Es el título de la autobiografía de Pablo Neruda. Yo confieso que he
vivido para escuchar hoy a Cristina Fernández de Kirchner.
La fuerza de la razón, la valentía que sólo da el genuino respaldo popular, el desenmascaramiento del ocultamiento de los fiscales sobre las relaciones carnales de López y el «amigo del alma», la convicción de que las verdaderas razones de su persecución radican en las medidas progresistas de sus gobiernos y el de Néstor que no pueden soportar los dueños del país, aun amparados por la justicia de «clase», ligada históricamente a la dictadura genocida, que no hace otra cosa que evidenciar que la lucha de clases sigue existiendo.
No es sólo la contundencia y claridad cristalina de sus argumentos, es la estatura de una enorme estadista que advierte a los políticos y, entre ellos, a sus aliados en el Frente de Todos, que el ataque hacia ella tiene por objeto disciplinarlos a todos.
Y también es una prueba de que la movilización popular que hoy la banca es la única salida para torcer el posibilismo y el giro a la derecha.