El Papa Francisco pidió este lunes disculpas «por el mal que tantos cristianos cometieron contra los pueblos indígenas» en las escuelas residenciales que funcionaron en Canadá entre fines del siglo XIX y la década del 90, y lamentó la «mentalidad colonialista» de miembros de la Iglesia que llevó a una «destrucción cultural» de los nativos

El Papa, que llegó este domingo a Canadá, se trasladó el lunes a la localidad de Maskwacis, donde se encontraba uno de los mayores internados, el de Ermineskin, gestionado por la Iglesia católica y donde a los niños, separados de sus familias, se los obligaba a olvidar sus costumbres y cultura y muchos de ellos terminaron muriendo por las terribles condiciones en las que vivían.

El arrepentimiento de Francisco fue recibido con aplausos por una multitud de los pueblos originarios Primeras Naciones, Metis e Inuit congregada en Maskwacis, en la occidental provincia de Alberta, donde niños indígenas fueron sacados de sus familias y sometidos a lo que se considera un «genocidio cultural». Francisco visitó el cementerio de esta escuela, donde están enterrados algunos de los que fallecieron en esta escuela residencial y besó la larguísima pancarta con los nombres de los hasta ahora 4.120 nombres de los niños fallecidos que han sido identificados.

«Mentalidad colonialista»

«He llegado hasta aquí para decirles, de todo corazón, que estoy profundamente dolido: pido perdón por la manera en la que, lamentablemente, muchos cristianos adoptaron la mentalidad colonialista de las potencias que oprimieron a los pueblos indígenas«, dijo Francisco en español sentado entre los representantes de los jefes de los pueblos originarios y ante más de dos mil personas, entre ellas muchas víctimas de estos internados.

El Papa recordó que «las políticas de asimilación y desvinculación, que también incluían el sistema de las escuelas residenciales, fueron nefastas para la gente de estas tierras«. Centenares de personas, muchas con trajes tradicionales, junto con el primer ministro canadiense, Justin Trudeau, y la primera gobernadora general indígena del país, Mary Simon, estuvieron presentes en el acto. Muchos bajaron los ojos, se secaron las lágrimas o se apoyaron y abrazaron con quienes estaban a su lado. Los líderes indígenas obsequiaron y colocaron al pontífice un tocado tradicional de plumas. 

«Terminaron por marginar sistemáticamente a los pueblos indígenas», reconoció Jorge Bergoglio, quien describió cómo «por medio del sistema de escuelas residenciales, sus lenguas y culturas fueron denigradas y suprimidas; los niños sufrieron abusos físicos y verbales, psicológicos y espirituales; se los llevaron de sus casas cuando eran chiquitos y de esto marcó de manera indeleble la relación entre padres e hijos, entre abuelos y nietos».

Francisco también pidió perdón, «en particular, por el modo en el que muchos miembros de la Iglesia y de las comunidades religiosas cooperaron, también por medio de la indiferencia, en esos proyectos de destrucción cultural y asimilación forzada de los gobiernos de la época, que finalizaron en el sistema de las escuelas residenciales». El papa aseguró que «lo que la fe cristiana nos dice es que fue un error devastador, incompatible con el Evangelio de Jesucristo».  

Y haciéndose eco de algunas de las peticiones de los indígenas a la Iglesia católica, aseguró que en este proceso de reconciliación será necesario «una seria búsqueda de la verdad acerca del pasado y ayudar a los supervivientes de las escuelas residenciales a realizar procesos de sanación de los traumas sufridos». El Papa habló en la zona donde funcionaba una de las 139 escuelas residenciales ideadas por el Estado canadiense por las que pasaron 150 mil niños nativos separados de sus padres para «occidentalizar» sus costumbres.

