«Voy a hacer lo que tenga que hacer para lograr que nuestro pueblo, nuestra sociedad pueda organizarse en un proyecto de país que vuelva a recuperar la ilusión, la fuerza y la alegría de nuestra gente». La frase la pronunció Cristina Fernández de Kirchner cuando finalizaba su discurso ante los congresales de la UOM. La dijo cuando desde las tribunas coreaban su nombre y le agregaban el «presidenta». Para muchos de los que estaban allí lo que ella dijo, en su primera aparición tras el intento de asesinato, significaba una clara confirmación de que volverá a disputar por la presidencia el próximo años. Para otros, algunos dirigentes con experiencia, lo dicho representaba una apuesta a la unidad y la decisión de realizar todo lo posible –como en 2019– para que el Frente de Todos siga en el gobierno. Más allá de las especulaciones, el regreso de CFK representa una renovación del debate político y, como ella afirmó, un llamado a reorganizar y profundizar el compromiso con la política, incluso desde el sindicalismo, para reconstruir «el modelo de organización política del país» al que, advirtió, es preciso agregarle un nuevo pacto de convicencia democrática «porque las diferencias políticas no se resuelven con violencia». Dos meses y tres días después del atentado, Cristina Kirchner volvió, habló y en el Microestadio Municipal de Pilar nadie pudo evitar conmoverse.
La UOM suele realizar congresos en todas las regionales que hay en el país. El cierre suele ser un gran encuentro que congrega a los secretariados generales de todo el país más los cuerpos de delegados. En esta oportunidad, el actual secretario general de los metalúrgicos, Abel Furlán, invitó a Cristina Kirchner a cerrar el cónclave que se realizó baja la consigna «no hay solución gremial sin solución política», una frase atribuida a Lorenzo Miguel y que para el metalúrgico tiene una nítida vigencia. «Soy kirchnerista porque Néstor y Cristina son quienes mejor interpretaron al peronismo», confesó el dirigente metalúrgico que intentó negar que la invitación a CFK tenía como objeto pedirle que sea candidata. Apenas se lo escuchaba porque las tribunas aturdían con el «Cristina presidenta». Eso obligó a Furlán a reconocer que «no siempre los compañeros me hacen caso».
Algo parecido le sucedió al intendente de Pilar, Federico Achával, que no logró que militancia metalúrgica cesara con sus cánticos. Mucho menos cuando dijo «para los trabajadores y las trabajadoras, el futuro es con vos».
Achával junto a Furlán recibieron a CFK, que llegó en helicóptero y bajo una fuerte custodia de la Policía Federal con presencia de la Bonaerense. Cerca del escenario la presencia de la seguridad fue sutil: estuvieron pero sin ostentación. En la platea la seguridad estuvo a cargo de la UOM.
«Me quieren acusada»
Las primeras palabras de Cristina estuvieron dedicadas al fallido atentado contra su vida. Los ojos se le humedecieron cuando hizo referencia a ese día que lo tiene marcado a fuego. Tanto que detalló que ocurrió hace dos meses y tres días. «No me di cuenta del arma que quería volarme la cabeza», reconoció. Luego dijo que todo lo vio por la televisión y pensó en sus hijos y nietos.
En este tramo de su discurso, Cristina no habló como abogada o vicepresidenta sino como víctima de un ataque violento. «Esos presuntos indignados era gente pagada por empresarios que se identificaron con el anterior gobierno, con el macrismo que endeudó a la República Argentina», afirmó y advirtió que la justicia «no va a investigar nada porque me quieren de acusada, no de víctima». (ver nota aparte)
El salario y la suma fija
La segunda parte del discurso de la vicepresidenta se concentró en la economía donde desplegó una serie cuadros y números para demostrar la variación del salario desde 1973 en adelante. Cómo se destruyó durante la dictadura, el menemismo y cómo se fue recuperando durante los gobiernos de Néstor Kirchner y los dos de ellas. Es más, reivindicó que fue su segundo mandato el que permitió que los salarios superaran la barrera del 50 por ciento de la participación en el producto.
Luego, también con ayuda de cuadros, demostró que en el gobierno de Mauricio Macri el salario de los trabajadores cayó muy por debajo de la productividad, unos 17 puntos porcentuales, que desmiente la teoría liberal económica y afirmó que «esa diferencia es la renta extraordinaria que está tomando el capital hoy en la Argentina».
