La fría noche del 26 de julio de 1952 pasaba a la inmortalidad Evita y, junto a ella, la esperanza que albergaba los corazones de millones de argentinos y argentinas. Las enormes muestras de angustia y devoción popular que recorrieron todos los rincones de nuestra Patria encontró como respuesta solo odio brotando por las paredes: ¡Viva el cáncer! Con tres simples palabras los dueños de todo festejaban la oportunidad de condicionar al gobierno de Perón y de volver a imponer su proyecto de privilegios.
Pasaron 70 años de aquella dolorosa noche, pero aún hoy vemos como las fuerzas de la antipatria destilan su vengativo odio. Vuelven salvajemente a operar contra el Pueblo argentino y, nuevamente, es contra una mujer el centro de sus ataques.
No es sorprendente que la derecha argentina se nutra de soberbia, ya que para ellos el peronismo en particular y las mayorías populares en general, son entendidas como un error de la historia. Pero si es alarmante como apuestan sistemáticamente por la desestabilización para poner de rodillas al Pueblo argentino. No les interesa dialogar. No hay tregua posible. Ni siquiera después de una pandemia que se cobró millones de muertes en todo el mundo. Es evidente que nada han aprendido en estos 70 años.
Con milimétrica preparación, vemos una estrategia desestabilizadora sostenida sobre tres patas: ahogar la economía, proscribir la política y domesticar a la sociedad.
Ahí pasean referentes de la oposición explicando los fracasos del modelo económico; son los mismos que hace tan solo unos meses atrás pronosticaban que si no se acordaba con el FMI el dólar se iba a $300, pero nada dijeron cuando un empresario asumía públicamente que remarcaba precios constantemente. Cuanta impunidad.
Menos sorprende la doble vara con la que actúa el partido judicial. Sobreseimientos exprés y vista gorda para sus amigos; allanamientos, carpetazos y prisión para dirigentes populares. Con implacable claridad explicaba Cristina Fernández de Kirchner como la “Doctrina Irurzun” operaba desde Comodoro Py, en articulación con la Corte Suprema.
Pero además de bronca y decepción necesitan que nuestro Pueblo tenga miedo. Por eso sacan a relucir en sus movilizaciones bolsas mortuorias, una guillotina y los cada vez más reiterados llamados al levantamiento militar como receta para frenar la “anarquía”. Claramente las elecciones del año pasado, las del año que viene o los casi 40 años de democracia ininterrumpida que conquisto el Pueblo argentino, son un verdadero problema para ellos.
Es por eso que la profundidad del problema que enfrentamos no radica en defender solamente las políticas que lleva adelante el gobierno del FdT, sino en comprender y asumir con mayor organización la batalla histórica que tenemos por delante.
Evita sabía bien que nunca le iban a perdonar al Pueblo argentino emanciparse y pelear por su futuro, por eso proféticamente nos convocaba a levantar su nombre y llevarlo como bandera a la victoria y en una alianza estrecha con la columna vertebral de nuestro movimiento, llevó su nombre a la candidatura de la vicepresidencia para las elecciones de 1952, con la certeza de que ahí estaba la garantía para sostener y expandir las conquistas populares.
Este país hace apenas un año fue el único del mundo que recuperó en la economía exactamente lo mismo que había perdido en la pandemia. No hubo otro. En un momento de brecha salvaje, de retiro de mercadería y desabastecimiento, de agitación de cierre de la producción e inflación creciente y hasta de personajes que llaman a una Asamblea Legislativa para cambiar el gobierno, de nada sirven los discursos posibilistas que razonan solamente sobre los límites de lo posible o “hasta donde nos dejan llegar”; mucho menos los planteos defensivos que vaticinan que estamos mal, pero con un nuevo gobierno de derecha vamos a estar peor.
Nuestro Pueblo sintió con profundo dolor los cuatro años de retroceso que significo el gobierno de Mauricio Macri, y por eso es que contra todos los poderes y corporaciones juntas dio la pelea, en las calles y las urnas, para volver a conquistar nuevamente el gobierno en el 2019. La Patria que soñamos (y aun no conquistamos) sigue siendo la principal deuda con nuestra gente. Que a nadie se le ocurra que esto se resuelve en un laboratorio con encuestas. Sabemos cuál es nuestro principal activo, usémoslo: debemos fortalecer la militancia, ganar las calles y convocar a nuestro heroico Pueblo a seguir dando la pelea, movilizado para defender lo alcanzado y organizado para conquistar lo que falta. Solo señalando en la cara a los que especulan, hambrean, acaparan, operan y desestabilizan, honraremos el legado de Evita que los denunció y enfrentó hasta el último día de su vida. Solo así valdrá la pena tanta lucha.
* Vicepresidente segundo Partido Justicialista CABA
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/439919-como-bandera-a-la-victora