La oposición al gobierno del presidente de Venezuela, Nicolás Maduro, oficializó el lunes pasado a los 14 candidatos que competirán en una interna organizada por ellos mismos, sin intervención del Consejo Nacional Electoral (CNE) al que le correspondía hacerlo por reglamento. Porque el 15 de junio renunciaron dos rectores principales y seis suplentes de ese consejo electoral, y días más tarde el resto sin explicación oficial. Y el viernes pasado, la ultraderechista María Corina Machado –una de las candidatas de esa interna– fue inhabilitada para postularse a las presidenciales de 2024.
La Asamblea Nacional elegirá a los nuevos miembros del CNE. Ante la incertidumbre sobre cuándo y quiénes serían, los partidos opositores crearon la Comisión Nacional de Primaria y el 22 de octubre votarán para elegir un candidato unitario para las presidenciales. Hasta ahora, el CNE estaba compuesto, mediante un acuerdo político, por dos simpatizantes o representantes de la oposición y tres del oficialismo.
Ante la vacancia de miembros en el CNE, el Partido Comunista de Venezuela exigió que la nueva composición sea autónoma e independiente de los dos bloques políticos hegemónicos del país: “Demandamos un CNE que tenga autonomía e independencia del Gobierno y de cualquier otro partido político; un CNE que establezca credibilidad en nuestra población”, afirmó el Presidente del PCV, Perfecto Abreu Nieves.
Una admiradora de VOX y Milei
Según la encuesta de Poder y Estrategia a comienzos de este mes, la precandidata con más posibilidades de vencer en la interna opositora es María Corina Machado con el 9,4 por ciento de los votos (el 28 por ciento votaría por “ninguno”, el 22 por ciento “no sabe» y el 4,1 por ciento por Henrique Capriles).
Esta ingeniera industrial graduada en la Universidad Católica Andrés Bello especializada en finanzas, lidera el partido Vente Venezuela y desde hace más de 20 años ejerce una oposición muy dura al chavismo con posturas de ultraderecha: se declara admiradora y amiga de Patricia Bullrich y Javier Milei, ha tenido estrechas relaciones políticas con los expresidente de Colombia Álvaro Uribe –ligado a los paramilitares— y su sucesor Iván Duque. Cuando Jair Bolsonaro llegó al poder en Brasil, Machado le escribió una carta pública: “Vemos en su próximo gobierno una oportunidad que va más allá de las fronteras del Brasil, ya que su mensaje se proyecta hacia aquellos países de América Latina en donde regímenes dictatoriales pretenden eternizarse en el poder, como es el caso de Nicaragua, Bolivia, Cuba y Venezuela”.
Las razones por las que la Contraluría General inhabilitó a Machado para ejercer cargos electivos por 15 años se basan en una investigación patrimonial en la que, según la institución, hubo errores y omisiones en las declaraciones juradas. La otra causa es su participación de la «trama de corrupción orquestada» por el exdiputado Juan Guaidó, que propició el «bloqueo criminal» a Venezuela y el «despojo descarado» de las empresas y riquezas de la nación en el extranjero. Se refiere a los casos de la expropiación de la empresa estatal Citgo por parte de EE.UU. y la quita del control del Estado venezolano de su empresa Monómero en Colombia –ahora devuelta por el presidente Petro–, de impedir la llegada de vacunas, de bloquear fondos de Venezuela en el extranjero y de causar migración masiva de población al haber solicitado sanciones contra el país.
La medida fue criticada por el presidente de Colombia, Gustavo Petro: «ninguna autoridad administrativa debe quitar derechos políticos». La condena llegó también desde EE.UU. de parte del portavoz del Departamento de Estado, Matthew Miller: “La decisión de hoy priva al pueblo venezolano de derechos políticos básicos”. Lo mismo hizo la Organización de Estados Americanos (OEA): «Dicha decisión es arbitraria y contraria al Estado de Derecho. Vulnera derechos políticos y civiles elementales, incluidos los estipulados en el artículo 23 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos acerca del derecho a elegir y ser elegido», dijo la Secretaría General del organismo.
Esta precandidata con alcurnia empresarial tuvo en 2005 una extensa reunión con el presidente de EE.UU. George W. Bush –mientras se conspiraba para nuevos intentos de golpe de Estado— y sobre las próximas elecciones españolas declaró: “Tenemos grandes aliados en España que han sido aliados de la democracia y la libertad. Tengo grandes amigos en el PP y VOX. Creo que España fortalecerá la institucionalidad, la democracia y la integridad como nación”. Es una anti-comunista fanática que fue parte del golpe de Estado de 2002, momento desde el cual la política venezolana se juega siempre en “cancha embarrada”.
