Todas y todos salieron felicitándose con sus equipos, sintiéndose «ganadores». Fue, sin dudas, un momento televisivo –amplificado luego en las redes– con cruces picantes, en los que cada candidato pudo plantar bandera propia. Pasaron dos horas de un debate cargado de chicanas y acusaciones varias, o directamente agresiones que hasta sonaron forzadas, metidas a como de lugar, en el caso del candidato libertario. En el que hubo, sin embargo, posibilidad de semblantear lo que cada quien trajo para decir. Los cuatro candidatos a jefe de Gobierno de la Ciudad, Leandro Santoro, Jorge Macri, Vanina Biasi y Ramiro Marra, protagonizaron anoche, en el estudio mayor del Canal de la Ciudad, el debate que establece por ley el Código Electoral de la Ciudad, que entró en vigencia en 2020. A pesar de las estrictas reglas que marcan tiempos cortos, intercambios cruzados e imposibilidad de repreguntas e intervenciones, el debate llegó a abarcar algunas de las principales preocupaciones de las y los porteños. Entre otras, la del nuevo código urbanístico y la falta de espacios verdes, que se siguió escenificando una vez finalizado el debate: un grupo de vecinos y vecinas sorprendió al candidato del oficialismo, que se paró a dar notas a pocos metros, con cánticos y grandes carteles: «Emergencia urbanística ambiental», «Basta de negocios», «No al nuevo código que mata los barrios».  

Sobre ese tema sorprendió un Macri que admitió que «el Código Urbanístico está alterando la fisonomía de muchos barrios», y que habló de la necesidad de «proteger el perfil barrial». Y aunque evitó comprometerse concretamente a derogar o al menos pedir tratar la controvertida norma, usó argumentos que fueron exactamente en contra de lo defendido a capa y espada por Horacio Rodríguez Larreta, y por el oficialismo en la Legislatura, en todo este tiempo desde la sanción de la ley, en 2018. Santoro y Biasi tomaron el guante y ligaron el código a «los negociados» y «la concepción de ciudad privada» del oficialismo porteño. Marra, que hace poco propuso vender el edificio de la TV Pública para construir allí una gran torre, quedó a salvo del tema, por el sorteo de preguntas dirigidas entre sí en ese segmento.   

Las estrategias

Macri primo buscó en todo momento mostrarse tendiente a la concordia, a dar señales conservadoras (habló de «la enseñanza confesional», resaltando que la apoyaba, de la defensa «del niño por nacer«, argumentando que la diversidad de esta ciudad incluía esa postura), a lo propositivo antes que a lo agresivo. Y a hacer de la debilidad, virtud: imposibilitado de rebatir el argumento de su cambio repentino de barrio –«te agradezco que me reconozcas porteño de ley, porque hasta hace cinco minutos, vos eras intendente de Vicente López», lo chicaneó enseguida Santoro– eligió en cambio aludir una y otra vez a su «experiencia en la gestión» de Vicente López. Fue uno de los flancos débiles que aprovechó Santoro: «Es notable cómo constantemente pone el foco afuera de la Ciudad. Creo que tiene que ver con que no la conoce», devolvió, por ejemplo. 

Santoro buscó polarizar con Juntos por el Cambio, y al mismo tiempo consensuar acuerdos mínimos con la izquierda, que la candidata fue rechazando uno a uno. Entrecortado en el fragor de las chicanas pudo introducir los ejes de la campaña de Unión por Todos en la Ciudad: Código Urbanístico, venta de tierras públicas, alquileres, salud mental, vacantes, subte. «Los trajo a su terreno, ellos querían quedarse discutiendo la 9 de Julio cortada por los piquetes, y terminaron hablando de todos los temas de nuestra agenda», celebraban en su equipo.  

Siendo la candidata de la fuerza con menor caudal de votos, Biasi tenía mucho por ganar en la amplificación horizontal que propicia un debate como este, y puede decirse que la aprovechó. Se mostró concreta e incisiva, fundamentalmente con Marra. El cruce más recordado será, quizás, una respuesta con mala palabra al candidato de extrema derecha: «¡A vos qué carajo te importa lo que hace la gente!», le respondió a Marra cuando la acusó –reiteradamente– de «vivir de los pobres».

