«Qué quieren que les diga. Yo a León lo llevo en mi pañuelo toda la vida. Lo quiero mucho». Las palabras de la Madre Visitación Folguerias de Loyola, su voz finita, dulce y firme, sus 99 años, su pañuelo y el de sus compañeras rodeando al homenajeado, arrancaron lágrimas arriba y abajo del escenario. Las Madres de Plaza de Mayo le entregaron anoche a León Gieco el Pañuelo Blanco, su máxima distinción. Fue en el ECuNHi, la casa de educación y cultura que las Madres levantaron en la ex Esma, y que hoy se encuentra desfinanciada. Fue, también, la primera entrega de pañuelo sin Hebe de Bonafini. Y fue con la música de León, una fiesta que encaró con su guitarra y su armónica en un concierto íntimo, casi de entrecasa, pero ante una multitud que desbordó el salón mayor del lugar. Un acto de justicia, coincidieron organizadores y público. «Justicia poética», agregaron al repasar algunos de sus temas, de los nuevos y los de siempre, coreados por todos y todas. 

«Miralo vos al León nacional, popular, y ahora de pañuelo», lo saludaron al cantautor ni bien recibió el premio de manos de Visitación, Josefa «Pina» de Fiore, Irene de Chueque, Sara Mrad, Carmen Arias, todas las Madres de la Asociación, rodeando sonrientes al homenajeado. Ni bien recibió el pañuelo, León se lo puso al cuello. Recordaron que la entrega estaba pautada mucho tiempo atrás, que Hebe así lo había pensado. Y que la leyenda «Aparición con vida de los desaparecidos. Asociación Madres de Plaza de Mayo» fue bordada hasta su fallecimiento por la Madre Rosita, Rosa de Camarotti, encargada histórica de esta labor.

«Se hace un poco difícil seguir. Mercedes siempre me decía: ‘¡Nene, no vayas a llorar en el escenario, nunca jamás!», explicó su emoción Gieco. A Mercedes Sosa el músico la llevaba también en la foto de su remera, la trajo en sus anécdotas. Ella lo invitó a cantar por primera vez fuera del país, recordó. Y en Alemania y en tantos otros lugares, cuando hacían «Solo le pido a Dios» se lo dedicaban a las Madres de Plaza de Mayo.   

Una historia común

Hubo un homenaje previo y fue musical, con los chicos y chicas de Los Tamborcitos del ECuNHi y el Coro del ECuNHi interpretando un par de temas de León. Antes, Somos Radio AM 530, la radio de las Madres, había trasladado su programación del sábado al ECuNHi, y luego había enganchado la transmisión del discurso de Cristina Fernández de Kirchner desde Quilmes (ver página 3), compartido por los parlantes. Después, las directoras del ECuNHi, Verónica Parodia y María de los Angeles Ledesma, el referente de Madres Demetrio Iramain y el periodista Gustavo Campana dieron la bienvenida. Hablaron de compromiso, de lealtad, de valentía, de militancia, de arte. Pero sobre todo agradecieron: «Si está León, si están las Madres, la primera palabra que aparece es gracias. Inevitablemente», reconocieron.

«León Gieco estuvo muchas, muchas veces con las Madres, pero recuerdo dos importantes. Una, cuando las Madres inauguraron la librería y café literario ‘Osvaldo Bayer’, que fue previo a la creación de la Universidad Popular, hoy e lucha. Otra, con el cambio de siglo. En 1999 Hebe y las Madres pasaron la Marcha de la Resistencia al 30 y 31 de diciembre. Y propusieron recibir el año 2000 en la Plaza de Mayo. Les dijimos: están locas, quién va a ir. Pero fue León, con Víctor Heredia, y se llenó de gente», recordó Iramain.  

Música y recuerdos

Ya con Gieco en el escenario, los recuerdos que vinculan al músico de Cañada Rosquín con las Madres fueron muchos más. «Fui el primero en dedicarles una canción a las Madres», aseguró. Fue cuando en el año 80 regresó del exilio, y se dedicó a dar conciertos en pequeños pueblos del interior de país, en una suerte de exilio interno. Contó que el último tema, que hacía siempre con todos los invitados, era «Solo le pido a Dios», y que se lo dedicaba siempre a las Madres. Gieco recordó la reacción de la gente al escuchar nombrar «lo que todos sabían que existía, pero que no se podía decir». 

También cuando el mítico músico folk estadounidense Pete Seeger le pidió conocer a Hebe, y ella los esperó en la sede de la Asociación «con un guiso riquísimo». Esa foto, con ellos felices frente al guiso, terminó en el arte de tapa de los dos discos que ambos músicos grabaron juntos.     

