El intento de golpe en Brasil contra del flamante presidente, Inácio Lula da Silva, por parte de bolsonaristas, desató repudios por parte de todo el gobierno argentino. El presidente, Alberto Fernández, dijo que «quienes intentan desoír la voluntad de las mayorías, atentan contra la democracia y merecen no solo la sanción legal que corresponda, sino también el rechazo absoluto de la comunidad internacional», y agregó que como presidente de la CELAC y del Mercosur ponía «en alerta» a los países miembro «para que nos unamos en esta inaceptable reacción antidemocrática que intenta imponerse en Brasil». La vicepresidenta, Cristina Fernández de Kirchner, remarcó que «no basta con el imprescindible repudio o la necesaria condena», «quienes creemos en lo nacional, popular y democrático debemos darnos además un análisis profundo y descarnado frente a este fenómeno que más allá de la existencia de organizadores, financiadores y responsables (que siempre los hay) captura a segmentos de la población (inclusive algunos en contra de sus propios intereses económicos) para jaquear la democracia», sostuvo.

El domingo parecía tranquilo para el Presidente, que se encontraba descansando en la costa argentina para el lunes recorrer Miramar y luego regresar a Buenos Aires. Por la tarde, sin embargo, el escenario dio un giro de 180 grados con el intento de golpe de estado en Brasil. El mandatario, al enterarse de los sucesos, inmediatamente se puso en contacto con Celso Amorim, uno de los principales asesores de Lula, y le dijo que estaba a disposición para hacer lo que «hiciera falta», incluso viajar a Brasilia si era necesario y le repitió en reiteradas ocasiones que «contaban con él». 

La preocupación dentro del gobierno

Amorim le comentó la situación, le dijo que Lula estaba en San Pablo reunido con un comité de crisis y que pronto anunciaría medidas –horas después decretó la intervención federal en la seguridad del estado de Brasilia hasta el 31/01 y anunció que «los culpables serán castigados».

Luego de eso, Fernández llamó a su canciller, Santiago Cafiero, al embajador en Brasil, Daniel Scioli –que se encuentra en Brasilia–, y a la vocera presidencial, Gabriela Cerruti, y emitieron distintos comunicados desde sus cuentas personales y desde la de la Celac. En su twitter, el Jefe de Estado también escribió: «Demostremos con firmeza y unidad nuestra total adhesión al Gobierno elegido democráticamente por los brasileños que encabeza el presidente Lula. Estamos junto al pueblo brasileño para defender la democracia y no permitir Nunca Más el regreso de los fantasmas golpistas que la derecha promueve«. 

El canciller Cafiero y el embajador Scioli, mientras tanto, estuvieron en línea durante toda la tarde con el canciller de Brasil, Mauro Vieira. Lo que pidieron los líderes del PT fue que Fernández salga por la TV brasileña y de una nota. El mandatario no dudó. Durante la entrevista en un medio del país vecino, Fernández aseguró que «en una democracia puede haber conflicto de poderes y diferencias de miradas entre los tres poderes. Lo que no puede haber es un levantamiento y por lo tanto, quienes así actúan deben ser castigados». 

Luego, resaltó que «la democracia debe ser respetada y los que promueven levantarse contra ella, los que se levantan y los que financian esos levantamientos, deben ser castigados en procesos judiciales transparentes y de acuerdo con las normas vigentes. No pueden quedar impunes». Además, subrayó que «Brasil no merece este tipo de sucesos», porque «son un pueblo que ha vivido en democracia, que ha avanzado en democracia y eso debe ser preservado antes que nada». «Escuché con atención las medidas que Lula anunció, me alegra verlo sereno, me alegra verlo tomando el control y los responsables de haber permitido semejante agravio a la democracia espero que sean sancionados», expresó.

Durante la entrevista con el medio brasileño, el presidente argentino comentó que «Lula sabe de mi compromiso con la democracia del respeto y el afecto personal que le tengo, sabe que solo tiene que decirme qué necesita y voy a estar a su lado». Fernández también aprovechó la ocasión para decir que «en los años en que Bolsonaro gobernó Brasil, a pesar de que muchas veces tuve que aguantar un muy mal trato de su gobierno, yo siempre preferí guardar silencio, para preservar el vínculo entre ambos países».

«No frenaron y hasta ayudaron a seguir avanzando»

Sobre los sucesos de este domingo, opinó que «estas cosas no se generan de la nada. Movilizar esa cantidad de personas y permitir el acceso a edificios públicos que se supone que deben estar custodiados, solo es posible con la anuencia de parte del poder, por eso entiendo la decisión de Lula de intervenir las fuerzas de seguridad de Brasilia porque evidentemente no actuaron como correspondía. No frenaron y hasta ayudaron a seguir avanzando. Que eso se investigue y se sancione es sano para todas las repúblicas«. Por último, Fernández hizo un paralelismo con otros episodios ocurridos en la región y dijo que «lo hemos vivido en la Argentina con el juzgamiento de los responsables de la última dictadura, pero más recientemente con lo que ocurrió en Bolivia, con el juzgamiento a la presidenta de facto, Jeanine Áñez, en un proceso que aún sigue juzgando a otros responsables».