«Me quedé indignado con lo que dijo la candidata de la izquierda, que es la gente que vive de los pobres. Hoy pasé caminando por el Ministerio de Trabajo y vi un piquete, y vi una mujer dándole de mamar a un bebé en la calle», intentó fingir indignación el candidato en uno de sus exabruptos. Y ahí nomás prometió «detención inmediata a los que cortan las calles» y cárcel efectiva. No para las personas pobres, sino para las organizaciones sociales que los mandan, aclaró, benévolo. 

El rosario de agresiones de Marra, siempre con tono alto e indignado, situándose por fuera de «la política», sonó ensayado para provocar el efecto redes («Marra destrozó a…, suelen ser las publicaciones posteriores). Las dedicó exclusivamente a Santoro (y así lo admitió, «por una cuestión de estrategia, porque va a quedar tercero», dijo). «Sos una basura», «sos un delincuente», «sos muy caradura», «hipócrita», «por gente como vos estamos como estamos», «estás acá para vivir de tu puestito, como todos los políticos», fueron algunos de sus argumentos. Pero las acusaciones más repetidas fueron dos: la primera, ser nada menos que «un político». Y la segunda, la más repetida de la noche: «¡kirchnerista!».  

Gestionar un debate

Los cruces varios incluyeron momentos repentinos: «Bueno, no pueden gestionar un debate», dijo Santoro cuando se cortó el sonido al comienzo, mientras intentaba hacer su presentación. «¿Te gusta ser una delincuente?», fue la pregunta que ensayó Marra a Biasi, tras dedicar todo el tiempo disponible a acusarla y quedarse sin resto. Marra llegó, en rigor, decidido a hacer ruido montado en la agresión desde que llegó: al momento de la foto previa, con todos los medios registrando la escena del saludo, puso reparos para dar la mano a sus contrincantes. Y volvió a algunos de sus tópicos: Pakapaka (que es kirchnerista, que baja línea), exclusión de la atención en hospitales porteños a quienes tienen domicilio en provincia. “Ramiro, te veo agrediendo mucho, creo que te estás haciendo daño”, dejó picando Santoro en un momento. 

Otro cruce picante lo protagonizaron Macri y Biasi: «No creen en la propiedad privada», la acusó el primero al hablar de alquileres, tema sobre el que evitó expedirse. «Yo no me meto con los pequeños propietarios, me meto con tus amigos, Macri, que son los que especulan y distorsionan el mercado», le devolvió la candidata de la izquierda. 

Guiño radical 

Cada candidato llegó con un equipo de asesores que se acercaban en las tandas, y una pequeña «hinchada». La candidata a vice Bárbara Rossen, Mariano Recalde, Matías Barroetaveña, Eduardo Valdés, Matías Lammens, ocuparon las sillas de Unión por la Patria. La comitiva de Juntos por el Cambio fue escueta: además de la candidata a vice, Clara Muzzio, se vio a la esposa del candidato, María Belén Ludueña, la intendenta de Vicente López, Soledad Martínez, y no más figuras conocidas. «No necesitamos barra, Jorge tiene con qué», defendieron. Por la izquierda las filas fueron más nutridas: Celeste Fierro, Gabriel Solano, Néstor Pitrola, Jorge Adaro, entre otros. Entre los libertarios sobresalió el candidato a vice de Marra, el policía retirado Eduardo Martino, a quien Biasi acusó: «lo echaron de la Metropolitana, de la Federal, participó en la dicadura».     

Santoro tuvo más de un guiño radical: además de citar a Manes para marcar que viene cayendo el presupuesto educativo un punto por año, sobre el final se enfocó en hablarle a un público particular: los votantes de Martín Lousteau. Les pidió que lo ayuden «a dar la sorpresa» y terminar con la hegemonía del PRO en la Ciudad de Buenos Aires. «Si pensás que en la ciudad se necesita más amor, más corazón, más sensibilidad, te pido que tengas en cuenta que el 22 de octubre tenemos una última oportunidad, la de construir una ciudad inclusiva o la de dejar que esta ciudad siga siendo gobernada por los mismos de siempre».

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/592585-con-chicanas-cruzadas-y-algunas-propuestas

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