El presidente Alberto Fernández habló por primera vez en un acto público después del intento de asesinato de la vicepresidenta, Cristina Fernández de Kichner. «La Argentina está lastimada. No es para menos. La memoria democrática no recuerda una imagen tan tremenda como aquella que vimos cuando alguien martilló una pistola a escasos centímetros de la cabeza de nuestra vicepresidenta», dijo y agregó que «haya sido como consecuencia de un milagro o de una falla mecánica, el homicida no logró su objetivo y eso nos alienta hoy a poder reflexionar sobre lo ingrato del hecho que deja al descubierto el tiempo en el que vivimos». Fernández, durante la convención anual de la Cámara Argentina de la Construcción que se realizó en la Rural, también recordó que un día como hoy, 6 de septiembre, pero de 1930, se producía en la Argentina el golpe de Estado encabezado por José Uriburu. «En días tan complejos y angustiantes como los que vivimos en esta última semana no es en vano que recordemos aquellos acontecimientos con la perspectiva de sus consecuencias. Cuando enfrentamos momentos graves debemos estar muy alertas, porque después nos lamentamos por todo aquello que no hicimos y estaba en nuestras manos poder hacer», reflexionó.

Lejos de presentar a Fernando Andrés Sabag Montiel, quien intentó asesinar a la vicepresidenta como un «monstruo», el Presidente dijo que  «hoy tenemos dos certezas que nos deparan algo de alivio. La primera, es que Cristina está viva. La segunda, es que quien empuñó el arma asesina está detenido, siendo investigado por la justicia. Yo tengo otra certeza. Quien intentó llevar adelante un magnicidio no es un monstruo escapado de alguna tierra lejana, ni viene de otra galaxia, ni nació marcado para ser asesino. Es uno de nosotros. Un joven, un miembro de nuestra nación, nuestra comunidad, nuestro país, que un día se ubicó fuera de los márgenes de la democracia, lleno de odio, de violencia, de rencor, y rompió nuestro acuerdo de convivencia, nuestro pacto democrático». 

Eso le sirvió de pie para explicar que en nuestra sociedad «desde hace muchos años observamos cómo el discurso del odio y las expresiones violentas fueron volviéndose moneda corriente entre nosotros». Luego empezó a enumerar diversas situaciones recientes: «Alguien expresa en un almuerzo televisado que una ex presidenta es ‘el cáncer’ de la Argentina y todos siguen comiendo como si nada grave se hubiera dicho. Unas decenas de personas cuelgan bolsas mortuorias de las rejas de la Casa de Gobierno. A cada una de ellas le ponen nombre y apellido para que la intimidación surta efecto. Algunos medios de comunicación corren presurosos para difundir la escena y hasta lograr los testimonios de los autores del ‘montaje’, extraño modo de llamar a la barbarie», dijo. También agregó que «un diario de alcance nacional anuncia en tapa a cuatro columnas que los patrimonios del presidente y de la vicepresidenta se triplicaron de un año para el otro. La información es aviesamente falsa. Pero eso no importa porque el objetivo no es informar si no solo generar indignación en quien lo lee». «Así construyen las ‘condenas sociales'», resumió.

También se refirió y cuestionó al fiscal Diego Luciani y las acusaciones que hizo a la vicepresidenta en el marco de la causa de Vialidad. «Un fiscal acusa a una expresidenta. Más allá de la liviandad jurídica que exhibe, solo es una acusación y por lo tanto la ‘acusada’ merece ser considerada inocente porque ninguna sentencia judicial la ha condenado. Sin embargo, ello basta para que dirigentes opositores alcen discursos impiadosos en redes sociales y en medios de comunicación y para que un diputado se monte en el hecho reclamando la pena de muerte para la acusada». 

