La restitución de la identidad verdadera, aquella que alguien decidió que podía suplantar y reemplazar por otra falsa, no devuelve el tiempo perdido, pero pone un límite: hasta acá. Es un acto de justicia que repara un delito. Y, en algunos casos, también es un acto salvador, un rescate. Así lo fue para Marcos Eduardo Ramos, el nieto número 128 de la lista que Abuelas de Plaza de Mayo construye desde que inició su búsqueda. Marcos vive en Tucumán y conoció este miércoles por primera vez a las Abuelas y a otros nietos y nietas que, como él, fueron apartados de su historia para vivir otra. La generalización es arbitraria, ninguna historia de les nietes es igual a otra. Y la de Marcos es de esas que revelan sin grises el valor de la lucha de las Abuelas. Porque a Marcos la búsqueda le devolvió su identidad, pero sobre todo, le salvó la vida.

El 4 de agosto de 2018, Estela Carlotto anunció desde la sede central de Abuelas de Plaza de Mayo que habían encontrado al nieto 128: Marcos Eduardo Ramos. Al lado de ella estaban sentados sus dos hermanos, Camilo y Elías Ismael, quien lo buscó desde finales de los ’90, pero él no. La periodista Andrea Romero contó hace unos días en La Nota de Tucumán que el joven supo que era hijo de desaparecidos apropiado un día antes del anuncio de Abuelas y 42 años después de su secuestro, que fue una noticia “que no esperaba porque jamás le habían comentado sobre su verdadera identidad”. «Nunca charlaron conmigo cara a cara, nunca me dijeron nada y aunque a veces sueño con aquellos que no son mi familia, el cambio de vida me sentó bien. Estoy mejor», aseguró en declaraciones a Página/12. A Marcos lo apropió un represor.

Una denuncia anónima

Tras la desaparición de su mamá, Rosario del Carmen Ramos –santiagueña, militante del PRT– de quien no se supo más nada desde diciembre de 1976, Elía Ismael y Marcos Eduardo fueron secuestrados de la casa de un matrimonio en donde habían quedado al cuidado: se los llevaron en un Ford Falcon en el verano de 1977. Marcos era un bebito de cinco meses y Elías Ismael, un nene de seis años. El mayor fue apropiado por una familia que lo maltrató hasta que pudo escapar y localizar a su papá. Marcos acabó en manos de Víctor e Ilda Sánchez, de quienes no logró huir.

En 1999, Elías Ismael se acercó a la Comisión Nacional por el Derecho a la Identidad (Conadi) para relatar su historia y denunciar la desaparición de su hermano y su mamá, contó Carlotto durante la conferencia de prensa en la que, hace cuatro años anunció la identificación de Marcos. Según el expediente, el hombre formalizó la denuncia ante la Justicia federal de Tucumán.

“Lo que planteó Suleiman era que buscaba su hermano, pero no tenía más datos. Era una búsqueda sin demasiadas referencias, muy difícil”, apuntó Patricio Rovira, secretario de la Oficina Tucumán de la Procuraduría de Crímenes contra la Humanidad (PCCH), y muy comprometido con la restitución y la asistencia a Marcos en la actualidad. La causa no tuvo novedades hasta que más de una década después, en 2013, apareció un dato fundamental: una denuncia anónima indicaba que en una casa de la calle Paraguay, en San Miguel de Tucumán, vivía un hombre de 37 años que podía ser hijo de desaparecides.

El mensaje llegó a la Coordinadora del Programa Nacional de Coordinación para la Búsqueda de Personas Ordenadas por la Justicia, del Ministerio de Justicia y Derechos Humanos de la Nación y fue remitida desde allí a la Unidad Especial para Casos de Apropiación de Niños durante el Terrorismo de Estado de la Procuración general contenía, además, un dato importante: quien habría apropiado al hombre en cuestión estaba vinculado con crímenes de la última dictadura.

“Pecho ‘i tabla”

La denuncia llevó a la oficina provincial de la PCCH hasta la casa de la familia Sánchez. Allí vivían Ilda Sánchez, algunas de los seis hijes que había tenido con Víctor Sánchez, nietes y bisnietes. Y allí estaba Marcos, también, que por entonces se llamaba Marcelo, encerrado en una habitación muy pequeña y oscura, clausurada con llave y candado.