Cerca de Scioli comentaron que, en una conversación con Vieira, el canciller brasileño le confirmó que hay un número importante de detenidos –se estimaban al cierre de esta edición unos 170– y que también pidieron la detención del secretario de seguridad de Brasilia. Por último, los tranquilizó al decir que la situación «ya estaba controlada». Scioli, en tanto, comentó que «hay que destacar la reacción inmediata de Lula», y expresó que confía «en la experiencia del presidente de Brasil, quien restablecerá el orden democrático».

Según analizaron desde algunos sectores del gobierno argentino, al igual que sucedió en Estados Unidos con la toma del capitolio el año pasado por parte de los fanáticos del expresidente, Donald Trump, este intento de golpe no es algo «que vaya a prosperar». Para ellos «tiene el objetivo de generar un condicionamiento futuro y un estado de caos permanente«.

Más repudios

Además del presidente y la vice también se pronunciaron distintos ministros como el de economía, Sergio Massa, quien aseguró que repudiaba «enérgicamente» los actos de violencia y «el asalto a las instituciones democráticas en Brasil», y el del Interior Eduardo «Wado» de Pedro. Él añadió que «el bolsonarismo no acepta las reglas de la democracia y ahora promueve un golpe de Estado». El jefe de Gabinete, Juan Manzur, recalcó «nuestra enérgica condena a la toma ilegal y violenta en Brasil del Palacio Presidencial, el Congreso y la Corte Suprema».

Otro de los dirigentes del Frente de Todos que salió a pronunciarse fue el gobernador de la provincia de Buenos Aires, Axel Kicillof. «Condenamos el cobarde ataque golpista contra la democracia y contra el triunfo de Lula. Cuando gobiernan, aplican programas de ajuste y exclusión. Cuando son oposición, obstaculizan la construcción de la igualdad y la justicia. En ambos casos fabrican mentiras y predican el odio, la furia y el rencor como metodología. La opción es clara: la derecha o los derechos«, dijo.

Más allá de los mencionados, se sumaron al repudio centrales sindicales como la CGT, la CTA los organismos de derechos humanos (ver aparte) y los interbloques de senadores y diputados del FDT, entre otros. La presidenta de la Cámara de diputados, Cecilia Moreau añadió que «estas acciones demuestran que la democracia se enfrenta al odio y que debemos combatir la intolerancia con más diálogo«. No faltó la condena por parte de distintos embajadores que se expresaron en un comunicado conjunto. Además, uno de ellos, el embajador en Venezuela, Oscar Laborde sostuvo: «La derecha violenta la democracia cuando el pueblo le da la espalda. Vemos en toda la región, también en Argentina, esa tendencia antidemocrática y violenta», reflexionó. 

Macri y su obsesión

Desde la oposición, en un principio, no quisieron quedar pegados a un escándalo de tal magnitud y varios dirigentes de peso como el jefe de gobierno porteño, Horacio Rodríguez Larreta, y diputados como Mario Negri, condenaron rápidamente lo ocurrido. Larreta, por ejemplo, se limitó a escribir: «Profunda preocupación por el asalto a las instituciones de la democracia en Brasil. Mi condena absoluta a la acción violenta y mi total solidaridad y apoyo a Lula y a todo el pueblo de Brasil». Otros dirigentes como el expresidente Mauricio Macri y la presidenta del Pro, Patricia Bullrich, durante la tarde parecía que habían optado por el silencio, sin embargo, pasadas las nueve de la noche, Macri cambió la estrategia e intentó trazar una curiosa comparación entre lo ocurrido en Brasil con «el kirchnerismo»

Tras «solidarizarse» con Lula, el expresidente aprovechó la oportunidad para intentar sacar algún rédito político agitando la batalla contra su obsesión: el kirchnerismo. «El episodio alerta sobre la fragilidad mundial de las instituciones democráticas, que pueden ser atropelladas por una horda como en Brasil o como sucede ahora mismo en Argentina con la Corte Suprema de Justicia a través de mecanismos políticos antidemocráticos igualmente brutales». Por último, resaltó que «no debemos olvidar que el kirchnerismo que hoy se muestra conmocionado por los sucesos en Brasil es el mismo que en 2017 organizó, promovió y protagonizó el asalto violento al Congreso de la Nación Argentina».

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/514237-contra-la-reaccion-antidemocratica-en-brasil