En ese sentido, CFK afirmó que la recuperación del salario se producirá si se vuelve a pagar de acuerdo a la productividad. Un tema que para la vicepresidenta es lucha que deben llevar adelante los gremios. Fue ahí cuando retomó la necesidad de la suma fija para que «vuelva a darle capacidad al salario de los trabajadores y que esto no va en detrimento de las paritarias. ¡Por favor!», indicó.
En cuanto a los precios, esos que suben de manera desenfrenada como si nada ni nadie pudiesen detenerlos, la vicepresidenta rechazó la posibilidad de que el Estado se mantenga alejado de la regulación. «Estamos ante mercados absolutamente concentrados, con cadenas en las que hacen valer su poder en la distribución del ingreso y en esto es el Gobierno el que tiene que terciar en la distribución del ingreso como lo hacíamos durante nuestros gobiernos», reclamó. De inmediato reconoció el «gran esfuerzo» que está haciendo el ministro de Economía, Sergio Massa, «administrando las consecuencias de lo que pasó».
El pasado y el futuro
Así como Cristina Kirchner nombró a Massa, no pronunció el nombre Alberto Fernández. Sin embargo, se cuidó de criticarlo, al menos de manera directa. Reivindicó su decisión de 2019: «No me arrepiento porque realmente pudimos lograr que no era votar en contra de alguien sino en contra de deterinadas políticas», afirmó. Incluso recordó que muchos la habían dado por terminada en la político: “Algunos movimientos sociales, los más importantes, no veían tan mal las ayudas que recibían (durante el gobierno de Cambiemos) y en la CGT no estaban tan decididos a enfrentar”. Pero no avanzó más y llamó a «volver a reconstruir el acuerdo democrático donde las diferencias no pueden ser solucionadas a través de la violencia».
Para esto, dijo que es preciso que «que los trabajadores vuelvan a participar en la política, pero no solo en reclamo sindical, sino en el modelo de organización política del país». Al final, hizo la referencia sobre que hará lo que tenga y reiteró la necesidad de recuperar la organización «en un proyecto de país que vuelva a recuperar la ilusión, la fuerza y la alegría de nuestra gente».
A esa altura, la multitud que había colmado el microestadio municipal cantaba a voz en cuello la candidatura presidencial de Cristina Kirchner. Ella sonreía, en la tribuna de los funcionarios y dirigentes políticos también se voceaba la consigna. Tal vez el único que se cuidó de hacerlo fue el intendente de Hurlingham, Juan Zabaleta, que hasta hace nada era ministro de Desarrollo Social.
Detalles del acto donde regresó CFK
Alegría y silbidos. “Es la UOM, es la UOM, compañeros de la UOM”, surge el cántico de los parlantes y la militancia metalúrgica se entusiasma. Cantan y saltan a la espera del comienzo del acto. Las secciónales compiten en los cánticos. La más bulliciosa es la de La Matanza. La de Avellaneda también grita y se presiente más numerosa. Todo es alegría, salvo cuando el locutor anuncia la presencia de Antonio Caló. Unos silbidos intensos bajan desde las tribunas. Los silbidos se repetirán cuando CFK lo cite durante su discurso.
La tribuna izquierda. Un sector de la tribuna izquierda quedó destinada a los invitados especiales. Allí se ubicaron el gobernador Axel Kicillof, intendentes como Mario Secco y Fernando Espinoza y Mayra Mendoza, diputados como Carlos Heller y Eduardo Valdés, legisladores porteños como Matías Barroetaveña. Por el gabinete nacional estuvieronel ministro de Defensa Jorge Taiana, el viceministro de justicia, Juan Martín Mena, el titular de la AFIP, Carlos Castagnetto y Martín Sabbatella por Acumar. Los ministros bonaerenses Andrés Larroque, Cristina Alvarez Rodríguez (gobierno) y Estela Diaz (mujeres y género). También estuvieron Julián Dominguez, el exvicepresidente Amado Boudou y senadores como Oscar Parrilli, Juliana Di Tullio, María de los Ángeles Sacnun (Santa Fe) y Mariano Recalde.
Los gremios hermanos. Hasta Pilar también llegó un sector de la conducción de CGT, con el triunviro Pablo Moyano a la cabeza que se sentó junto a Omar Plaini, Mario “Paco” Manrique, Sergio Palazzo y Victor Santa María. También estaban Pablo Biró, Vanesa Siley (judiciales), Daniel “Tano” Catalano de ATE Capital, y el titular de la CTA de los Trabajadores Hugo Yasky, entre otros.
Fuente: https://www.pagina12.com.ar/495124-cristina-kirchner-hay-que-reconstruir-un-acuerdo-democratico