«El estado en que lo encontramos era de vulnerabilidad importante», recordó Rovira, que describió que la principal fuente de los padecimientos actuales de Marcos fue y es «la carencia de afecto”. A Marcos, por entonces Marcelo, allí mismo le tomaron una muestra de sangre para comparar su material genético con las muestras de abuelas y familiares de bebés apropiados durante la última dictadura resguardadas en el Banco Nacional de Datos Genéticos.

¿Quién era Víctor Sánchez? “Ustedes saben a qué se dedicaba Pecho ‘i tabla”, les dijo Ilda a los operadores judiciales. Hacía mucho que su marido ya no vivía allí, pero “la familia sabía de sus vínculos” con el terrorismo de Estado. La unidad fiscal especializada logró acreditar, y así figura en el expediente, que Sánchez se desempeñó como personal civil de inteligencia del Ejército y revistó en el Destacamento de Inteligencia 142 con asiento en Tucumán de manera formal a partir del 11 de noviembre de 1976. De su legajo surge que actuó con la identidad falsa “Vicente Salas”, y que entre 1977 y 1978 formó parte del Grupo de Actividades Especiales de Inteligencia (AEI) de ese Destacamento. Y que años antes había participado del Operativo Independencia.

“Pecho ‘i tabla” ya estaba en el radar de la Justicia federal por su vinculación en el terrorismo de Estado vinculados a los centros clandestinos Reformatorio y Arsenales. Varias mujeres lo señalaron por haberlas abusado durante su secuestro. Lo que confirmaron a partir de la causa de apropiación es que Sánchez falleció el 6 de agosto de 1990 en Campo de Mayo.

Restitución y rescate

Ilda Sánchez quedó imputada por la apropiación del joven y así permaneció hasta su fallecimiento el año pasado. La causa, no obstante, continúa su curso ya que hay otros imputados: Alejandro Raúl Rivas, Carlos Alberto Vega, Fernando Torres, Luis Orlando Varela, Raúl Rubén Bessieres y Adolfo Ernesto Moore, quienes integraron el Destacamento de Inteligencia 142 del Ejército. Torres, Varela y Moore ya purgan condenas. Rivas, Vega y Bessieres están para ser indagados.

Marcos estaba en estado de abandono cuando supo que había sido apropiado. Y con la noticia de su verdadera identidad, la situación que ya era tensa con su familia apropiadora empeoró. Junto a Abuelas de Plaza de Mayo y organismos de derechos humanos locales, áreas de salud y desarrollo social provinciales, y la Secretaría de Derechos Humanos de la Nación los operadores judiciales de la unidad fiscal armaron un dispositivo para convertir la restitución de la identidad de Marcos en una especie de rescate. Además de acompañarlo en la vinculación con su familia, cuestión que no es sencilla, le habilitaron una pensión y más adelante una vivienda. Hoy cuenta con la compañía de una cuidadora.

“La historia de Marcos habla claramente de lo que significó el terrorismo de Estado en tucumán, en donde comenzó antes del 24 de marzo de 1976 y se caracterizó por un grado de perversión particular”, señaló Petrona López, militante de la Fundación Memorias e Identidades de Tucumán e integrante del dispositivo de acompañamiento al joven en el camino de restitución de su identidad. “Le tocó lamentablemente pasar por muchas situaciones de vulnerabilidad pero el hecho de saber quién es, de recuperar su historia lo rescató del horror que vivió y está muy contento. Es una muestra de que el trabajo de las Abuelas es fundamental”, concluyó.

Ayer conoció a las Abuelas en el marco de la celebración por los 45 años de la asociación, y también a otros nietos y nietas con quienes esperaba abrazarse. «Estoy muy contento, siento fe, esperanza y cariño, siento que estoy entre personas que pasaron por mismo que yo, para bien y para mal, gente que con la que estoy a la par», aseguró horas antes de conocerles. 

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/492771-abuela-de-plaza-de-mayo-la-historia-de-una-restitucion-que-p