Rodeado de empresarios, ministros y distintos funcionarios del gobierno, el mandatario opinó que «el intento de asesinato de la Vicepresidenta, además de su dimensión humana, es de una enorme gravedad política e institucional». También se expresó sobre la movilización que miles y miles de personas realizaron el viernes a Plaza de Mayo, un día después del intento de asesinato. «El pueblo argentino se conmocionó y salió a las calles a expresar su repudio. No hubo un solo acto de violencia. No hubo una sola vidriera rota. Era un pueblo conmovido reclamando paz y respeto en la convivencia. Todos los argentinos debemos sinceramente reflexionar sobre lo acontecido y contribuir desde nuestro sitio a una mejor convivencia entre todos», añadió. 

Al recordar el golpe de estado de 1930 que derrocó a quien fuera dos veces presidente constitucional del país, Hipólito Yrigoyen, Fernández recordó que desde allí «se inició una práctica nefasta para la salud democrática de la Argentina». «El Siglo XX estuvo signado por los Golpes de Estado que condicionaron el funcionamiento de las instituciones y la voluntad de los argentinos y argentinas. Por más de 50 años esas formas de autoritarismo y desprecio político se instalaron como parte del repertorio con el cual convivíamos», recordó. Para concluir su discurso dijo que «el recuerdo del derrocamiento del presidente Yrigoyen y la forma en que la democracia nos fue arrebatada hace exactamente 92 años hoy nos puede servir. Es un espejo que nos alerta. Cuidemos nuestras instituciones. Protejamos a la democracia de todos aquellos que la desprecian. No son ellos o nosotros. Somos todos y todas. El pueblo de la Nación argentina». 

Al comenzar el acto en la Rural, pasadas las 19.30, y antes de empezar a hablar de la importancia de la construcción en el país –eje central del evento al que fue invitado– el Jefe de Estado destacó que algunos de los allí presentes como el presidente
de la Unión Industrial, Daniel Funes de Rioja, y el presidente
de Comarco, Gustavo Weiss, estuvieron en la reunión que él mismo convocó en Casa Rosada el viernes pasado con el objetivo de «construir un amplio consenso contra los discursos del odio y la violencia». «Quiero agradecerles a ambos su presencia en aquel encuentro y el compromiso que expresaron en favor del sistema republicano y de la convivencia democrática. Es una muestra de madurez política ver a los empresarios argentinos comprometidos con la institucionalidad, repudiando la violencia y las voces que lastiman la tan necesaria unidad nacional», puntualizó. También agradeció que se hayan expresado en ese mismo sentido las organizaciones sindicales, sociales y particularmente las de derechos humanos.

En otro tramo del discurso, que el mandatario escribió de puño y letra y repasó junto a la vocera presidencial, Gabriela Cerruti, antes de dirigirse camino a la Rural, el Presidente se preguntó «¿Cómo fue que ocurrió que los argentinos acabamos por naturalizar tanta infamia? ¿Cómo fue que sucedió que la decrepitud de los discursos antidemocráticos acabara cooptando los espacios mediáticos y las redes sociales? ¿Cómo fue que un diputado nacional convoque al enfrentamiento de un pueblo afirmando “son ellos o nosotros”? En una sociedad no todos somos iguales. No todos expresamos los mismos intereses. Pero aun sabiendo eso, lo que sí no debemos poner en tela de juicio, es que en una sociedad todos estamos incluidos y todos debemos respetar y ser respetados en nuestra individualidad».

Para finalizar, el Presidente recordó que el año que viene la democracia cumplirá cuarenta años «la pagamos con vidas, con desapariciones, con torturas, con exilios y con muchas otras frustraciones. Necesitamos poder crecer en paz y unidos. Cuando dijimos Nunca Más, no le dijimos Nunca Más solamente a la dictadura militar, las desapariciones y la tortura. Le dijimos Nunca más al odio, a la violencia, a la persecución, a los desencuentros».

Fuente: https://www.pagina12.com.ar/479868-alberto-fernandez-la-argentina-esta-lastimada