«El lugar en que nos encontramos hace resonar un grito de dolor, un clamor sofocado que me acompañó durante estos meses», dijo Francisco e hizo mención a los «abusos físicos, psicológicos y espirituales» padecidos por los niños. Varios consejeros estaban instalados en el lugar para dar apoyo emocional. Poco antes voluntarios repartieron pequeñas bolsas de papel para «recoger las lágrimas».

Antes de iniciar su discurso, Francisco visitó un cementerio indígena, donde rezó en soledad sentado en la silla de ruedas con la que se desplaza en algunos tramos de la visita. Luego escuchó el agradecimiento de uno de los caciques, Wilton Litllechild, quien asistió 14 años al internado de Ermineskin. Littlechild agradeció al Francisco sus palabras «de corazón» y agregó: «Fui estudiante aquí en la escuela residencial Ermineskin, que, por su visita entre nosotros este día, representa a todos los colegios residenciales de nuestro país».

Este martes, el Papa celebrará una misa en el estadio Commonwealth de Edmonton donde se esperan unas 65 mil personas, antes de dirigirse al lago Sainte-Anne, sitio de una importante peregrinación anual. El miércoles visitará la ciudad de Québec antes de la última etapa del viaje, el viernes en Iqaluit, ciudad del norte canadiense en el archipiélago ártico. Su agenda fue acomodada para evitar grandes desplazamientos por su estado de salud, según los organizadores.

Un posible camino de reconciliación

Los representantes de los pueblos indígenas (las primeras naciones, los metis y los unit) exigen a la Iglesia católica que se pueda juzgar a los responsables de las escuelas, que se abran los archivos para poder investigar, así como también que se les devuelvan algunas piezas de arte que les pertenecieron y que se encuentran en los Museos Vaticanos. Para algunos de ellos, las palabras del papa ayudaron a abrir un camino de reconciliación, según reflejaron los medios locales.

«Las palabras del papa Francisco hoy y en Roma esta primavera representan un viaje que ha tomado más de 180 años. Al disculparse por los abusos del pasado, Francisco ha ayudado a abrir la puerta para que los sobrevivientes y sus familias caminen junto con la iglesia por un presente y un futuro de perdón y sanación. Acepto y elijo este camino», explicó Phil Fontaine, exjefe de la Asamblea de las Primeras Naciones, quien estuvo en dos escuelas residenciales en Manitoba.

Por su parte Cornell McLean, gran jefe interino de la Asamblea de Jefes de Manitoba, destacó que «una disculpa no alivia el dolor de los niños perdidos que nunca regresaron a casa», aunque alentó a la Iglesia a «avanzar en el espíritu de la reconciliación asumiendo compromisos concretos y verdaderas reparaciones en el futuro».

Una historia ocultada

Canadá está abriendo paulatinamente los ojos a este pasado calificado como «genocidio cultural» por una comisión nacional de investigación. El descubrimiento de más de 1.300 sepulturas anónimas en 2021 cerca de dichos centros provocó una ola de rechazo en el país. Esperada por mucho tiempo, la visita papal, que durará seis días, suscita esperanza entre algunos sobrevivientes y sus familias. Muchos esperan también gestos simbólicos, como la restitución de objetos de arte indígenas conservados en el Vaticano desde hace décadas.

Desde finales del siglo XIX hasta 1990, el gobierno de Canadá envió a unos 150 mil niños a 139 internados gestionados por la Iglesia, donde se los separó de sus familias, su lengua y su cultura. Muchos padecieron abusos físicos y sexuales por parte de directores y profesores, y se cree que miles murieron de enfermedades, desnutrición o abandono.

El gobierno canadiense indemnizó con millones de dólares a antiguos alumnos y se excusó oficialmente hace 14 años por haber creado estas escuelas para «matar el indígena en el corazón del niño». Después del gobierno, la Iglesia anglicana también presentó sus disculpas. Pero la Iglesia católica, a cargo de más del 60 por ciento de estas escuelas, no lo había hecho hasta ahora.

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/439883-el-papa-francisco-pidio-perdon-por-el-mal-que-le-causo-la-ig