Machado fue precandidata presidencial en la interna de la derecha venezolana en 2012 donde perdió con el 3,7 por ciento de los votos. Algunos la ven como una “dama de hierro” a lo Margaret Thatcher que nunca fue propensa a la negociación política, ni siquiera con los partidos de derecha.
La semana pasada, durante un acto político en el pueblo natal de Hugo Chávez –Sabaneta– declaró desafiante: “Yo creo que Chávez hubiese tenido ya saben qué, para enfrentarse y medirse contra mí. Yo creo que Chávez lo hubiera hecho”. Dijo que Maduro tiene miedo y lo desafió a medirse con ella en las urnas. “Ahora les ha dado por ponernos todo tipo de obstáculos… El candidato que va a enfrentar a Maduro es el que gane las primarias. Si yo gano, seré yo; si gana otro, será ese otro. Lo que no vamos a aceptar es que el régimen lo escoja”.
En el año 2004 Machado estuvo al frente de la recolección de firmas para lograr un referéndum revocatorio contra Hugo Chávez, derecho que fue otorgado. El presidente ganó por el 59 por ciento de los votos a favor. El proceso fue auditado por el Centro Jimmy Carter quien declaró que las elecciones fueron impecables. Sin embargo, la oposición con Machado a la cabeza, desconocieron los resultados, actitud que repitieron en casi todas las elecciones importantes posteriores, salvo las que ellos ganaron como el plebiscito por una reforma constitucional que fue rechazada. El mayor caudal de votos de Machado está en Miranda, el estado capitalino donde nació: en 2010 obtuvo allí el 85 por ciento de los votos como candidata a diputada.
El otro candidato con chances
El precandidato presidencial más conocido entre los 14 que se presentaron es Henrique Capriles Radonski del partido Primero Justicia, derrotado por Hugo Chávez poco antes de morir en 2012 y por Nicolás Maduro en 2013 en una elección recordada porque el perdedor denunció fraude sin pruebas y llamó a una rebelión que terminó con siete chavistas asesinados a balazos mientras festejaban el triunfo. También fue protagonista del golpe de Estado en 2002 cuando el presidente Chávez estaba en la cumbre de su popularidad: Capriles invadió la embajada de Cuba en Caracas usando una escalera con el objetivo de “detener” ministros chavistas.
La gran polémica sobre la precandidatura actual de Capriles es porque en 2017 fue inhabilitado electoralmente por la Contraloría General de la República hasta 2032 acusado de aceptar donaciones, contratar sin licitar cuando fue alcalde de Baruta y no presentar el proyecto de ley de presupuesto en el año 2013. De ganar la interna, a menos que medie alguna negociación política, no podría presentarse a la elección presidencial. La presidenta de Primero Justicia, María Beatriz Martínez, declaró que harán “lo que sea necesario” para defender el derecho de Capriles a participar, apostando a una “rectificación” para que las elecciones presidenciales tengan reconocimiento y legitimidad.
Un camino incierto
En el panorama electoral, pareciera que el chavismo mantiene su piso histórico –mucho menor al techo alcanzado por Hugo Chávez– y la oposición está debilitada y
desacreditada entre sus propios votantes. Sus dos principales figuras –Capriles y Machado— tienen un fuerte desgaste luego de dos décadas de
torpezas, ilegalidades e inefectividad política. No sería imposible que en el tiempo que
falta hasta las elecciones, aparezca un candidato por fuera de los dos bloques
políticos venezolanos: quien pretende ocupar ese espacio es un
popular cómico llamado Benjamín Rausseo, ya en campaña. Todo es complejo y
confuso en la política venezolana, a partir de una oposición que casi nunca
reconoció al chavismo como el adversario, sino un enemigo a destruir a cualquier
precio, incluso cuando Hugo Chávez tenía 70 por ciento
de popularidad. No hay entre ellos una renovación de figuras ni un cambio en las posturas
políticas extremas que vienen embarrando la política venezolana desde hace dos décadas,
donde todos juegan a las patadas.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/564232-la-oposicion-en-venezuela-ante-una-encrucijada-interna