Un equipo de fiscales de Rosario descubrió que detrás de una sucesión de asesinatos de enorme conmoción, que habían sido investigados de manera aislada, había una lógica común: los ordenaba una misma organización criminal, que buscaba predominar en un barrio de la zona norte de la ciudad y que utilizaba menores de edad, a veces inimputables, para concretarlos.

Entre esa secuencia de hechos hubo uno que destacó por el horror generalizado que sembró. Fue la ejecución del colectivero César Luis Roldán en pleno servicio durante una tarde a fines de 2023. Lo mataron dos chicos que se subieron al colectivo y le dispararon a quemarropa ante la vista de los pasajeros.

El asesinato de Roldán fue considerado un acto de intimidación pública con pocos antecedentes hasta entonces. Fue el primero de una serie de matanzas de trabajadores públicos escogidos al azar. Ocurrió el 2 de diciembre de 2023, ocho días antes de la asunción de Maximiliano Pullaro como gobernador.

Según explicó el fiscal Gastón Avila, se acreditó que el grupo criminal que ordenó este crimen cometió también otros siete asesinatos, cuyo trasfondo era provocar advertencias a una banda rival con la que competían por el predominio en el comercio urbano de drogas en barrio Ludueña. Pero precisamente el homicidio del chofer de la línea 116 tuvo una motivación distinta. Los fiscales establecieron que a Roldán lo mataron con la sola intención de producir un mensaje público por una disputa personal de una persona compenetrada en el microtráfico de drogas.

Este fue quien ordenó ese crimen. Se llama Andy Benítez, es un referente del mundo delictivo de Ludueña y reporta a la banda de Los Monos. Es una persona que estaba en la cárcel, con dos condenas por asociación ilícita y otros delitos, que redondean 28 años y ocho meses de pena. Ayer fue imputado nuevamente como instigador del hecho en el que el chofer Roldán fue asesinado.

Matar al azar para impactar

Según el fiscal Avila, lo que buscaba Andy Benítez era producir un incidente que atrajera la máxima atención para advertir a un hombre que como él estaba en la cárcel de Piñero, a 15 kilómetros de Rosario. Ese recluso es hijo de profesionales universitarios y cayó en un departamento céntrico. Se llama Valentino Barjacoba, tiene 25 años y está condenado por homicidio. Los asesinos del chofer dejaron un mensaje pintado en cartón con el que buscaban poner en la mira pública a Barjacoba, a quien el letrero mencionaba.

Pero aquí, sostuvo el funcionario, no había de por medio una cuestión de drogas. Fue la forma que eligió Benítez para zanjar un conflicto sentimental ya que con Barjacoba estaban enfrentados por una mujer. Para instalar el tema en los medios de prensa ordenó que asesinaran a un colectivero en medio de su recorrido. Fue a las 16.30 de un sábado en Eva Perón y Cullen, una zona transitada del macrocentro rosarino.

El colectivo donde mataron a quemarropa al chofer César Roldán, el 2 de diciembre de 2023, en Eva Perón y Cullen en Rosario.

“Supimos que el asesinato de Roldán fue un hecho distinto. Advertimos el uso de teléfonos celulares. El grupo con jefatura de Benítez captaba menores de edad, a veces no punibles, para la comisión de los hechos. Y les brindaba armas para poder llevarlas a cabo.

Este asesinato fue uno de los más cruentos del año que tocó el pico de homicidios en Rosario desde que se registran mediciones públicas. Ese 2023 terminó con 290 crímenes. Casi tres cuartas partes de esos hechos estaban ligados a disputas entre organizaciones criminales y/o actividades por economías delictivas.

La fiscal Carla Cerliani, coordinadora del plan piloto para investigación de violencias altamente lesivas en barrio Ludueña, explicó que hubo un criterio de trabajo diferente. Se agruparon hechos por lógica zonal que estaban en manos de diferentes fiscales lo que impedía su conexión. Pero mediante utilización de informática se pudo vincular lo que se analizaba de manera aislada porque aparecía evidencia de autores comunes.

Así este miércoles se imputó delante de un mismo juez a seis personas por ocho homicidios, dos intentos de asesinato, extorsiones, lesiones producidas con armas de fuego leves y graves. Se consideró que el jefe de la banda es Andy Benítez pero están implicados también personas conocidas del campo criminal como Maura Jerez, Matías César y Julián Aguirre. Asimismo Leila Bustos y Yamil Zappalá.

La secuencia de ocho asesinatos tuvo como propósito, dijo el fiscal Avila, afianzar al grupo de Benítez en la zona de Ludueña. Un barrio brutalmente sacudido por los hechos de sangre que castigan a personas humildes y de muy corta edad. Solamente un ejemplo: en los primeros 40 días de 2022 en ese barrio hubo 25 chicos de menos de 18 años heridos de arma de fuego.

Al cruzar información de manera transversal los fiscales pudieron individualizar autores comunes en casos que no los tenían. Andy Benítez es una persona que sufrió los estragos del mismo barrio que él mandó azotar. Proviene de un hogar disgregado y pobre, se afianzó como líder en la venta de droga y profundizó su supremacía cuando llegó a la cárcel.

Su enemiga era la banda de otro referente violento también encarcelado: Francisco Riquelme, a quien se atribuye ser afiliado de la banda de Esteban Alvarado, enemigo de Los Monos.

En el caso del crimen del colectivero Roldán los fiscales corroboraron que el arma utilizada por chicos muy jóvenes para matarlo también está individualizada por un hecho violento en una causa del fuero de menores.

Los hechos que tienen narcomenudeo como trasfondo tienen como víctimas a personas muy jóvenes. Destaca un triple homicidio contra Fabricio Marequi, de 15 años, Aarón Aguirre de 21 y Maximiliano González de 29, concretada frente a un quiosco de drogas en México al 1700, en 2021. También el de William Rillos, de 16, en enero de 2022. Se atribuyó al grupo la muerte de Gonzalo Contreras, de 16 años, en un aguantadero de Ludueña en julio de 2023. Y Vicenta Muñoz, una mujer de 46 años, en un asentamiento precario del mismo barrio.

El juez Gustavo Pérez de Urrechu dictó la prisión preventiva por máximo plazo a Andy Benítez, Mauro Gerez, Yamil Zappala y Leila Bustos. Ya estaban todos detenidos. Dijo el fiscal Avila sobre el jefe del grupo. “Ya tenía el poder de daño y continuó con ese poder, precisamente lo que la cárcel debería haber impedido, que no tenga el contacto con personas afuera y siguiera gestionando una organización criminal de manera violenta”.

Fuente: LaPoliticaOnLine.com