticada por Juntos por el Cambio.

No obstante, Marcos Ferrer, intendente de Río Tercero y jefe de campaña de la oposición, señaló que “es llamativo que se carguen más rápido las mesas de la capital que las del interior. No nos importa saber quien ganó en el prime time, sino con el 100% de las mesas escrutadas”, indicó.

En esta elección, desde la Justicia Electoral se instrumentó, por primera vez el sistema Turing, que consiste en digitalizar y transmitir los resultados a por escuelas al centro de cómputos sin intermediarios. Sin embargo, las dificultades estuvieron derivadas por la falta de conectividad, lo que ralentizó la carga de los votos en las urnas.

Héroes del silencio

A las 22:18, el viceintendente Daniel Passerini, quien el mes que viene buscará suceder a Llaryora en la capital, salió a liberar tensiones en el búnker. Ejercicio sintomático de alivio, pero también de atención respecto de un resultado que estuvo a años luz de ser el esperado. De hecho, no fueron pocos los que, muy en off, señalaron que el gobernador Schiaretti, quien el sábado por la noche confirmó su candidatura presidencial, le retaceó el apoyo a Llaryora en el interior provincial.

La comparación llega del lado de lo sucedido en 2019. En ese momento, cuando Schiaretti llegó por tercera vez al Panal, como se conoce a la Casa de Gobierno, lo hizo con el 57% de los votos.

Este ingrediente, confirmó que en el frente oficialista estas facturas serán cobradas puertas adentro. En medio de todo esto, Florencio Randazzo, flamante candidato a vicepresidente de Schiaretti, llegó a última hora para sumarse al búnker.

Sin embargo, pasadas las 23, ni Llaryora, ni Juez habían hecho uso de la palabra, ya sea para reconocer triunfo o derrota, lo que le agregaba más picante a una noche bien larga.

Incluso, desde las huestes juecistas se aguardaban más precisiones bajo la mirada de Patricia Bullrich. La precandidata arribó acompañada por Laura Alonso, a la espera de una foto que le permitiera empezar con el pie derecho la campaña para las PASO ante Horacio Rodriguez Larreta.

Más allá del resultado adverso, en Juntos por el Cambio no había demasiado clima de derrota porque también se definía, voto a voto, la conformación de la Legislatura Unicameral. De acuerdo a la tendencia, oficialismo y oposición tendrían un virtual empate técnico en torno a los 70 legisladores. El sistema cordobés estipula 44 bancas por distrito único y 26 departamentales, las que se definen por sistema D’Hont.

De ganar el cambiemismo, se abría un escenario inédito en la historia de Córdoba con la posibilidad de Poder Legislativo contrario al signo del Ejecutivo.

“Gane quien gane, habrá que negociar. Se acabó la escribanía oficialista”, indicaban desde Juntos por el Cambio, que además obtenía dos de tres lugares en el Tribunal de Cuentas provincial.

Después del voto en blanco, la provincia mostraba un claro giro hacia la derecha. Encuentro Vecinal, ligado a sectores cristianos antiderechos, se erigió en tercera fuerza con el 2.98%, manteniendo dos legisladores. El cuarto lugar fue para La Libertad Avanza, una de las listas libertarias, con el 2.52% de los votos, accediendo a una banca. Luego aparecía el FIT-U, con el 2.36%, mientras que Creo en Córdoba, la lista kirchnerista, se colocaba en el 2.20%. Ambos aspiraban a meter un legislador.

Territorialmente, los departamentos del norte se inclinaban de manera mayoritaria hacia el oficialismo, mientras que en el sur rico, cuna de la agroindustria local se decantaba por Juntos por el Cambio.

Mucho para cortar

Además de los comicios provinciales, también hubo elecciones para intendente en casi 200 localidades. En Carlos Paz, se dio una situación particular, ya que la victoria fue para Esteban Avilés, ex titular de la Agencia Córdoba Turismo y candidato del oficialismo. Sin embargo, el candidato más elegido para la gobernación fue Juez, en un claro ejercicio de corte de boleta. Marcos Juárez, el kilómetro 0 de Juntos por el Cambio, también fue para Cambiemos, mientras que en Cosquín el triunfo fue para Llaryora. En todos estos casos, al igual que en La Falda, donde también ganó Juez, se utilizó el voto electrónico.

En Villa María, en tanto, la sociedad entre el kirchnerista Martín Gill con Llaryora estuvo lejos de funcionar, ya que la victoria fue por más de 10 puntos para Juez. Otra factura que habrá que ver como se cobra.

Mientras las velas ardían, los interrogantes surgían desde ambos lados. ¿Cuánto le sumó a Llaryora abrir la coalición a dirigentes opositores con peso simbólico? ¿Juez se favoreció del coqueteo de Schiaretti con Horacio Rodríguez Larreta?

Desde la óptica que se mire, sin lugar a dudas, Córdoba vivía otra elección histórica.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/562133-cordoba-voto-a-voto-llaryora-mantenia-una-leve-ventaja-sobre

Deja una respuesta