Miguel Osvaldo Etchecolatz anotó como contacto a Victoria Villarruel en el cuaderno en el que preparaba su defensa antes de afrontar el primer juicio en el que debió sentarse en el banquillo después de la reapertura de los procesos contra los genocidas en 2006. La información –dada a conocer por la abogada querellante Guadalupe Godoy– refuerza la denuncia sobre los vínculos con los represores de la última dictadura de la candidata a vice de Javier Milei.
Antes de afrontar el juicio, Etchecolatz diseñó su estrategia defensiva. Entre las tareas que registró estaba el contacto con Villarruel y con Cecilia Pando, conocida por su defensa de los acusados por crímenes de lesa humanidad. El nombre y el teléfono de Villarruel aparece junto con la sigla COFA, que es el Centro de Oficiales de las Fuerzas Armadas. Durante los primeros años de este siglo, las organizaciones pro-impunidad tenían una mesa de articulación que se reunía en el COFA.
Villarruel también aparece como una de las personas que visitaba a Norberto Cozzani en la cárcel. El “Beto” Cozzani era la mano derecha de Etchecolatz, su guardaespaldas. En el libro de visitas del penal de Marcos Paz, Villarruel aparece consignada después de Pando.
La información –difundida por Godoy, referente en los juicios de lesa humanidad de La Plata– es parte de la documentación que se secuestró en un allanamiento que se llevó adelante en el penal de Marcos Paz después de la desaparición de Jorge Julio López, ocurrida un día antes de que el Tribunal Oral Federal (TOF) 1 de La Plata condenara a Etchecolatz a prisión perpetua.
En ese momento, se supo que había un estándar distinto para las visitas a los presos por lesa humanidad en el Servicio Penitenciario Federal: podían entrar con celulares, no hacían la misma fila que los detenidos comunes e incluso había anomalías en los registros. Mucho de esto surgió en un allanamiento secreto que llevó adelante en Marcos Paz la Policía de Seguridad Aeroportuaria (PSA) comandada por Marcelo Sain.
Después de la desaparición de López, referentes de organismos de derechos humanos pidieron que se investigara a los grupos que se organizaban para perpetuar la impunidad de los crímenes de lesa humanidad. En 2006 fue especialmente activa la presencia de los sectores que se llamaban de «memoria completa» contra el avance de los juicios. Por ejemplo, organizaban marchas nutridas en la Plaza San Martín mientras acudían a los juicios o se presentaban en las cárceles para coordinar la defensa con los genocidas presos.
En 2006, Villarruel conformó el Centro de Estudios Legales sobre el Terrorismo y sus Víctimas (Celtyv), que busca sentar en el banquillo a los militantes de los años ’70. El Celtyv es una derivación de otra organización: la Asociación Unidad Argentina (Aunar), cuyo dirigente máximo fue Fernando Exequiel Verplaetsen, que fue el jefe de inteligencia del Comando de Institutos Militares con asiento en Campo de Mayo. Según el diario La Nación, Aunar era una organización «procesista» por los reclamos que hacían a las autoridades. En 2003, Aunar puso el grito en el cielo cuando Néstor Kirchner decidió dejar sin efecto el decreto de Fernando de la Rúa que impedía extraditar a represores reclamados por jueces en el exterior –particularmente por Baltasar Garzón en España.
Pero la trayectoria de Villarruel no comenzó ahí.
Vínculos non-sanctos
Cozzani –como recuerdan los periodistas Werner Pertot y Luciana Rosende en Los días sin López–había escrito un panfleto celebratorio de su accionar durante la dictadura, Yo asumo, que fue presentado por Karina Mujica, entonces dirigente de la Asociación Argentinos por la Memoria Completa. Según el marido de Pando, Pedro Rafael Mercado, la militancia pro-impunidad de Villarruel comenzó en las huestes de Mujica, pero después se pelearon.
Para finales de 2001 empezaron una serie de reuniones que llevaron a que en 2003 –tras la llegada de Néstor Kirchner al gobierno– se conformara Jóvenes por la Verdad. Este grupo procuraba apoyar a los genocidas: juntaban cartas para el represor de la ESMA Ricardo Cavallo mientras estaba preso en España u organizaba visitas al dictador Jorge Rafael Videla. El propio Mercado contó en un posteo de Facebook que él conoció a Videla a través de Villarruel. Para entonces, Villarruel conducía el programa de radio de Jóvenes, que se llamaba Proyecto Verdad.
En la época de la visita a Cozzani, Villarruel solía codearse con Pando. De acuerdo con la versión de Mercado, las dos fueron juntas a la Casa Rosada el 8 de marzo de 2006, cuando Pando interrumpió a grito pelado un discurso de Kirchner por el Día de la Mujer.
El matrimonio Pando-Mercado suele recordarle a Villarruel otro vínculo con otro ilustre integrante de la patota de la ESMA: Alberto Eduardo González, conocido en el campo de concentración de la Marina como el “Gato” o “González Menotti”. González –condenado a prisión perpetua– es historiador de la Marina, como el abuelo materno de Villarruel, y escribió cuatro libros, según declaró en una indagatoria. Pando dice que los libros que publicó Villarruel fueron escritos, en realidad, por González. Este diario consultó con el defensor de González, Guillermo Fanego, quien reconoció el vínculo con Villarruel, aunque desestimó la coautoría.
Como publicó Página/12, Villarruel actualmente es presidenta honoraria de Oíd Mortales, que es el nombre que asumió el año pasado la Fundación Tridentina para los Valores Clásicos. La Fundación Tridentina había sido conformada en 2011 por Gustavo Corbi, un teólogo que estuvo a cargo de la sección Religión de la Secretaría de Inteligencia del Estado (SIDE) durante los primeros meses de la dictadura de Videla.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/583509-victoria-villarruel-aparece-como-contacto-en-el-cuaderno-en-