Daniela llegó hasta el Congreso con tres amigas. Son cuatro chicas de la zona sur que dedicaron su sábado para ver Argentina, 1985 – la película que retrata la experiencia de la fiscalía en el Juicio a las Juntas, mucho antes de que ellas nacieran–. “Ya vimos la pelí, pero nos copó la idea de venir acá, al Congreso”, cuenta ella mientras se acomoda entre los espectadores que ocupan la calle. “Tiene otro significado”.
En pantalla gigante y sobre las escalinatas del Congreso de la Nación se proyecta la película dirigida por Santiago Mitre, que días atrás casi cumple con la hazaña de traer el tercer Oscar para la Argentina. Desde que se estrenó en septiembre del año pasado, Argentina, 1985 supuso un fenómeno que va mucho más allá de lo cinematográfico: las salas se llenaron de personas que lloraban y aplaudían cuando Julio Strassera pronunciaba la frase que le pertenece a todo el pueblo argentino, “Señores jueces, Nunca Más”. Ahora, el fenómeno llegó al Congreso, impulsado por el Instituto de Cine y Artes Audiovisuales (INCAA) y la presidenta de la Cámara de Diputados, Cecilia Moreau.
Argentina, 1985 es hoy un emblema cultural del compromiso por mantener viva la memoria de lo que fue la última dictadura cívico-militar, y de la importancia de llevar a juicio a los responsables del período más oscuro de la historia reciente del país. Razón por la cual fue seleccionada para inaugurar el ciclo Cine y Democracia, una iniciativa conjunta entre la Dirección de Cultura de la Cámara Baja y el INCAA, que tiene como objetivo la promoción de la actividad cinematográfica nacional que ponga en escena valores democráticos.
«Ayer fuimos miles reclamando Memoria, Verdad y Justicia. Y hoy estamos acá en familia, un hermoso sábado a la noche, viendo a las puertas del Congreso, el mismo que estuvo clausurado y censurado en la dictadura más difícil y más nefasta de la historia argentina, una película que ayuda a que muchos jóvenes que no vivieron esa historia se hayan podido acercar y entiendan de dónde venimos para saber a dónde vamos. El reclamo de las Abuelas, de las Madres, es preciso acompañarlo y transmitirlo de generación en generación», le dice Moreau a Página/12 mientras la proyección empieza a rodar.
El film que se exhibe en la noche del sábado –asegura Moreau– es parte de una larga tradición de películas que retratan la lucha por los derechos humanos, y la idea del ciclo es continuar divulgando ese acervo en todo el país: «Nos encantaría poder llevarlo a otras provincias. Poder reproducir a través de nuestra cultura lo que significan los 40 años de democracia, una democracia que se fue consolidando en el tiempo». Una democracia que, sin embargo, «todavía tiene muchas deudas pendientes. Sin dudas, la Justicia es una de ellas. Necesitamos una Justicia feminista, ambiental, que tenga que ver con la calidad de vida de los argentinos y argentinas y no que esté en defensa de una corporación económica y política», resalta.
Marcelo llegó hasta el Congreso con su compañera y sus dos hijos. Se enteraron de la proyección por la radio y les pareció un buen plan para un sábado por la noche. «Me parece importante que ellos sepan cómo se vivió esos años porque no lo vivieron y a veces queda lejos para explicarlo con claridad», señala mientras mira a su familia.
Antes de que empiece la película, las primeras imágenes proyectadas, que reflejan en tono documental las aberraciones perpetradas por el régimen genocida, generan un silencio compartido entre los presentes. Un nudo que destraba la llegada de una de las sobrevivientes de esos años: Patricia Isasa.
–Treinta mil compañeros detenidos desaparecidos, presentes. Ahora y siempre– grita Isasa.
Patricia vino sola, sin invitación oficial y sin esperar ser reconocida, pese a que en las últimas semanas tuvo mucha exposición tras haber denunciado al supremo Horacio Rosatti por encubrir a un represor mientras era intendente en Santa Fe. Pero su presencia no pasa desapercibida. «Estamos en un momento muy especial, crítico para la justicia. Con Madres que ya no están, con grandes luchas, como el juicio a la Corte, que trae a un presidente acusado de haber encubierto a un genocida a sabiendas», dice.
«En Argentina la construcción de la Memoria, Verdad y Justicia ha avanzado mucho más que en otros lugares. Acá se enjuició a los máximos responsables. Y esta película me parece un merecido homenaje», se emociona Isasa. “Las Madres y los sobrevivientes sembraron la semilla de la Memoria. Y esa semilla floreció porque finalmente se llegó a la verdad».
Más y más personas llegan. Se suman al público que escucha expectante la secuencia de testimonios de los sobrevivientes durante del juicio. Con la voz de Laura Paredes de fondo, la actriz que da vida a Adriana Calvo en el film, una mujer se siente identificada en las imágenes que ve y recuerda: «Yo viví todo esto. Militaba y lo conozco de primera mano. Tuve compañeros que se llevaron, amigos de la infancia, del interior». Llegó con su perro, apenas empezada la película, y aunque es la primera vez que la ve, asegura que «todo lo que se relata es cierto. Y más».
Informe: Diego Castro Romero
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/535063-argentina-1985-en-la-casa-de-la-democracia