El miércoles se cumplen tres meses desde que Alberto Fernández y Cristina Kirchner hablaron por última vez. Fue el 1 de marzo en la apertura de las sesiones legislativas. “Ya nos reencontraremos”, auguró el Presidente esta semana en la sede porteña del PJ. Ese reencuentro podría haberse dado ayer en el Congreso del Frente de Todos chaqueño, pero solo asistió Fernández. Las versiones sobre una posible participación de la vicepresidenta fueron desactivadas rápidamente. La cita tenía una connotación política especial, se trató del lanzamiento de una mesa de debate interno del partido local, una instancia de discusión que distintos sectores del oficialismo reclaman que impere a nivel nacional. La postura de Fernández, en este momento, no va en ese sentido: resiste la iniciativa –que algún momento promovió–, pide que defiendan la gestión y alerta sobre un eventual regreso de la derecha. «El día que nos dividimos (Mauricio) Macri fue presidente«, lanzó ayer en Chaco.
La advertencia del Presidente coincide con la proyección que hace la vicepresidenta. Bajo las condiciones actuales, las chances de una derrota oficialista en 2023 son altas. Difieren en las causas. El jefe de Estado asegura que una eventual debacle será el resultado de la falta de cohesión interna, Cristina Kirchner insiste que será producto de la falta de respuestas ante el drama social. Fue en esa misma provincia, en donde la exmandataria –hace tres semanas— aludió a la decepción del electorado frentetodista. “No le estamos haciendo honor a tanta confianza, tanto amor y tanta esperanza que depositaron en nosotros”, sentenció en la Universidad del Chaco, espacio en donde se iba a realizar la actividad de ayer y fue modificado a último momento. A modo de respuesta, Fernández pide paciencia y acompañamiento. «Mejorar el salario de los trabajadores es un imperativo” que tiene el Gobierno, expresó ayer; al tiempo que le recordó al kirchnerismo que “el enemigo no está en el Frente de Todos».
En medio de las enunciaciones cruzadas y ante la incógnita de cómo amortiguar los choques, Capitanich dio inicio al primer congreso del FdT chaqueño. “Es un espacio que garantiza la unidad en la diversidad», resumió el gobernador, quien en abril, avanzó en la institucionalización del Frente de Todos local, una experiencia que Axel Kicillof imitó en la provincia de Buenos Aires, y que tanto el kirchnerismo como el massismo pretenden que se extienda a nivel nacional. El ministro del Interior, “Wado” de Pedro se lo manifestó cara a cara al mandatario durante la gira europea. Incluso dirigentes albertistas defienden el planteo, hasta ahora, sin éxito.
El primero en mencionar esta posibilidad fue el propio Fernández hace más de un año. En febrero de 2021, previo a la derrota electoral de 2021 y al estallido interno, en diálogo con Página/12, afirmó que había que “institucionalizar” la coalición para que “todos tengan voz dentro del espacio” y puso como ejemplo a la arquitectura política del Frente Amplio en Uruguay. Un año y medio después, su concepción sobre esta alternativa cambió. En Casa Rosada sostienen que generar una mesa de discusión es válido, pero aclaran que el resto de los partícipes deben entender que «la última palabra la tiene el Presidente». En resumidas cuentas, no están dispuestos a abrir un debate, por ejemplo, sobre la continuidad o no de Martín Guzmán o Matías Kulfas, los dos ministros más cuestionados del Gobierno. Bajo ese argumento, cuestionan la propuesta y explican que en caso de impulsarlo habría fuertes diferencias sobre quiénes deben sentarse en esa mesa. «¿Tendrían asientos la CGT, las organizaciones sociales y a los gobernadores?», preguntan. De ahí, que haya un extendido pesimismo sobre lo complejo de resolver las discrepancias. En el ida y vuelta diario, el kirchnerismo alega que Fernández se niega a escucharlos y el albertismo sostiene que no solo pretenden ser escuchados sino también definir las políticas de gestión. «El debate no me preocupa, me preocupa la obstrucción al Gobierno”, graficó el Presidente durante su gira en España.
Massa vs. Guzmán
Los últimos días parecieron atravesar un clima de mayor tranquilidad. Sin embargo, en medio de jornadas menos ruidosas, apareció otra disputa silenciosa. La del ministro de Economía con Sergio Massa. En esta oportunidad por el Impuesto a las Ganancias. El presidente de la Cámara volvió a exigirle a Guzmán que actualice el denominado “mínimo no imponible”. El titular de Economía ya le había dicho “era una obviedad que iba modificarlo”. «Si es una obviedad, no esperemos», retrucó la diputada del Frente Renovador Cecilia Moreau. Ante la insistencia de Massa, Fernández intercedió a favor del tigrense. Fue por una cuestión matemática. Si los socios mayoritarios de la coalición son tres, no puede tener un conflicto abierto con dos. Por eso cedió y Massa le ganó la pulseada a Guzmán en días en que el ministro reforzó su poder en el Gabinete –absorbió la secretaría de Comercio y sumó a un hombre suyo (Guillermo Hang) para reemplazar al saliente Roberto Feletti–. “Acá no gana uno ni otro, acá ganaron los trabajadores. Discutir soluciones para resolver problemas no es ni malo ni es pelea, es simplemente marcar un camino para encontrar respuestas”, expresó Massa tras el anuncio en las escalinatas de la Casa Rosada. Sin embargo, fue un capítulo más de las tensiones no tan estridentes que existen entre el ministro y el exintendente. En Economía lo acusan a Massa de estar constantemente buscando protagonismo. En el massismo señalan que al ministro “la falta de expertise política”.
En una nueva jugada para marcar la agenda, el presidente de la Cámara baja adelantó ayer que ya empezaron a «trabajar en una propuesta que alivie la situación de los autónomos y monotributistas». Se trata de otra iniciativa que presiona al Ejecutivo como fue el adelantamiento de los aumentos del salario mínimo, vital y móvil empujado por el diputado Máximo Kirchner. Al Gobierno no le preocupan los debates legislativas, sino la falta de defensa de la gestión. «Si seguimos diciendo que todo está mal nos va a gobernar la derecha», apuntó Gabriela Cerruti contra el fuego amigo. El Presidente está convencido de que transita por el camino correcto y, como dijo esta semana, tiene la certeza de que “el tiempo le va a dará la razón».
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/425002-el-reencuentro-que-no-fue-y-la-profecia-de-un-2023-con-derro