O cuando hizo el disco El desembarco, con las fotos tomadas en este predio. Así nombraron las Madres a lo que pasó al entrar por primera vez en este mismo lugar, donde habitó todo el horror: lo llamaron «El desembarco», y pintaron soles y flores para simbolizar lo que venían a traer. «Flores y soles» se llama también una canción reciente de León, que grabó con Lila Downs: «voy a traer unos soles, aguaclara y también flores, para quitarle a la vida sus dolores». 

La fiesta homenaje terminó, claro, con música. «Las ausencias», con música de Luis Gurevich, que compuso para las Madres de Neuquén. «Días peligrosos», uno de los temas nuevos de León, del disco El hombrecito del mar. Clásicos como «Cinco siglos igual», junto a «El fantasma de Canterville», con su correspondiente anécdota: «Hace poquito estuve con Charly. Recordábamos cuando él se encadenó frente a la Embajada de Chile, ya ni me acuerdo por qué (fue en 1988, para pedir el fin de la dictadura de Pinochet). Y la única que fue ahí y estuvo con él, fue Hebe», evocó León. 

El final fue colectivo, con María Elena Walsh y «Como la cigarra». El grito de «Olé, olé, olé, olé, León, León». La invitación al próximo 30 de abril, cuando las Madres cumplan 47 años de lucha. Y una certeza: a este León nacional y popular, le queda muy bien el pañuelo blanco. 

Un símbolo de lucha

Cada entrega del Pañuelo de las Madres es una forma de agradecer el trabajo realizado, reconocer el compromiso, la trayectoria de vida de diferentes referentes del arte, la cultura, la política, la academia. Es el símbolo más importante de las Madres, «símbolo de lucha, de resistencia, de amor y de compromiso con la Patria», explicaron en la entrega del pañurelo a León Gieco.

Horacio González, Susana Rinaldi, Teresa Parodi, Dilma Rousseff, Rafael Correa, la directora de Página/12 Nora Veiras, Víctor Hugo Morales, el titular del grupo Octubre Víctor Santa María, Alejandro Kaufman, Daniel Catalano, Walter Correa, Roberto Baradel, Amado Boudou, los Curas en Opción por los Pobres, son algunos de los que recibieron este reconocimiento antes. Y también el Papa Francisco, a quien Hebe le llevó el pañuelo al Vaticano.

La historia de la entrega del pañuelo, recuerda Demetrio Iramain en diálogo con Página/12, comienza de algún modo en 1998, cundo la banda irlandesa U2 vino a Buenos Aires, y Bono invitó a las Madres al escenario. «Ese mismo día se había intentado anular las leyes de Punto Final y Obediencia Debida en el Congreso, había cierta esperanza. Pero finalmente ni siquiera lograron el quorum, ni las dejar entrar al Congreso a las Madres. En el medio cambiaron anulación por derogación, de modo que cualquier cambio operaba hacia adelante, no en lo ya actuado. Después de ser tan maltratadas, el mismo día, U2 las invitó al escenario en River, mientras cantaban «Mother». Fue un momento muy fuerte. Y Hebe, sin que sea planeado, se saca el pañuelo y se lo da a Bono. Fue la primera vez que, espontáneamente, las Madres entregaron el pañuelo. A partir de ahí, instituyeron la entrega como su mayor símbolo», repasa.

Estaba previsto entregarle el pañuelo a León antes del fallecimiento de Hebe de Bonafini. Lo retoman ahora las Madres Pina, Visitación, Carmen, Irene, Sara, todos y todas las que hacen el ECuNHi (Espacio Cultural Nuestros Hijos), quienes militan en la Asociación, en la Universidad de las Madres. «Hebe no está pero la lucha sigue, y seguirá en las nuevas generaciones. Y el pañuelo sigue siendo el símbolo más potente de la lucha y la democracia argentina», explican.

«Ese pañuelo tiene escrito el proceso de socialización de la maternidad que es una de las claves de la lucha de las Madres», agregan sobre la consigna «Aparición con vida de los desaparecidos. Asociación Madres de Plaza de Mayo», el bordado que usan desde hace varios años, del que históricamente se encargaba la Madre Rosita de Camarotti, ya fallecida. Tiene escrita, también, una historia que comenzó cuando la tela era la de un pañal, todavía en dictadura. «La dictadura empezó a morir el 1° de junio de 1978. No se dieron cuenta de que una cámara holandesa captaba el grito de las Madres, y que ese grito comenzaba a dar vueltas al mundo», recordó Gustavo Campana.

Bordado, pensado y elegido por las Madres, el pañuelo condensa una historia de lucha, la historia de la Asociación Madres de Plaza de Mayo. Y también la historia de un país. 

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/732430-leon-nacional-popular-y-de-panuelo-blanco